Venezuela: crónicas de una invasión anunciada (II)
Cada día que pasa el presidente Nicolás Maduro en el poder, es veneno y daga para el imperialismo. El golpe internacional se desmorona entre las opiniones de los usuarios, las críticas, las interrogantes. Con cada hora la legitimidad del outsider que condensó las esperanzas del fascismo internacional se va como arena entre los dedos.
Haciendo gabinetes y reuniones paralelas las verdaderas noticias se producen a lo interno, con un Juan Guaidó muy activo. Por el lobby de la Asamblea Nacional han transitado empresarios, representantes de multinacionales, políticos, alcaldes de derecha (curiosamente electos por el mismo órgano electoral que proclamó a Nicolás Maduro Presidente de Venezuela).
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La paradoja no deja de ser atractiva, pues estos alcaldes planean desconocer a Nicolás Maduro, pero sin desconocer el dinero asignado por el poder central, un caos conceptual y semántico. Pero personalmente me llama poderosamente la atención una reunión del títere de Donald Trump con algunos personajes “de izquierda“; exministros de Chávez.
Con un currículum variopinto, esta rueda de amigos y amigas del imperialismo han ocupado efectivamente cargos en el tren ejecutivo del chavismo. Es el caso de Héctor Navarro en el área de educación, de Ana Elisa Osorio, en el área de salud y de Rodrigo Cabezas en algún área de finanzas, y tendrá que disculpar mi memoria querido lector. Su imagen es grisácea, oscura.
Desde hace tiempo han traicionado cualquier ideal en aras de una “lucha ética contra la corrupción” y un sempiterno “por ahí no es la cosa“. He perdido la nitidez necesaria para presentárselos y tampoco merecen una investigación. Son grises. Sin embargo sí que hay un par de animales interesantes en este zoológico de falsedad. El primero es Gonzalo Gómez, director de la web de noticias “contrahegemónicas” aporrea.org, y el segundo es Nicmer Evans, militante del Partido Marea Socialista. Sí, yo sé que tengo preferencias por lo comunicacional, y que estoy siendo selectivo. Pero el horror político de esta dupla bien valen unas líneas.
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Para aporrea, antigua referencia internacional de la Revolución Bolivariana, Maduro es el diablo. Y todo lo que se acerque con su estampa también. Sistemáticamente han emprendido una campaña de desprestigio y de manipulaciones contra Venezuela que se basa principalmente en la utilización de las emociones negativas que genera la guerra de IV Generación en el país.
Con la excusa de una comunicación abierta, este portal se convirtió en un vehículo expresivo para ese chavismo crítico, descontento. Un caldo de cultivo ideal para la consagración de matrices de opinión de los laboratorios de la CIA, que tienen como labor socavar la imagen del proceso bolivariano en sus propias filas.
Pero no se quedaron allí. En un insólito afán de protagonismo, su director Gonzalo Gómez hace algunos años atrás se sentó a dictar una conferencia con María Corina Machado. Desde esa oportunidad algo pasó con la credibilidad del portal. Su influencia cayó. Su encanto y su atractivo, que reside en la libre publicación, no bastaba para sostener la presencia del sitio en la web. Y en eso llegó Nicmer Evans, nuestro segundo personaje.
Evans prometía un refrescamiento. Una cara joven que trabajó en el gobierno de Hugo Chávez sin mucha suerte (con antecedentes de corrupción en el manejo de dinero público llegó a dirigir la Escuela Venezolana de Planificación, por la gracia de Jorge Giordani, que por cierto no lo vi reunido allí).
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Decíamos que su fugaz paso por la administración pública no le bastó ni le calmó la sed de reflectores. Siguió vociferando hasta lograr una “alianza” con el portal aporrea, y de esta maravillosa unión nacieron algunos programas de formato digital, notas de prensa…
Internacionalmente el término “socialistas” era su tarjeta de presentación. Una izquierda independiente, crítica, pura, popular. Así nació Marea Socialista. Y así se dieron a conocer, repito, internacionalmente. Aún puede usted leer querido lector algunos artículos en portales de izquierda a nivel mundial de este par de mamarrachos y sus aliados. Fuego cruzado contra Nicolás Maduro: “la revolución cayó“, “el PSUV no sirve“, “la corrupción nos mata“, “olvidaron al pueblo“, entre otras líneas argumentales, le proporcionarán más o menos una guía de identificación. En español e inglés claro.
Hoy son polvo cósmico. La maldición del arañero de Sabaneta no perdona, y se come viva a la gente. Los seca. Hago esta referencia porque no hay nadie indignado. Nadie se ha enfurecido con esta reunión. No generó titulares ni ningún tipo de pronunciamiento oficial ni popular. Nadie comenta. Un silencio sepulcral ronda una matriz de opinión edulcorada por la CIA, trabajada a detalle. La “amplitud” de un hipotético gobierno del fascismo. La “preocupación” por escuchar a los chavistas. El “don de estadista” de Guaidó al pensar un gobierno que involucre a las partes en conflicto.
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Una idea que nació del mismo analista que convenció al Pentágono de que la traición es digna de inversión en Venezuela. Que también ofertó la dignidad de aporrea.org al imperialismo. Que soñó con que esta reunión atrapara a algún incauto. Y que a pesar de los 20 años de intervenciones encubiertas, monitoreo y vigilancia, sigue sin entender una estampa libertadora única y continental. La dignidad de un pueblo que olvida rápido, se cura la herida, elimina al traidor y responde de forma inesperada cuando el enemigo piensa que está huyendo.