Llevo leyendo sobre las comunas de Venezuela desde que el presidente Chávez las teorizó e impulsó como manera de profundizar el socialismo. Ahí está el Plan de la Patria 2013-2019 como eterno testigo de ello. Sin embargo, no las llegaba a comprender del todo, pensaba que sí, hasta que la semana pasada tuve la oportunidad de visitar una de ellas. La llamada “El Panal” en el barrio 23 de enero, el más revolucionario del país.
Mucha gente dentro del campo de la izquierda sostiene que Venezuela es un Estado capitalista sin interés por avanzar hacia el socialismo, del otro lado se dice que el país caribeño es una suerte de horrible dictadura comunista. No comparto ninguna de las dos posiciones.
En Venezuela existe un proceso que camina hacia el socialismo, lo que significa que la superestructura del capitalismo no está totalmente destruida, porque es imposible hacerlo en 20 años de proceso con todos los ataques recibidos de manera constante.
Sin embargo los sectores estratégicos están nacionalizados, igual que los recursos naturales e hidrocarburos, la educación y la sanidad son gratuitas. Las condiciones laborales están sujetas a leyes que buscan beneficiar el interés de los trabajadores por encima del de los grandes empresarios. No se permite la especulación del suelo. Hay mimbres suficientes como para poder expresar que, si bien no es socialismo, sí se dirige hacia él.
Como apunte para los que piensan que es una dictadura, durante la visita a la comuna, unos cuantos señores en varias motos nos gritaron “¡Viva Guaidó no joda!“, ¿cómo sabían que éramos chavistas? Supongo que llevábamos las acreditaciones del congreso de comunicación demasiado visibles y los turistas no suelen ir a visitar en grupos las experiencias socialistas del chavismo.
Siguiendo con el hilo socialista, no hay mayor hecho del mismo que la democratización de los medios de producción. Y en esa comuna eso ya había sucedido. No se me ocurre mejor manera de que el pueblo pueda participar de forma más directa en los asuntos públicos. No soy capaz de imaginar algo más democrático que el hecho de que los ciudadanos sean los dueños de lo que acontece en su realidad cotidiana.
Allí hacían su propio pan, cultivaban sus propias verduras y frutas, tenían sus tiendas de ropa -ellos mismos habían creado su marca de ropa-, de comida, peluquería, consultorio médico con galenos cubanos, estaban construyendo una farmacia, sus propias canchas de deporte, su radio y televisión comunitarias… Todo gestionado por los propios trabajadores, todo para sus habitantes, para el común, sin patrones que traigan la injusta plusvalía.
Nos comentaron que como ésta, existían miles por todo el país, y que cada día, por el impulso de Nicolás Maduro, se configuraban más.
¿Existe el socialismo en Venezuela? Sí.
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