Lucio Martínez Pereda “VOX surge de la Zarzuela para caminar hacia un cierre reaccionario de la crisis de estado”
En los últimos tiempos el término “fascismo” se encuentra en la primera línea del argumentario popular y mediático, pero para un uso exento de toda frivolidad y banalidad, (que el tratamiento de dicho concepto merece) es necesaria una lectura histórica.
Como bien aclara Lucio Martínez Pereda, la historia ni se supera ni se repite “la historia -es decir el transcurrir de los hechos en el tiempo- transita sin tener conocimientos históricos“. Por ello en las manos de la conciencia colectiva se encuentra el devenir de esta.
Lucio Martínez Pereda es un historiador e investigador especializado en la guerra civil y el franquismo, hecho que demuestra su bibliografía entorno al tema. El autor sobretodo investigó la retaguardia franquista durante la guerra civil española: propaganda, la movilización y politización de las masas en Galicia en la fase inicial de la dictadura.
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Frente a la cuestión actual Martínez Pereda advierte que “si pensamos en los fascismos pseudomilitarizados de los años 30, evidentemente no” existe tal devenir conceptual en el presente. Pero advierte “que una democracia respete los aspectos formales de la misma: separación de poderes, libertad de expresión, pluralismo en la concurrencia electoral y una carta de derechos para todos los ciudadanos, no significa que el estado ponga los medios para llevarlos a cabo“. Esto es un hecho relevante en el panorama tangible, ya que “algunas democracias pueden convertirse en una mera funda aparencial que dentro está llena de contenidos no democráticos y ese parece ser el caso de España” aclara Martínez Pereda.
Frente a la consideración y valoración democrática, el historiador señala que “ahora existe en España una democracia de Ley y Orden, o como dicen algunos politólogos, una democracia de baja calidad. Hay que pensar que esta crisis de estado actual se ha originado por la negativa de un gobierno a organizar algo tan democrático como un referéndum“. Por estos cauces puede desentrañarse con total libertad “el segundo fascismo, o fascismo blando que ahora únicamente es una cultura política pujante, pero puede ser incluso peor que el primero, ya que disfrazado bajo de democracia, y creciendo con ella, resulta más difícilmente detectable“.
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En este pretexto se hace necesaria una breve referencia a VOX que, cree Martínez Pereda y aclara, que “es una simple intuición, es un partido laboratorio surgido de la Zarzuela y los servicios de inteligencia aprovechando el contexto internacional de eclosión de la extrema derecha. Creo que la función de VOX es presionar al resto de los partidos de derechas para caminar hacia un cierre reaccionario de la crisis de estado“.
Con el flagrante auge a nivel global del “neofascismo” y este “cierre reaccionario de la crisis de estado“, el Gobierno en funciones del PSOE decidió llevar a cabo una supuesta reparación por los crímenes de guerra llevados a cabo por el fascismo. Esta implicó la exhumación de Francisco Franco, que Martínez Pereda considera que “se ha realizado con más de 25 años de retraso. En 1982, tras la primera victoria electoral del PSOE, cuando el ruido de sables había desaparecido del horizonte político, podría haberse exhumado el cadáver del dictador“.
“Esta exhumación ha sido realizada en un momento de intensa polarización política y ha sido hábilmente aprovechada por la ultraderecha para reactivar un neofranquismo, que ya no es únicamente de viejos nostálgicos, es un neofranquismo al que se apunta población joven manipulada propagandísticamente por todo el conjunto asociativo de la ultraderecha que orbita entorno a VOX“. Estos hechos, dirigidos con cautela por la propaganda mediática, considera Martínez Pereda, que nos lleva a una situación en la que “es lógico suponer que acabe estimulando el voto de una nueva generación de neofranquistas“.
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No obstante ante la exhumación de Francisco Franco se estableció un férreo debate de contrapuestas opiniones sobre si este había sido un acto reparador o un entierro con grandes honores. Ante ello Martínez Pereda dilucida que “fue un acto reparador, pero el excesivo tratamiento mediático lo acabó convirtiendo en un espectáculo y consecuentemente en una oportunidad para que los antidemócratas montaran un show. El gobierno únicamente pretendía intensificar visualmente y rentabilizar electoralmente el valor del acto realizado y creo que no contó con los efectos colaterales que podían producirse“.
Los efectos de la exhumación aún están por dilucidar, pero lo que sí tiene claro Luis Martínez Pereda es que “la ley de la memoria histórica es a todas luces insuficiente, se hizo mirando por el espejo retrovisor para no molestar a los votantes de derechas y no desprestigiar la Transición“. Así pues, se hace necesaria, según la opinión del investigador memorialista, una reforma de la ley. Esta debe “dotarse de mecanismos sancionadores en caso de incumplimiento, además de medidas económicas para implementarla y ampliarse con una Ley de Memoria Democrática que la complemente“.