Dos turistas nórdicas degolladas en Marruecos, la violencia machista no tiene límites
Hace poco más de una semana que una noticia devastadora como lo es el asesinato de dos turistas nórdicas que viajaron a Marruecos, ha sacudido a la sociedad de ese país. De nuevo, un asesinato machista ha acabado con la vida de dos jóvenes, que habían viajado hastaMarruecos con toda la ilusión del mundo, como mostraban en sus redes sociales. El hecho de que haya sido en ese país ha despertado la xenofobia y el racismo de los grupos de extrema derecha, pero no hay que olvidar que la violencia machista no tiene nacionalidad, ni color de piel.
Esta triste noticia, deja un peligroso mensaje subliminal: es peligroso viajar a un país en vías de desarrollo, como Marruecos. Mensaje que es muy falso, porque como todos sabemos, una chica fue asesinada cerca de su casa por un vecino suyo, en España. Con lo que el argumento de que han sido asesinadas por viajar solas a un país supuestamente peligroso queda completamente desmentido. El problema es el machismo y la violencia de género.
La propuesta de endurecer las penas no es una solución válida, ya que como dejó claro una diputada en el congreso, hay que educar a las generaciones actuales y venideras para llegar a alcanzar el cambio por el que tantas mujeres y tantos hombres luchan cada día por conseguir.
Hay que empezar por creer a las mujeres y dejar de culparlas por la violencia machista que sufren. La sociedad machista en la que vivimos tiene la gran capacidad de culpar, siempre, a la víctima buscando en el contexto de su muerte o violación algo que la culpe. Si fue su pareja, debería (ella) haber escogido mejor y no juntarse con gente violenta; si fue de noche, no debería (ella) salir sola a esas horas; si fue en verano, no debería (ella) ir poco tapada; si fue en un país extranjero, no debería (ella) viajar sola. Cuando realmente el problema no somos nosotras, son ellos, los asesinos y violadores.
Los más triste es que hace muchos años atrás muchas muejres ya clamaban por el cambio de mentalidad, cambio que parece inalcanzable. Pero no hay que perder la esperanza, ni las ganas de luchar para conseguirlo. La ola de solidaridad en las redes sociales de marroquíes que se avergüenzan de lo ocurrido en su país, deja entrever que sí hay esperanza para todos.