Análisis de la calidad democrática de los gobiernos que no reconocen al presidente de Venezuela Nicolás Maduro
Hoy Nicolás Maduro, el reelecto presidente de Venezuela, asume el cargo ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) como señala la Constitución Bolivariana de 1.999. Más de cien naciones que integran la Comunidad Internacional ya han anunciado que lo reconocerán, entre ellas las influyentes naciones de Rusia, China, Sudáfrica, India y México.
Sin embargo, hay un grupo de naciones de América, que siguiendo las directrices de Estados Unidos (EEUU), han decidido no reconocer el nuevo periodo presidencial del político revolucionario, expresando que las elecciones no contaron con las suficientes garantías como para validar el proceso. Tras la justificación, que como veremos más adelante, no está basada en otra cosa que las denuncias con las que la oposición actúa en su particular show mediático, se esconde una ofensiva estadounidense comenzada por Bill Clinton y mantenida por sus sucesores, para derrumbar la ola bolivariana que arrebató de las manos privadas los sectores estratégicos del sur del continente, entre ellos la joya de la corona: Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA).
Tras cosechar varias victorias y acariciar el llamado “cambio de ciclo“, gracias a los golpes de estado exitosos en Haití, Honduras, Paraguay, Brasil; y al lawfare que ha desalojado a la izquierda del poder en Argentina y Ecuador, la ola bolivariana parecía que iba a terminar. Sin embargo Cuba, Venezuela, Bolivia, El Salvador, Uruguay y Nicaragua han permanecido en manos de la izquierda, lo que ha permitido que los últimos intentos golpistas en Venezuela y Nicaragua no hayan triunfado. Junto con la victoria de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en México, EEUU y sus socios han visto alejarse el objetivo que anteriormente rozaban con los dedos.
En una muestra de una flagrante falta de inteligencia política, EEUU y sus socios han decidido mantener la ofensiva antibolivariana. Quizá para no tener que admitir que los recursos empleados desde las guarimbas en 2014 -momento en que el ataque antidemocrático contra la izquierda se recrudeció aprovechando la falta física del líder de la misma, Hugo Chávez-, han sido gastados en vano. Su momento ya ha pasado, porque han gastado todas sus iniciativas en la OEA, en la ONU, en la CIDH y en el resto de foros, sin lograr convencer a la mayoría de países de que la intervención militar es necesaria, ni tampoco de un cambio de gobierno al estilo de Brasil. Y ahora que la otra potencia económica y diplomática de América Latina, México, se ha bajado de la ofensiva imperialista, el cádaver ya está enterrado.
De ahí que EEUU y su socios hayan bajado todavía más el listón para plegarse a la estrategia de la oposición venezolana, que no ha sabido ni mantenerse unida en los momentos más bajos del chavismo, que sufre más de lo debido ante el boicot tanto externo como interno por seguir siendo dependiente del rentismo petrolero.
Hoy lo que harán es no reconocer al gobierno de Nicolás Maduro, pero seguirán reconociendo su petróleo, por lo que a efectos de la realidad económica, dará igual una declaración de un grupo de países. Expresan que en las pasadas elecciones presidenciales la oposición no se pudo presentar, pero sí lo hizo, presentando dos candidaturas, la de Henry Falcón y la de Javier Bertucci. El resto de la oposición decidió no participar, pero podrían haberlo hecho si hubieran querido, con los otros dos candidatos neoliberales.
Hubo acompañantes internacionales, incluso de signo político contrario al gobierno de Nicolás Maduro, se auditó públicamente el proceso, tanto antes en el simulacro, como después. En las auditorías estuvieron presentes los representantes electorales de las formaciones opositoras que participaron en las elecciones. La participación fue similar al de los mismos procesos de la región pese al llamado abstencionista de la oposición difundido en todo el mundo, y Maduro ganó con mucho más apoyo que, por ejemplo Iván Duque, sin embargo el cargo del venezolano se pone en duda por el dato de la participación y el del colombiano no.
Llegados a este punto deberíamos pensar si los países que no reconocen el nuevo mandato el presidente Nicolás Maduro cuentan con la suficiente calidad democrática como para permitirse dar lecciones sobre democracia a otros países. Observemos a los más beligerantes.
Colombia
- Fraude electoral en las últimas elecciones: Sí. En la primera vuelta se descubrió una compra masiva de votos en favor del candidato Iván Duque, y en la segunda se presentaron pruebas en las que se evidenció el cambio de los votos en miles de planillas electorales.
- Represión de la oposición durante las últimas elecciones: Sí, incluso un militante del principal partido de oposición liderado por Gustavo Petro, resultó asesinado.
- Represión de la oposición a día de hoy: Sí, decenas de líderes sociales son asesinados cada semana en Colombia.
- Separación de poderes: La corrupción en Colombia provocada por el narcotráfico, ha conseguido que los poderes del Estado se unan para beneficiar a los narcotraficantes, gracias a los vínculos creados y profundizados durante el gobierno del expresidente Álvaro Uribe.
- Participación en las últimas elecciones: 54%
- Hubo boicot abstencionista difundido por los medios de comunicación: No.
Brasil
- Fraude electoral en las últimas elecciones: Las últimas elecciones en Brasil fueron organizadas por la dictadura que derrocó a Dilma Rousseff. En las mismas el principal candidato de la oposición, Lula da Silva, no se pudo presentar a causa de una persecución política que acabó con él en la cárcel, pese a no existir pruebas que demostrasen las acusaciones en su contra.
- Represión de la oposición durante las últimas elecciones: Sí, la caravana de Lula fue atacada incluso con explosivos en varios momentos antes de su entrada en la cárcel.
- Represión de la oposición a día de hoy: Sí, tras el inicio de la dictadura de Michel Temer, se han producido varios asesinatos de líderes de los movimientos campesinos, destacando el de Marielle Franco concejal del PSOL en Río de Janeiro. Esta represión, que también han sufrido estudiantes y mujeres, se mantiene hasta el día de hoy. El nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ya ha confirmado que bajo su liderazgo, esta persecución aumentará.
- Separación de poderes: No. Tras la dictadura los poderes están concentrados en el ejecutivo. Una muestra es que Jair Bolsonaro ha puesto como su ministro de justicia al juez Sergio Moro, quién lideró el fraude judicial contra Lula da Silva.
- Participación en las últimas elecciones: Cercana al 80%.
- Hubo boicot abstencionista difundido por los medios de comunicación: No.
Honduras
- Fraude electoral en las últimas elecciones: Sí, confirmado por los propios expertos electorales de la OEA. Recientemente se ha descubierto que el fraude en favor de Juan Orlando Hernández se pagó con dinero público, robado dentro de la trama de corrupción Pandora.
- Represión de la oposición durante las últimas elecciones: Sí, la ONU llegó a aseverar que las manifestaciones contra la dictadura se dispersaban con fuego real.
- Represión de la oposición a día de hoy: Sí, los escuadrones de la muerte creados por Micheletti en 2009 para impedir el regreso de la democracia tras el golpe de estado, siguen activos.
- Separación de poderes: No. El hecho de que Juan Orlando Hernández se haya presentado para un segundo mandato cuando la Constitución de 1.982 lo prohíbe con el visto bueno del poder judicial y electoral, lo demuestra.
- Participación en las últimas elecciones: 60%.
- Hubo boicot abstencionista difundido por los medios de comunicación: No.
Ninguno de estos países albergan democracias asentadas, tampoco sufren sanciones comerciales por parte de la mayor potencia económica mundial, ni la mayoría de los medios de comunicación se centran en iluminar sus errores y ocultar sus aciertos. Aún así en ellos hay más analfabetismo, pobreza y miseria que en Venezuela, según los indicadores de instituciones de la ONU como la CEPAL, y los expertos independientes.
Gracias a que los gobiernos de esos países no impiden a las empresas privadas que poseen los medios de comunicación, acceder a sus recursos estratégicos, se pueden permitir dar lecciones de democracia a otros países como Venezuela, que sí mantienen en manos públicas sus recursos, para garantizar una vida digna a sus habitantes.