Eduardo Arroyo: “España es el paraíso de las moscas”
Un imprescindible
No solamente por su enorme calidad como genuino representante de lo que unos han dado en llamar neofiguración, y otros figuración narrativa; en cualquier caso el más digno representante de aquellos pintores que no se sintieron identificados con el expresionismo abstracto, por algunos de los –ismos tan en boga, o en definitiva y simplemente, por la abstracción.
La fuerza de esos acrílicos, de esos colores planos, tan puros, tan…pops, los temas tan irónicos, que dejan traslucir ese sarcasmo tan suyo y con el que nos sentimos tan identificados, han conseguido algo muy grande y de lo que muy pocos pintores pueden presumir: que de un vistazo, cualquier persona, y no hace falta que sea necesariamente un aficionado a la pintura, sea capaz de reconocer en cualquiera de sus cuadros la mano de Eduardo Arroyo, Y eso, en estos siglos en los que resulta tan arduo y tan difícil ser original, tiene mucho mérito.
Pero además, este hombre, que desgraciadamente nos dejó en octubre del pasado año, merece nuestro agradecimiento por su postura beligerante contra el franquismo (lo que le llevó al exilio desde más o menos los primeros sesenta), su permanente actitud crítica ante todo tipo de dictaduras, y el reinventar el desacreditado París como centro del arte, tarea hercúlea en la que estuvo acompañado, y muy bien, por gente como Jaume Xifra, Antonio Berni, Peter Klasen, Erró, Soto, Joan Rabascall y Christo.
Impagable resulta el documental, de una duración de 24 horas (que quede claro que yo tampoco lo he visto entero, ¿eh?), un experimento interesantísimo el que el artista divaga y filosofa con amigos, el entrevistador, solo, sobre todo tipo de temas y que permite ahondar en el personaje y tras el que resulta imposible no admirarle rendidamente. Les recomiendo su visión.
Y no les doy más la tabarra, prefiero lo vean y comprueben que no exagero
España es el paraíso de las moscas, argumenta y justifica Arroyo en una de las partes del citado documental, y razón desde luego no le falta.
Así nos muestra “El retorno de las Cruzadas”. Genial. Dice más que un libro entero sobre nosotros y este país, creo yo.
Así ve a Doña Inés encarcelada y al Tenorio (nótese la daga erecta de Don Juan en la Hostería del Laurel).
Y así al capitán Achab.
Su última obra que da título a la exposición, con reminiscencias de “El holandés errante”.
Sus inevitables fantomas, otra de sus fijaciones.
Las lámparas de Aladino y Zurbarán.
Más Arroyo.
Y ahora, aunque no forma parte de esta exposición, permítanme ustedes incluir en este articulo, como sentido homenaje a Arroyo otras obras suyas que se pueden contemplar en el Reina Sofía durante todo este año, en la exposición “Poéticas de la democracia. Imágenes y contraimágenes de la Transición”, de la que ya hablaremos mas extensamente otro día, que vivamente les recomiendo y en la que no podía faltar, en lugar preferente, el imprescindible, y genial, y demócrata, y rojo, Eduardo Arroyo.
Franco, Mussolini, Hitler y el portugués.
El paredón de los fusilados de Burgos y su “Ronda de noche con porras”.
Entraremos en el Mercado Común (cuando esto casi era una utopía).
Delenda est Moscardó.