El fondo del fondo: El FMI, los verdaderos rescates y el ajedrez geopolítico (II)
Este artículo es la continuación de El fondo del fondo: la falacia del rescate económico del FMI (Primera Parte). Para leerlo, haga click aquí.
EL FMI tiene un historial bastante amplio en todo el planeta. En esta segunda entrega resumiremos algunos de sus principales programas de rescate en Europa, África y Asia.
El Caso Grecia y el beneficio para la banca
En 2010, Grecia cayó en una grave crisis, lo cual le llevó a recurrir a las recetas y condiciones neoliberales del FMI (y del Banco Central Europeo y la Comisión Europea. A los tres se les conoce con el nombre de “la troika”).
Desde esa fecha ha tenido 3 “rescates”: en 2010, 2012 y 2015. Llevan 9 años de recesión, los sueldos perdieron 30% de poder adquisitivo. La tasa de desempleo en abril de 2010 se situaba en el 12%; en abril de 2019, en 17.6, su tasa más baja desde el 2011.
Si algo tenemos grabado en piedra quienes creemos que hay un poder económico hegemónico y con capacidad de afectar de una u otra forma a toda la población, es que quienes están dentro de este poder se manejan a través de coaliciones explícitas.
Lo que significa que hay un ejercicio de protegerse los unos a los otros en pro de conservar y defender sus privilegios dentro del sistema. Una dinámica en el que está claro socorrer a cualquier elemento que pertenezca o esté dentro de este enorme engranaje de poder.
De ahí que, muchos de los programas que el FMI desarrolló implicaban salvar a la banca. Exactamente eso fue lo que pasó en el caso griego. El primer desembolso del FMI no estuvo destinado a mejorar la economía ni ayudar al pueblo griego, sino a salvar a los bancos.
Y no solo bancos griegos sino extranjeros: franceses, alemanes y holandeses que habían hecho préstamos al sector público y privado de Grecia. Pero sin ninguna garantía o medidas de precaución, y que entre ellos poseían el 70 % de deuda griega. Por supuesto, todo esto ocurrió con el beneplácito del gobierno de turno.
Como Grecia pertenecía a la zona euro (adoptó al euro como moneda oficial), el FMI manifestaba que era imposible que Grecia vuelva a ser competitivo mediante la devaluación de la moneda, con esa justificación, se hizo una devaluación interna: devaluación de salarios y de subsidios sociales.
El FMI, los bancos extranjeros y el gobierno fueron los únicos beneficiados del préstamo, el pueblo griego no. La sociedad griega se vio afectada directamente por estas medidas de “austeridad”.
Además del desempleo, el aumento de pobreza, y las desigualdades, el pueblo griego enfrentó otras consecuencias a nivel sanitario. Diversos estudios refieren que hubo un aumento de la mortalidad infantil.
También un aumento en la tasa de mortalidad en personas de la tercera edad; mayor índice de suicidios y depresión, reaparición de enfermedades que se creían erradicadas, aumento del VIH y aumento del consumo de drogas.
Irlanda y el “éxito” sin el pueblo
En Irlanda el Gobierno del primer ministro Brian Cowen, en el poder entre 2008 y febrero de 2011, rescató a la banca privada invirtiendo 64.000 millones de euros, lo que por obviedad vació las arcas estatales, viéndose en la obligación de acudir al FMI y a la Unión Europea en diciembre de 2010 por un monto de 85.000 millones de euros.
El rescate duró tres años (2010-2013) y para el FMI fue todo un éxito, puesto que este organismo mide el éxito de sus recetas por la capacidad que tiene un país de pagar su deuda y no por el bienestar de la población. La misma que tuvo que afrontar un desempleo que en 2013 llegaba al 12,5%. Además de la subida de impuestos, recortes en los servicios y disminución de pensiones.
Portugal y las políticas antiajuste que mejoraron a la población
En el caso Portugal, a pesar de que la situación no fue tan traumática como lo suscitado en Grecia, sí fue perjudicial para la población. El programa del FMI por un monto de 78.000 millones de euros se mantuvo desde 2011-2014.
El entonces presidente Passos Coelho hizo significativos recortes en educación, salud, reducción de pensiones y políticas sociales. Se amplió el horario laboral, se congelaron sueldos, se redujo el salario hasta un 30%y se subieron impuestos. El desempleo superaba el 15% en 2014, lo que generó una emigración del 4% entre 2008-2016.
En 2016 llega a la presidencia el socialista Antonio Costa y sus decisiones le dieron un rumbo radicalmente opuesto a las recetas del FMI y los de la troika a las que dejó de aplicar. Llegó al poder de la mano de los comunistas, quienes traían ideas revolucionarias y antineoliberales.
Se revirtieron los recortes en el salario, las horas laborales regresaron a 35 horas semanales, se recuperaron las pensiones y se aumentó el salario mínimo. En 2017 Portugal creció al 3% y el desempleo se redujo al 10%. Además el turismo y las exportaciones son sus mayores fortalezas.
África y la mano geopolítica del FMI
Como ya es conocido, el continente africano es el más pobre del planeta. En la década de los 80-90 enfrentó una grave crisis, por lo que tuvo que recurrir al FMI y al Banco Mundial, quienes como era de esperarse exigieron reformas políticas y económicas.
Entre las condiciones exigieron la eliminación de las subvenciones para la industria y a la agricultura, liberalización comercial, disminución de impuestos, privatización de empresas públicas. Los resultados tampoco fueron exitosos, al contrario, aumentó la desigualdad y se detuvo el crecimiento económico.
Las reformas estructurales dieron como corolario que los productores agrícolas africanos disminuyan su participación en el abastecimiento del mercado.
Al abrir los mercados quedaron desprotegidos por sus gobiernos frente a la competencia internacional. Al competir con productos agrícolas que vienen de América del Norte y Europa, por supuesto con altos subsidios, salieron bastante perjudicados.
Se produjo un alza de los precios de los productos de la canasta básica. Esto generó que creciera la tasa de hambre en el continente africano. Hubo rebeliones populares en países como Egipto, Costa de Marfil y Senegal.
En este continente el FMI dejó en evidencia su posición como instrumento geopolítico a favor de los Estados Unidos.
Cuando la República del Congo, en 2007, llegó a un acuerdo minero de mutuo beneficio con China, el FMI recurrió a la presión mediante el chantaje.
Con la justificación de defender la gobernanza y evitar el sobreendeudamiento, obligó al país a revisar los términos de aquel convenio que desagradaba a Occidente.
Les prometió «sanar» antiguas deudas a cambio de que continúe la privatización de los servicios públicos y sectores estratégicos como la minería.
En 2012, Nigeria, país petrolero, enfrentó una situación parecida. Al igual que otros países subdesarrollados importa todos los derivados del petróleo para uso de transporte y la industria.
Con el objeto de proteger a la población de los altos costos de importación de gasolina y otros combustibles refinados, el gobierno central mantenía subvencionado los precios.
No obstante, sin previo aviso y posterior a una reunión con la directora del FMI, Christine Lagarde, el gobierno de Goodluck Jonathan eliminó de manera abrupta la subvenciones, lo que generó oleadas de protestas en todo el país.
Como en 2010 China había firmado con Nigeria un contrato de 28,5 millones de dólares para la construcción de 3 refinerías, lo cual no encajaba con los planes del FMI, puesto que eso implicaba hacer un lado a las petroleras anglo-américanas en pro del beneficio del país, con el fin exportar derivados y reducir las importaciones.
Entonces Estados Unidos y el FMI presionaron para eliminar la subvención de los combustibles y con esto mantener el sistema de importaciones corrupta del cual lucra la NNPC (Corporación Nacional de Petróleo De Nigeria) y al mismo tiempo bloquear y sabotear la construcción de las refinerías chinas.
Si al FMI le interesara de verdad el bienestar de los ciudadanos nigerianos hubiera apoyado la iniciativa de la construcción de las refinerías, para que el gobierno pueda usar esos recursos para salud, educación, etc. Pero como su función solo obedece a intereses geopolíticos, actúan en base a ellos.
Indonesia, apoyo a la dictadura y agravamiento de la crisis
En la crisis de Asia de los años 1997-1998, Tailandia, Indonesia, Malasia y Corea del Sur recurrieron al FMI, que a cambio de los préstamos de emergencia requirió a la aplicación de sus típicas y drásticas medidas de austeridad. No obstante, esos países se vieron incapacitados para pagar su deuda externa al bajar de manera especulativa sus divisas.
Luego de la intervención del FMI los países asiáticos enfrentaron devaluaciones monetarias permanentes, un número grande de bancarrotas, desplomes en todos los sectores económicos, el mercado inmobiliario bajó, aumentó el desempleo y malestar social.
En Indonesia, a finales de 1998, el 50 % de la población vivía bajo el umbral de pobreza. Fiel a su política de salvamento explícito, el FMI y el Banco Mundial presionaron al gobierno para que convirtiera la deuda privada de los bancos en deuda pública.
La deuda pública que antes del FMI era del 23 % del (PNB) aumentó llegando en el año 2000 al 93% del PNB. Los salarios reales se desplomaron, perdieron el 25,1 % de su valor en el año 1998.
La población asiática reaccionó enfurecida cuando las medidas no lograron mejorar la situación de la población. Suharto, dictador de Indonesia, eliminó las subvenciones a los productos básicos, y los precios del combustible para uso doméstico, de la electricidad y de la gasolina aumentaron un 70%.
Esto amplificó la inmensa movilización popular. Luego de 15 días, abandonado por Estados Unidos y el FMI y denunciado por el pueblo, Suharto tuvo que abandonar el poder, después de 32 años de régimen dictatorial.