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¿El virus es el modelo neoliberal?

El modelo neoliberal descansa de manera creciente en el capital ficticio, en la urgente expansión de la oferta de dinero y en la acumulación de deuda pública impagable.

El gobierno de los EEUU ha generado una cantidad sin precedentes de dinero fiduciario, sumando varios billones de dólares a su enorme deuda pública, con las obvias pretensiones que será el resto del mundo quien pague las consecuencias mediante la continuidad de la imposición del petro dólar como moneda de intercambio comercial, y el código Swift (Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication) como mecanismo para las transacciones inter bancarias. Y, por si no se está de acuerdo, las cañoneras están al acecho.

Bajo el contexto de la expresión neoliberal del capitalismo, las industrias farmacéuticas tienen escaso interés en investigaciones que no son rentables, como las infecciones del coronavirus que son bien conocidas desde los años 60.

Ahora, con la aparición del COVID-19, el negocio que se presenta es enorme y existe una carrera de prestigio, pero sobre todo económica, por lograr la vacuna entre industrias farmacéuticas de EEUU, China y Alemania.

Bajo el modelo de producción capitalista es una competencia por negocios. Los monopolios farmacéuticos rara vez invierten en prevención, porque cuanto más enferma se encuentre la población, más capital generan. El mismo Trump recortó el presupuesto del Centro de Control de Enfermedades y disolvió el grupo de trabajo de pandemias del Consejo de Seguridad.

La expansión (invasión) de nuestra especie, cada vez más acelerada, a nuevos nichos ecológicos y hábitats, sin los apropiados estudios de factibilidad ambiental y medición de consecuencias, (incluyendo el grosero y abusivo maltrato a las fuentes de agua generado a manos de un violento y desregulado extractivismo), ha provocado las condiciones ambientales para el incremento de mutaciones en los virus, cuyos peligros para el homo sapiens sapiens ahora nos resultan evidentes.

Se ha especulado que los sistemas de abastecimiento de alimentos intensivos en las zonas subtropicales húmedas han contribuido a la aparición de nuevas mutaciones de virus, que las poblaciones de alta densidad son un blanco receptor fácil, y que las cadenas de comercio globalizadas facilitan su trasmisión a nivel mundial.

Ahora bien, debemos tener claro que el sistema neoliberal ya se encontraba en un proceso de recesión antes de la pandemia. La FED había reculado en su política de incrementar los intereses de referencia aplicada a principios de 2019 y los había bajado en varias ocasiones ese mismo año, tratando de controlar la crisis económica en ciernes, a fin de contenerla, al menos, hasta después de las elecciones de EEUU en Noviembre 2020.

La guerra por la tecnología 5G (cuya ventaja supone el control de la producción económica, social y cultural), sobre la cual China lleva una ventaja de alrededor de 6 meses, ya amenazaba la tranquilidad de la humanidad en el periodo pre pandemia, y se podía observar cómo los EEUU acentuaban la presión sobre Beijín en el campo comercial y diplomático, empeñándose en socavar el avance de la Nueva Ruta de la Seda.

No obstante, la necesidad de hibernación de la economía mundial, provocada por la pandemia, reverberó la crisis económica, cuyas consecuencias hasta ahora han golpeado a los mercados bursátiles, la industria del petróleo, la industria sin chimeneas y ha puesto en peligro tanto la capacidad del sistema capitalista para generar empleos como la supervivencia de la cadena de suministro de alimentos.

Verbigracia, sobre este último aspecto, los granjeros estadounidenses han perdido a sus compradores y no tienen suficientes clientes para vender su ganado, por lo que Donald Trump generó una ordenanza para que las Plantas Procesadoras de Carne permanecieran laborando cuando esos espacios laborales son considerados focos enormes de la trasmisión del virus.

Como respuesta a la crisis, el gobierno estadounidense, inicialmente, inyectó una cantidad inicial de $1.5 billones a los bancos de Wall Street, en tanto la Casa Blanca prometió que su respuesta a la pandemia estaría plenamente centrada en liberar el poder del sector privado, queriendo decir que la ganancia capitalista va primero y que la misma impulsaría la respuesta a la emergencia sanitaria.

Posteriormente, aprobó un paquete de estímulo de $2.2 billones cuyo componente más grande se orientó a rescates a las grandes corporaciones. Los miembros de la UE decretaron paquetes fiscales similares, al igual que lo han hecho la mayoría de los gobiernos en el mundo, abarcando la misma combinación de estímulos fiscales, rescates corporativos y cantidades muy exiguas de auxilio público.

Así las cosas, entre febrero y marzo, los mercados financieros perdieron alrededor del 30% del valor de sus activos. En marzo la FED anunció una nueva inyección de dólares, con lo que se acumularon los más de $ 3 billones de dinero sin respaldo aludidos en los párrafos anteriores. Con esto se consiguió frenar la caída de los mercados bursátiles y registrar el mejor rendimiento de los mercados financieros desde 1938, recuperándose en cerca de un 10%.

No obstante, la economía real de EEUU, entre marzo y abril acumuló alrededor de 30 millones de empleos perdidos (el más alto en toda su historia), con un decrecimiento en el PIB de entre 4-8 %, y la industria de petróleo de esquisto pidiendo a gritos nuevos rescates.

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