Chile hoy cumple mas de tres meses desde su estallido social el 17 de octubre del 2019, desde entonces las violaciones sistemáticas a derechos humanos por parte del aparato represor del gobierno de Sebastián Piñera, los carabineros, han sido desmesuradas.
Al día siguiente de que dieran comienzo las manifestaciones, el Gobierno de Piñera expuso al pueblo chileno a un episodio que pensaron no se volvería a repetir: el toque de queda y la militarización de las calles, lo que implicaría desapariciones, torturas, violaciones y asesinatos. Una de las noches más oscuras desde hacía 32 años para Chile. Los ciudadanos lograron registrar cómo los militares se llevaban personas, como los golpeaban y tiraban a la madrugada cuerpos torturados de los camiones en movimiento.
Este es el punto de partida del accionar sistemático de violencia por parte de los carabineros, donde las mutilaciones oculares, testiculares, dentales, de extremidades, además de impactos en el cráneo y estómagos por perdigón de goma y acero, gases lacrimógenos disparados directamente al cuerpo de los manifestantes, los abusos sexuales, las muertes.
>>Chile. Gritaron justicia y respondieron con armas químicas<<
Y ahora el uso de armas químicas como la soda cáustica y extraño efecto que están generando los gases en la salud de las personas, se han vuelto parte del paisaje para los medios de comunicación hegemónicos, para las instituciones del Estado y para el presidente, quien parece no entender que la resistencia del pueblo chileno es una olla a presión que estalló, sin vuelta atrás.
¿Por qué la primera línea? La primera línea es una acción espontánea sin ninguna bandera política, sin ningún fin más que hacer posible la protección de la manifestación pacífica, son el escudo de los manifestantes para mermar los abusos de los carabineros, son la organización en medio del caos, sin ningún orden impuesto, son la resistencia anónima que soporta hasta el último momento el hervor de lo que se convierten las noches después de las manifestaciones, son la defensa de la vida de las personas, ya que los que tenían esa responsabilidad decidieron empuñar las armas contra su pueblo.
Si, usan capucha, antiparras, casco y guantes, todos los que nos encontramos en las manifestaciones ya sea como reporteros gráficos, miembros de la brigada de salud, niños o ancianos, usamos algunos de estos elementos. No hay otra opción, de lo contrario implica arriesgarse a perder los ojos, a desmayarse por lo gases o a mostrarle el rostro a quienes desaparecen, torturan y asesinan.
La primera línea es puntual, decidida, tienen que ser los primeros en llegar, llevan sus escudos hechos artesanalmente con tambores de basura, puertas de neveras que contienen mensajes a los caídos, a Mauricio Fredes, a los que lloraron sangre cuando perdieron los ojos, sus escudos no solo son escudos son mensajes claros a los carabineros, cada vez que disparan sus armas letales.
Caminan hasta los puntos estratégicos cerca de Plaza de la Dignidad, ex Plaza Italia, lo que permite que los carabineros no atenten contra las personas que se congregan en la plaza para manifestarse, que no lleguen hasta la zona cero donde son atendidos los heridos y donde han llegado los guanacos (tanquetas que disparan chorros de agua), los gases y los perdigones a atentar contra los puestos de salud.
Se organizan, nadie baja línea, nadie es líder, cada persona que hace parte sabe qué rol cumplir, sabe dónde ubicarse. Llevan sus láser para apuntarles a los carabineros y que sea más difícil que atenten contra la vida de las personas, otros se encargan de juntar las piedras para las caucheras. Cuando cae algún herido los miembros de las brigadas de salud están atentos para llevarlos hasta la zona cero y atenderlos.
La primera línea enarbola la dignidad, no solo son el icono de las movilizaciones son la acción directa que provocó un gobierno inconsciente que no escuchó a sus ciudadanos y que prefirió sumergir a un país en los abusos más atroces.
A pesar de que los medios de comunicación les han dicho vándalos o han utilizado cualquier otro tipo de adjetivo peyorativo, las piedras no se comparan con las armas que sí han quitado vidas.
La primera línea, no solo son jóvenes, es la mujer de 60 años, es la madre con estudios de magíster que padece artritis reumatoide, son personas con cáncer a los que el sistema de salud chileno les quitó todo, hasta el miedo, es el joven de secundario que quiere un cambio en el país para poder estudiar en una universidad pública, es el adulto mayor que quiere una pensión digna, es el ama de casa que quiere cambiar el futuro de sus hijos, es el universitario que no se deja permear por su privilegio y entiende que nada puede volver a la normalidad, es el perro callejero que por alguna razón no tolera la presencia del carabineros y se para con la primera línea, es el negro matapacos, son la Karo y el Héctor que salen con botellones de agua y bicarbonato a rociar a las personas para que los efectos del gas los deje continuar.
La primera línea son los que al terminar la marcha pasan por las calles, heridos cansados y sedientos y son aplaudidos por las personas que les dan las gracias, que los proveen de agua, la primera línea son la búsqueda constante de la dignidad nada más, nada menos.
Eve, como quiso que la llamara, la mujer de la sonrisa impecable y la fortaleza implacable, miembro de la primera línea, fue mi primera fuente informativa para poder contarles esta historia.
Ella es profesional, madre, con estudios de maestría, decidió hacer parte de la primera línea después de ser testigo de la primavera naranja y oscura que vio cuando cerró los ojos un día de octubre.
En la siguiente entrevista expone cuáles han sido las violaciones a derechos humanos durante las manifestaciones, a su vez denuncia el uso de armas químicas como la soda cáustica y los efectos extraños de los gases lacrimógenos que han empezado a generar efectos bastante nocivos en la salud de las personas.