El régimen dictatorial liderado por Juan Orlando Hernández (JOH) ha respondido con un aumento de la represión a su acorralamiento. Por un lado la corrupción de la que se acusa al actual líder de los poderes del Estado hondureño, quién según acusaciones surgidas en el curso de la investigación del “Caso Pandora“, habría saqueado varias instituciones públicas para sufragar no solo sus campañas electorales, sino también para llevar a cabo fraudes electorales contra sus enemigos políticos.
Por otro lado, el hermano del dictador, Tony Hernández, está siendo juzgado en Estados Unidos por ser parte de una red de narcotráfico que ha llevado varias toneladas de cocaína al país gobernado por Donald Trump, según la propia Agencia Anti drogas norteamericana (DEA, por sus siglas en inglés). Como un intento desesperado de silenciar a cuantas voces informen sobre la situación, el dictador JOH ha enviado a los militares a allanar la casa del excapitán del ejército Santos Rodríguez Orellana, quién fue expulsado de la institución castrense, por atreverse a denunciar que se investigase un helicóptero propiedad de Tony Hernández, vinculado con el narcotráfico.
Mientras tanto, la estrategia de la izquierda hondureña comandada por Manuel Zelaya, la Insurrección Popular pacífica, ya ha comenzado. Ayer tuvo lugar una manifestación del Partido Libertad y Refundación (LIBRE), que JOH no quiso permitir, por lo que volvió a reprimirla con fuego real, permitiendo a la Policía Nacional disparar a placer desde un autobús.
Tres manifestantes quedaron heridos, también el periodista Geovanny Sierra, quién recibió un disparo en su brazo derecho mientras cubría la marcha de LIBRE para el medio de comunicación UNETV. La estrategia de Manuel Zelaya junto a los casos de corrupción, que no podrían haber explotado en un mejor momento para el líder revolucionario, parece estar funcionando.
Juan Orlando Hernández actúa de una manera errática, con una declaraciones diplomáticas que incluso contradicen las pruebas aportadas por la fiscalía estadounidense contra su hermano, siendo superado en las calles por la Insurrección Popular, que no es capaz de sofocar ni con balas vivas.
JOH empieza a ser un cadáver político rechazado en los últimos días por importantes miembros de su propio partido, por lo que quizás un escenario de adelanto electoral empieza a ser factible, en un momento en que la izquierda está más movilizada que nunca.