El pasado lunes 7 de octubre se abrió el caso de Adrián S.C., que acabó con la vida de su exnovia, Rosa, de tan solo 22 años, el 25 de septiembre de 2017 en Canteras (Cartagena).
En el juicio el acusado aludió ante el juez no tener una buena salud mental, y que su agravante fue el vivir en el campo, pero sobretodo que acabó de caer en el pozo cuándo cortaron la relación sentimental, incluso llevándolo a tomar drogas psicotrópicas que mezclaba con alcohol.
El detenido añade que nunca quiso hacer daño a su pareja (Rosa), y que en cambio sí tenia intención de autolesionarse. Dijo no ser consciente de lo que estaba pasando, y que sentía todo el daño ocasionado. Expone cómo ha intentado suicidarse en repetidas ocasiones sin lograr éxito en ninguna de ellas.
Y es que las amenazas a Rosa después de la ruptura fueron significantes de hecho la llevaron a tomar la decisión de bloquear a Adrián para poder rehacer su vida pero este no tuvo límite y aplico lo que había dicho previamente “voy a ir a por ti” un claro anticipo de un posible crimen machista que desgraciadamente no se pudo evitar.
Según han declarado las investigaciones médicas, todos las cuchilladas (44 en total) fueron asestadas mientras aún la joven se encontraba en vida.
Para poder atenuar la pena la defensa, asumida por Luis Alfonso López-Quiñones, exime de responsabilidad al alegar problemas de salud mental que necesitan tratamiento y que él no paliarlos podrían haber incidido en desarrollo de los hechos. El mismo acusado asegura que en el momento de ver a su exnovia en la casa de Canteras, sufrió un trastorno mental que le llevó a acuchillarla sin tener consciencia de lo que estaba haciendo.
Finalmente la defensa pidió al tribunal popular que dejaran sus emociones a un lado y que juzgaran solamente el hecho.
Todo esto se contrapone a la opinión del fiscal Orencio Cerezuela, que aclaró al jurado popular que va a tratar de probar que existe un delito de amenazas, otro de allanamiento de morada y, principalmente, otro de asesinato con una crueldad horripilante, ya que la víctima en todo momento sufrió y no tuvo ninguna opción de defensa.
Y es que la única opción que tuvo Rosa para “defenderse” fue gritar a sus familiares, que traumatizados y en shock no pudieron entrar en la habitación, sellada con llave. No pudieron parar ese espantoso crimen.
La violencia machista no solo es un arrebato espontáneo de un hombre hacia una mujer, sino que en nuestra sociedad se ha instalado desde el concepto de “amor” tóxico y enfermizo en el que la posesión y los celos son un mantra.
Por ejemplo, alegar una pérdida de conciencia en la que no eran ellos o la típica frase de «Yo estaba enamorado y perdí el control. » y es que detrás de un “amor incontrolado” se esconde un crimen a sangre fría.