Y existe gracias al entrenador y los jugadores de Irán, que ayer ofrecieron al mundo una lección de valentía y dignidad en su debut en el Mundial.
No cantaron su himno, como señal de protesta a su régimen, ya que desde la muerte en septiembre de Mahsa Amini por llevar mal puesto el hiyab, la Guardia Revolucionaria ha detenido a miles de iraníes y ha asesinado hasta el momento ya a varios centenares.
Y mientras, su público (y esto es relevante, ya que cabe suponer que quien puede costearse el viaje y la estancia marcha bien económicamente en la dictadura teocrática criticada) silbaba el himno y exhibía una gigantesca pancarta con los colores de la bandera de su país exigiendo la libertad y la vida para sus mujeres.
Y todavía más dignidad cuando, en el minuto 77, el seleccionador de Irán, el portugués Carlos Queiroz, hizo saltar al campo a su jugador/héroe Azmoun, quien ha tenido los santos huevos (como lo oyen) de manifestar públicamente su oposición al régimen.
Mientras tanto, no se lo pierdan, la FIFA en plan avestruz está amenazando con sanciones si alguien porta un brazalete de colorines…
Pero bueno, vamos de nuevo al fútbol.
¡Ojo con Inglaterra!
Le endosó un 6-2 a Irán, con la facilidad y la eficacia del que va todos los días a la oficina a trabajar.
Claro que Inglaterra tuvo a Bellingham, quien a sus 19 años pegó una patada a la puerta y jugó con un aplomo y un descaro tal como yo no recuerdo a nadie de su edad (excepción hecha de Pelé) en semejante escenario (porque habéis de saber que el balón aquí quema, y no porque estemos en el desierto, ya os contaré esto mañana).
Y además, marcó el primer gol. Florentino, fíchalo.
Senegal 0, Países Bajos 2.
Dejó escrito, nada menos que D. Pedro Escartín en la época en que aterrizaron en España Kubala y Di Stefano, en relación con el resto de jugadores de primera división: “buenos jugadores…sí; fenómenos…no”.
Pues eso, buenos jugadores en ambos equipos, pero a los que no vemos de momento muchas posibilidades de llegar hasta el final. Pero por otra parte, nos brindaron un partidazo de esos que crean afición, pleno de entrega y emoción, y que se llevó finalmente Países Bajos en el minuto 84. Podría habérselo llevado más merecidamente Senegal, y seguro que así hubiese sido de no haberse producido la baja de Mané, un futbolista que, este sí, hubiese marcado diferencias en este Mundial.
Nos gustó bastante más Senegal, con un gran Ismaïla Sarr.
Hay que felicitar por otra parte a Van Gaal por el porterazo que ha descubierto, responsable en buena medida de la victoria obtenida.
EE UU 1, País de Gales 1.
Un partido que mereció llevarse la joven democracia estadounidense, a la que le faltó ambición y le sobraron esos nervios a los que antes aludíamos cuando consiguieron ponerse por delante.
La experiencia de Bale y su calidad al final, decidieron el empate entre dos selecciones que, a priori, no parecen llamadas a llegar muy lejos en este Mundial. En el caso de EE UU, me atrevo a mojarme y a aventurar que si el conjunto de animosos futbolistas que han conseguido reunir, la mayoría baqueteados en ligas importantes y algunos incluso en equipos de renombre y tradición, logran encontrar la confianza necesaria y afianzan ese cierto estilo anárquico que apuntan, podrían aspirar a cotas bastante, bastante altas.
Ilusión no les falta.
Salud y trabajo.