Comunicación contra la desinformación.
Con sorpresa (y por qué no decirlo, con cierta alegría), recibimos hace ya unos meses el memorable trabajo del ínclito Eduardo Inda en su medio de comunicación sobre las grabaciones de Villarejo y las manifestaciones de Corinna acerca de las supuestas comisiones de papá, simultáneamente compartido por el diario de Pedrojota e inmediatamente recogido a su vez por el resto de medios de comunicación.
Los más optimistas atisbábamos ya un escándalo de tan considerables proporciones que a buen seguro, ante la innegable gravedad de los hechos, comportaría un cuestionamiento tan evidente de la institución que, pensábamos, no podría desembocar más que en un referéndum consultivo sobre la forma de gobierno que desease darse este país, y que los republicanos confiamos en que sea otra bien distinta de la propiciada por el dictador.
¡Hasta los programas del corazón entraron a saco en el tema!
Pero… llegaron las vacaciones y… fuese y no hubo nada.
El esperado parto de los montes, ni siquiera fue un ratón.
Por pura coherencia, todos los que colaboramos en este medio lo hacemos con orgullo bajo la leyenda que exhibe en su portada:
Comunicación contra la desinformación.
Y yo me pregunto: ¿qué mejor ejemplo de pastoreo informativo que este silencio (impuesto o autoimpuesto), de todos los medios de comunicación, televisiones, cadenas de radio, periódicos, incluso de los que tan ingenuamente consideramos más progresistas?
No creo, sinceramente, que si este humilde cronista tuviese la improbable oportunidad de mantener una conversación profunda con esta señora, encontrásemos muchos puntos en común. Pero en algo sí que coincidiríamos: estoy con ella (metafóricamente) cuando según parece manifestó su sorpresa y su desacuerdo ante el supuesto comisionamiento de nuestro eximio rey emérito por la adjudicación de ciertas obras. Ella entendía acertadamente que esa era su obligación. Y digo yo también, eso efectivamente, va ya en su sueldo.
Pero es más entretenido y mas políticamente correcto, según parece, hablar de Cristiano Ronaldo o Luis Enrique, de Trump, del cambio de hora, de los lazos amarillos, de la cantidad de coches que ahora vamos a comprar hasta noviembre, o de la disminución de incendios.
En fin… Cada medio de comunicación tendrá sus motivos, o sus hipotecas, pero no me resisto a gritarles:
¡Basta ya de este silencio cómplice!
Delenda est Moscardó.