Vamos a ver una cosa. Se llevan a cabo unas elecciones limpias -tanto que a día de hoy no hay pruebas del fraude, apenas de un error que según la propia OEA no cambiaría el resultado final al ser del 0,00 “algo” del total-, la derecha las rechaza porque tras décadas de victorias no ha aprendido a perder, muta en golpista y rompe la democracia para alcanzar el poder con 0 votos. Y una vez está en el poder anuncia que va a celebrar elecciones, ¡justamente los golpistas que no han sabido acatar el resultado! El lobo cuidando de las gallinas.
No lo sé. Quizá hay algo que se me escapa, pero los que rompen la democracia por recuperar antiguos privilegios perdidos, no van a tener las herramientas necesarias no ya para arreglarla, sino para hacerla funcionar en uno de sus mecanismos más importantes: las elecciones. Más aún cuando han demostrado no respetar el resultado de las mismas.
Una pregunta: ¿la derecha boliviana, mutada ya en fascismo a juzgar por el discurso de odio aplicado en forma de violencia con tics de terrorismo de estado, va a permitirse perder unas elecciones después de haberse mostrado ante Bolivia, y el mundo, como la oligarquía represora que tanto se ha esforzado por ocultar desde 2006?
>>La violencia del golpismo boliviano liderado por Jeanine Áñez (+vídeos)<<
Considero que no, porque no han dejado caer la máscara de demócratas, no se han descubierto como unos fascistas, solo para abandonar el poder dentro de unas pocas semanas o meses.
La inversión hay que recuperarla, como lo hizo el fascismo hondureño -el precedente de los sucedido en Bolivia- que lleva 10 años en el poder desde el golpe, siendo ahora, una década después cuando la izquierda derrocada empieza a crear brechas en la dictadura, con vistas a alcanzar el poder en uno de los dos próximos ciclos electorales. Una década en la que todo se ha privatizado y el narcotráfico ha entrado hasta sentarse en la mesa más grande del despacho presidencial.
Por lo tanto, que cambien a los miembros del Tribunal Supremo Electoral es solo una evidencia más del fraude electoral que se está preparando.
Si para asumir como dictadora, -el fascismo la llama “presidenta” y luego uno de esos apellidos con los que la oligarquía normaliza sus golpes a los trabajadores, creo que es “encarga” o “interina“, me da exactamente igual en cuanto a que no es más que un chiste-, Jeanine Áñez hizo caso omiso al necesario quórum, no van a seguir las reglas constitucionales -¿para qué? si vienen de dar un golpe de estado- para nombrar a nuevas autoridades electorales. Nombrarán a gente de confianza, fascistas que harán lo que diga el guión que se les pase.
No perdamos de vista que la organización de estas elecciones fraudulentas solo responde a una cuestión: revestir al golpe con una capa de democracia lo más rápido posible, para que la Comunidad Internacional pueda reconocer al golpismo como autoridad constitucional, y tener un interlocutor válido para gestionar la privatización del litio, que Evo Morales mantenía en manos públicas para que sus beneficios fueran a parar a todos los bolivianos.
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