Existe un más que evidente componente socioeconómico que marca la desigualdad de género. La mujer es sometida a una doble forma de opresión: de clase y de género.
Vivimos en un sistema capitalista en el que las diferencias de clase son más que evidentes. Un sistema al que no le interesa que la desigualdad entre hombres y mujeres desaparezca. El sistema capitalista “dota” a la mujer de ciertos derechos civiles. Estos derechos para nada contribuyen a una total liberación de la mujer.
Bajo el paraguas del cosmopolitismo, se abandera un movimiento burgués de igualdad. Dicho movimiento es solo papel mojado y no lleva a una realidad en cuanto a la liberación de la mujer. El hecho de que algunas mujeres desempeñen puestos de dirección, puestos de administración e incluso cargos políticos, no hace desaparecer la desigualdad de género y, la violencia a la que siguen siendo sometidas muchas mujeres debido a su clase social.
Siguen existiendo mujeres que se ven obligadas a vender su cuerpo, mujeres que han de pasar por una gestación a cambio de dinero. Todavía existen muchas mujeres que son utilizadas como un simple medio de producción.
Las clases más favorecidas están acostumbradas, y sustentadas por el sistema, a poder adueñarse de incluso aquello que no les pertenece, como es el caso de la libertad de la mujer. Todo parece tener un precio, incluso el cuerpo femenino. El estatus social les hace pensar que tienen la potestad de poder abusar de una mujer cuando les plazca, lo avala su situación social, o al menos eso piensan.
Esto no quiere decir que todas las agresiones sexuales sean cometidas por las clases de “arriba” contra las de “abajo“. Pero existe un componente de clase a tener en cuenta.
Un ejemplo de ello es el último caso de una violación múltiple que ha tenido lugar hace unos días en una conocida discoteca de Valencia. Cuatro jóvenes estudiantes de odontología del CEU San Pablo, universidad privada de Valencia muy frecuentada por la clase alta valenciana, abusaron sexualmente de una joven de 18 años en los baños del local.
Al menos dos testigos han asegurado que los jóvenes eran clientes VIP de dicha discoteca y, que ni el servicio de limpieza ni el personal de seguridad auxiliaron a la joven. En un sistema como el capitalista, todo tiene precio, incluida la mujer. Las clases dominantes seguirán comprando, o robando, lo que les plazca.
Si no desaparece la desigualdad de clases, jamás podrá desaparecer la desigualdad de género. Una sociedad divida en clases, siempre será una sociedad igualmente divida por género.
Si se analiza el tema de la prostitución y las afirmaciones que en ocasiones lo sitúan en una cuestión “racial“, se llega a la conclusión de que siempre prima la cuestión de clase.
¿Por qué MichelleObama, pese a ser negra, nunca necesitará vender su cuerpo? ¿No nos encontramos pues frente a una causa socioeconómica y no racial? Si la causa socioeconómica de la desigualdad no desaparece, por muchos avances que se parezcan haber adquirido, jamás se podrá llegar al empoderamiento de la mujer en la sociedad.