Ecuador es un potro brioso y desbocado que necesitaba de un jinete que tome sus riendas con firmeza, es lo que ocurrió desde el 2007 cuando un joven soñador/visionario con la frescura que dieron los vientos del novedoso “socialismo del siglo XXI” se postula para intentar domar el potro que galopaba desenfrenado, inestable, ingobernable.
Cambiando de jinete “café, almuerzo y merienda” como dicen en esta tierra; afectado por un terrible “feriado bancario” por una diáspora que impulsó a más de un millón de ciudadanos emigrar dejándolo todo o lo poco que le habían dejado los empresaurios explotadores y la banca usurera, no fueron pocos quienes hasta la vida perdieron en aquellas épocas.
Diez años de estabilidad política, de reivindicación de derechos, de modernización de servicios, la Seguridad Social, Salud, Vivienda y Educación Pública alcanzaron niveles superlativos, la inversión pública y también la privada y el financiamiento internacional, hicieron posible la construcción de infraestructura carreteras, puentes, hidroeléctricas, escuelas, colegios, aeropuertos, pero sobre todo la reconstrucción de un país en ruinas, la recuperación de la autoestima y valores de la nacionalidad de todos los ecuatorianos, valió para el triunfo electoral de la denominada Revolución Ciudadana.
El pueblo que veía en sus líderes y en el proyecto político construido, desarrollado y ejecutado sin sobresaltos, en medio de la paz ciudadana y la admiración de los países vecinos que empezaron a hablar del “sueño Ecuatoriano”, fue lo que impulsó definitivamente a apoyar al candidato propuesto para continuar con el afianzamiento del proyecto político que tanto bien había hecho al país y a sus ciudadanos durante la “Década Ganada”.
En la confianza popular de mantener el estado de las cosas y mejorar lo que fuera mejorable se eligió a Boltaire Moreno, quien a pocos días de haber tomado las riendas del potro llamado Ecuador, decidió entregar la tarea a quienes se apresuró en llamar “sus amigos” a quienes empezó a querer y por este nuevo amor empezó a odiar a quienes habían votado por él.
Por un lado el tratar de mantener una imagen presidencial bonachona y desinteresada, -llevar la fiesta en paz y que nadie joda- como decimos por acá y por otro las ambiciones desmedidas y revanchas odiosas de la banca usurera, la prensa corrupta, los empresaurios y los políticos caducos llevaron a un cambio de timón en la receta de gobernabilidad y la continuidad del proyecto político triunfador en la elecciones.
Por eso, el objetivo era destruir la imagen del gobierno de la Revolución Ciudadana y sus líderes, tal como en la antigua Roma, Boltaire decretó la “Damnatio Memoriae” para la Revolución Ciudadana y sus líderes, y comenzó la debacle ejecutada con el desmontaje de toda la obra construida y desarrollada en la “Década Ganada”. Se desinstitucionalizó el Estado y el mayor logro del presente ha sido cambiar logotipos en cuanta obra e institución había sido ejecutada por el gobierno anterior.
Así nace el “lawfare” o la politización de la justicia y comienza una feroz persecución contra los líderes de la Revolución Ciudadana en base a acusaciones sin prueba alguna, recogidas por funcionarios mediocres obedientes y obsecuentes que instauran cuanto juicio pueden inventarse, respondiendo a los intereses de quienes ejercen el gobierno tras aquél que apenas ostenta un cargo sin ejercerlo.
Correa, Glas, Patiño, Espín, Hernández, Pabón, Alvarado, Rivadeneira, Viteri, y otros más, son los “targets”; Glas y Pabón actualmente privados de su libertad ilegal e injurídicamente, otros refugiados políticos en embajadas, y otros obligados a salir fuera del país, acosados por la huestes morenistas y una fiscal mediocre y una juez, menos que incompetente, desapegada al debido proceso, al respeto de la presunción de inocencia y a todo principio ético, justo y procesal,
Sin contar con miles de estigmatizados, perseguidos acusados del delito de ser “correístas” que han perdido sus trabajos y se les niega el derecho de participación, de acceso a servicios, incluso el de opinión y el “sumak kausay” o derecho al buen vivir.
Los procesos penales seguidos en contra de Correa y Glas son distractores para la ejecución de mayores males como por ejemplo la defenestración de los miembros del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, y todas las autoridades de control, piezas claves han sido sin dudarlo, el destituido Pablo Celi, usurpador del cargo de Contralor del Estado, la fiscal Salazar, la espuria Corte Constitucional, Corte Nacional de Justicia, etc. Instituciones que han sido secuestradas por los poderes oligárquicos del Ecuador reflejados en la banca, la prensa y los cadáveres políticos, para satisfacer su sed de venganza reprimida durante más de una década.
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