El golpismo hace oídos sordos a la renuncia de Evo Morales, sosteniendo la violencia
Evo Morales renunció a su cargo después de semanas de escalada de violencia, que concluyó con la “sugerencia” al presidente que renuncie a su mandato, pronunciada por el comandante general de la Fuerza Armada de Bolivia, Williams Kaliman. “Renunciamos para que no sigan quemando casas, intimidadas nuestras familias y amenazadas, por eso renunciamos”, dijo desde Chapare.
La violencia en las calles los últimos días hacía presagiar dicho desenlace. El centro de La Paz fue tomado desde el sábado por la mañana por grupos opositores. Desde ese instante comenzaron a circular imágenes de policías armados en las calles junto a grupos opositores, también se produjo un asedio de forma indiscriminada a los medios de comunicación estatales, se incendiaron casas de dirigentes del oficialista Movimiento Al Socialismo, y se amenazó a todos aquellos que pretendían seguir respaldando al gobierno de Evo Morales.
Dentro de este contexto, el golpe de estado pudo perpetrarse sin más dilación y se culminó con el acto simbólico, acto previo a la intervención de Evo Morales, llevada a cabo por Luis Fernando Camacho, dirigente del proceso golpista, quien accedió al Palacio Quemado -antigua sede del gobierno- donde se fotografió junto a una bandera de Bolivia y una biblia.
La renuncia de Morales, y también la del vicepresidente Álvaro Linera, se sucedió después de varios actos antidemocráticos. Por ejemplo, las autoridades del TSE, María Eugenia Choque y Antonio Costas, fueron detenidos por la policía. Por ello, por la situación trágica, la creciente militarización y la persecución indiscriminada, también renunció la presidenta del Senado, Adriana Salvatierra, quien debía asumir la presidencia. Y lo mismo sucedió con quien debía seguir, el primer vicepresidente.
Queda abierto así un escenario cargado de preguntas e incertezas entorno a la forma que va a tomar el “reordenamiento“, que será conducido y orquestado por la Policía Nacional, las Fuerzas Armadas, los dirigentes golpistas, los empresarios que auparon, financiaron y respaldaron, en especial, a Luis Fernando Camacho y, el gobierno de Estados Unidos.
Tras los sucesos, las denuncias internacionales, y las muestras de respeto fueron creciendo a modo exponencial. Lula Da Silva, Alberto Fernández, Nicolás Maduro, Pablo Iglesias y Jeremy Corbyn fueron algunas de las personalidades en mostrar públicamente su parecer. No obstante cabe destacar que Marcelo Ebrard, secretario de relaciones exteriores de México, anunció haber recibido a “20 personalidades del ejecutivo y legislativo de Bolivia en la residencia oficial de La Paz, de así decidirlo ofreceríamos asilo también a Evo Morales”.
En su cuenta de Twitter el dirigente boliviano afirmó que “quiero que sepa el pueblo boliviano, no tengo por qué escapar, que prueben si estoy robando algo. Si dicen que no hemos trabajado, vean las miles de obras construidas gracias al crecimiento económico. Los humildes, los pobres que amamos la Patria vamos a continuar con esta lucha”. Y ratificó: “Mesa y Camacho no sigan persiguiendo, secuestrando y maltratando a mis ministros, dirigentes sindicales y a sus familiares”.
Como concluyó en su discurso de Evo Morales “la lucha sigue“, pero ahora cabe seguir con atención este proceso cargado de incertidumbres y así poder certificar que horizontes deparan al pueblo boliviano, y en definitiva al orden geopolítico y constitucional del panorama internacional.