Perseguido por la justicia, víctima de una infamia, este bandolero legendario repartía lo robado entre los pobres y se le conocía como “el bandido generoso”. El caso de Diego Corriente es todo un hito de los romances: aventurero, justo, nunca mató a nadie, gallardo y burlón, amante y del pueblo.
¿Es real este personaje? ¿Es sólo un fruto de las historias románticas de bandoleros?
“Diego Corriente soy yo,
aquél que a nadie temía,
aquél que en Andalucía
por los caminos andaba
el que a los ricos robaba
y a los pobres socorría”
– “Diego Corrientes o El Bandido Generoso”, de José María Gutiérrez de Alba, 1848-1850
Una Historia de Bandoleros
Cuenta la leyenda que, cerca de Utrera, en Sevilla, un buen día de 1780, Diego Corriente asaltó a cierto miembro del Consejo Castellano con otras figuras ilustres y acomodadas en su carromato y le mandó que bajasen:
– No ç’açûtte uçía. Diego Corriente roba a lô ricô, çocorre a lô probê y no mata a naide. A uçía l’an engañao, çi l’an dixo otra coça. Lo que Diego hase, cuando yega er caço, é demôttrâl-le ar Çeñó der Gran Poé qu’ëttá en la Audençia, qu’él no teme mäh qu’ar Çeñó der Gran Poé qu’êttá en Çan Lorenço. *
* Aunque los textos de la época reproducen el acento andaluz de las palabras de Diego Corrientes, no existen dos versiones idénticas de la adaptación de su habla, por lo que hemos optado por usar “andaluz EPA”, que podéis consultar en Er Principito Andalú.
Hizo volver a subir a todo el pasaje, pero desde su caballo le puso la bota al consejero para que se la abrochase.
Esto abrió una encarnizada enemistad entre el juez y Diego. El bandolero esquivaba sagazmente a las hordas de soldados que enviaban en su busca, hasta que el consejero ofreció una jugosa recompensa en oro por su cabeza. Con esto, consiguió que se personase en su residencia alguien embozado que afirmaba tener noticias de su paradero, pero no era más que Diego Corriente, que al punto le encañonó con su arma.
– Yo çoy Diego Corriente. ¡Lô dieç mir realê, y pronto! *
El mito contra el hombre
Pese a todo, Diego Corriente Mateos existió realmente, como suele pasar, y a continuación veremos cuánto de verdad hay en su historia.
Diego Corriente (llamado erróneamente Corrientes a menudo) nace en Utrera, provincia de Sevilla, el 20 de octubre de 1757. Revelándose contra la explotación de las jornaleras del campo, con 19 años empieza a robar caballos de los latifundios. Medía 177 cms., blanco, rubio, con ojos pardos y grandes patillas de pelo, algo picado de viruelas y una señal de corte en el lado derecho de la nariz.
Francisco de Bruna era el juez perseguidor, por orden del rey, que relata la leyenda transcrita más arriba. Diego tan sólo ejerció unos pocos años, en los que se labró una de las famas más extensas del bandolerismo andaluz. Sus ayudas no perseguían ganarse el favor del pueblo, ya que era vocacional ayudar a sus compatriotas contra la nobleza y la burguesía. Protegía a las desvalidas del abuso de gobernantes, aristócratas y usureros y devolvía, según su visión, lo que correspondía a aquéllas a quienes habían robado o timado.
Finalmente, Diego huyó a Portugal, y fue apresado en Covilha. Sobornó a los guardias y consiguió escapar, para volver a ser preso en Olivenza (Badajoz, pero entonces portuguesa) por una traición, y se lo llevan entre cien soldados el 25 de marzo de 1781. El día 30 en Sevilla es ahorcado en la Plaza de San Francisco y descuartizado. Sus restos se repartieron por todos los lugares donde ejerció como bandolero. Tenía 23 años.
En el Hospital de la Caridad de Sevilla se conserva el texto con su última voluntad: que “çe gastaren en un poco de pan que çe dió a lô preçô a pedimento del delincuente 37 realê de veyón”* que poseía.
En 1959 se estrena una película con sus aventuras novelizadas. También ha habido numerosas novelas como la de 1866 la de 1910.