La reforma de la ley electoral, demanda principal del movimiento 15M, llega al Parlamento
¿Para qué sirvió el 15M? Se preguntaban algunos españoles que pretendían significarlo como fracaso. Pues bien, los cambios políticos profundos no son una cuestión inmediata, y muchos menos los cambios políticos profundos. La historia es larga y no podemos esperar que esta quepa en el tiempo en que transcurre nuestra vida individual. Así, comienzan los preparativos para un cambio inédito en el sistema político español: el de la ley electoral.
La ley electoral de España está regulada por dos leyes: la propia Constitución de 1978 y la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG), derivada del propio artículo constitucional. No como el artículo 155, el cual no tiene desarrollo mediante ley orgánica. Sí lo tiene el artículo que reconoce el autogobierno de las famosas “regiones y nacionalidades”. Dicho sea que el hecho de que una ley electoral esté incluida en una constitución es de lo más extraño en el constitucionalismo europeo tradicional. Algo que habla del control que se pretendió ejercer en la Transición sobre la totalidad del sistema político.
La reforma de la ley electoral que negocian Unidos Podemos y Ciudadanos no busca cambiar la Constitución de 1978 sino la LOREG, por lo que seguiría reconociendo la circunscripción provincial pero la reforma permitiría dejar el Sistema D’Hont para sustituirlo por el Saint-Lägue. Los nombres hacen referencia a metamáticos y ecuaciones para dividir los escaños. La Saint-Lägue es la más proporcional. Otras de las propuestas presentadas por Unidos Podemos a Ciudadanos es bajar la edad para emitir el voto a los 16 años y asegurar legalmente las listas cremallera, es decir, que estén compuestas en un 50% por mujeres.
Ciudadanos, a través de su portavoz, Juan Carlos Girauta declaró ayer que ambas formaciones “comparten objetivos” porque la diferencia en el número de votos que hacen falta a uno y otro partido para obtener un escaño “es escandalosa”. Por su parte, Irene Montero, también calificó las conversaciones mantenidas entre los dos portavoces como “muy productivas”. Y es que el tono amable visto ayer –sonrisas mutuas incluidas— entre estos dos partidos no es precisamente lo más habitual. De esta manera, las negociaciones quedarán ahora en manos de cada uno de los equipos técnicos y se establecerá una línea de comunicación permanente, aunque hay una cuestión que distancia a las formaciones: la voluntad de Ciudadanos de incluir un punto que prohíba a los prófugos de la justicia presentarse a las elecciones. En realidad, es hasta difícil visualizar esa prohibición en su forma legal. No obstante, es un punto al que, por el momento, Girauta restó importancia.
El hecho de que Ciudadanos quiera introducir esta polémica demanda no hace sino poner de relieve el motivo por el que el partido naranja busca un entendimiento ahora con Unidos Podemos. Tanto las elecciones generales como las catalanas –sobre todo estas últimas— dejaron a la agrupación de Albert Rivera en una posición en la que les era insostenible defender la actual ley electoral. En Cataluña los independentistas nos hubieran alcanzado la mayoría absoluta y Ciudadanos habría sido el encargado de formar gobierno forzando a En Comú-Podem a tener que decidirse entre los dos bloques. Comienza así la ofensiva de Rivera contra un Mariano Rajoy tan desubicado como Carles Puigdemont. Por otro lado, Unidos Podemos busca aprobar una de esas medidas simbólicas que los deje como los defensores de los movimientos sociales, al estar directamente vinculada la propuesta con la demanda del 15M. Del mismo modo, también tiene como objetivo desquitarse de la idea comúnmente aceptada de que son un partido intransigente, incapaz de negociar con otras agrupaciones y cerrado sobre sí mismo en una etapa política que requiere acuerdos para tomar medidas de calado. Los intereses coyunturales convergieron y ambos partidos dejaron momentáneamente su mutua belicosidad.
El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) es quien más tiene que perder tras esta sorprendente maniobra que deja en jaque a los partidos tradicionales, por lo que las portavoces Margarita Robles y Adriana Lastra reaccionaron de manera contundente. Ambas hicieron referencia al interés partidista de esta reforma que no piensa en el consenso sino únicamente en los intereses propios. Para el PSOE debería existir consenso para llevar a cabo la reforma, es decir, que el PP esté de acuerdo en la modificación. Robles declaró que el cambio de la ley electoral “no es solo una cuestión a tratar entre dos o tres fuerzas políticas sino que cuando hablamos de algo tan serio como las reglas de juego democrático tenemos que tener la visión de todas las fuerzas” y resaltó también que “es muy curioso que determinados partidos piensen exclusivamente en sus intereses electorales”. Lastra fue más dura y dijo que la reforma de la ley electoral “no es una subasta. No es que cada grupo vaya con una propuesta a arrojarla en la mesa del otro”. Además acusó a Unidos Podemos y Ciudadanos de estar favoreciendo al gobierno con esto: “Mientras unos están con la calculadora otros estamos defiendo a los pensionistas, mientras unos hacen apuestas o propuestas que les interesan sustentan al Gobierno” En ElEstado.net nos gustaría conocer cuál es la manera en la que se negocia en el PSOE; cómo se favorecería al gobierno con una reforma que le restaría 15 escaños en el Congreso con los resultado del 26 de junio; y por qué haría falta el ‘sí’ del Partido Popular si la democracia es un sistema en que las mayorías imponen sus propuestas a las minorías respetando las reglas del juego.
Ambas dirigentes también destacaron que la propuesta actual no es la que en un principio llevaba en su programa ninguno de los dos partidos. Y es cierto que Unidos Podemos y Ciudadanos llevaban en sus programas de gobierno sistemas electorales distintos. Los primeros querían reforma la articulación constitucional y la circunscripción provincial, mientras que los de Rivera prometían una circunscripción única. Sin embargo, ninguna de las dos agrupaciones tiene suficiente fuerza como para hacer sus deseos realidad, por lo que tienen que ceder en sus planteamientos originales para acercarse a su programa. De hecho, el PSOE, en su programa electoral para las elecciones del 20 de diciembre, no llevaba ninguna de las medidas de gobierno que pactó con Ciudadanos.