Para Salgado Bonilla (mayo 6, 2018) la comisión de dos sendos fraudes electorales en la era post golpe, nos dejan claro que la democracia burguesa no existe en Honduras, ni siquiera en apariencia. En realidad los fraudes son la expresión de la democracia burguesa.
El uso último de la fuerza bruta por los órganos represivos del régimen, la violación de los derechos humanos como política de la dictadura, los asesinatos políticos y la existencia de presos políticos, nos dejan ver que el sistema político tutelado en Honduras, ya solo sirve para llevar a cabo elecciones, que de ninguna manera significan cambios estructurales que mejoren la vida de quienes vivimos en este país.
El bipartidismo ha sido solamente una fachada para legitimar el régimen, continua Salgado Bonilla (mayo 6, 2018), que desde las agencias norteamericanas se impone a los hondureños. Las finanzas del Estado las rige el Fondo Monetario Internacional (FMI), las relaciones exteriores son el reflejo de los dictados del Departamento de Estado, y las políticas de seguridad son ejecutadas bajo la dirección del Comando Sur y la DEA. El bipartidismo simplemente ha convertido nuestro país en una caricatura hilarante, de la cual solo podemos avergonzarnos profundamente.
Los motivos de la derecha local (Salgado Bonilla, enero 10, 2019) no van más allá de su codicia sin límites, que los mueve a entregar a las transnacionales del imperialismo todos los recursos de nuestros países. Para ello no tienen empacho alguno en borrar del mapa pueblos y culturas milenarios. Después de su humillante fracaso en Oriente Medio, parecen determinados a destruir nuestras naciones, un fenómeno que ya podemos apreciar, sin dificultades en Honduras.
Para Andino Mencía (agosto 1, 2019) todo indica que el Departamento de Estado seguirá apoyando temporalmente la permanencia de JOH en el poder, porque no le interesa que sea derrocado por un levantamiento popular al estilo de lo ocurrido en Puerto Rico; pero prepararán las condiciones para su salida en el proceso electoral de 2021.
Empero, en la actualidad la posibilidad de la salida anticipada de JOH, por cuanto ya no resulta potable a amplios sectores del imperialismo norteamericano, ha implicado diálogos de esos sectores con la oposición hondureña (exceptuando al oficialismo de LIBRE), para la constitución de un gobierno de transición conformado por liberales afines a Luis Zelaya, el partido de Salvador Nasralla y los sectores no oficialistas de LIBRE, bajo la promesa de organizar elecciones en el 2021 para lograr, finalmente, la cohesión con el oficialismo de LIBRE.
El estallido de la burbuja bursátil, cuyo detonador fue el COVID-19, agudizará la crisis económica en Honduras, producto de que la matriz de exportaciones de Honduras sigue ligada a la materia prima y postres. La enorme deuda pública impedirá cualquier posibilidad de limitar los efectos de la crisis mundial que se avecina, y ello suma amplios sectores al descontento contra el régimen de JOH.
No obstante, la apuesta electoral por parte de la Coordinación Nacional de Libre y la evidente campaña anticipada de diputados, alcaldes y regidores en busca de su reelección, es causal de su ausencia en las movilizaciones Anti-JOH que se organizaron previo al COVID-19.
Sus esfuerzos se han concentrado en reactivar las estructuras político-electorales que no funcionan en la lucha de calle. Hasta ahora LIBRE no ha invertido económicamente en la lucha contra Juan O. Hernández, aparentemente guardando fuerzas y recursos para la lucha electoral.
Mientras tanto, el No Oficialismo de LIBRE, los liberales (vinculados a Luis Zelaya) y el partido de Salvador Nasralla apostaron, hasta antes de la pandemia, por un gobierno de transición que, no obstante, depende de la decisión del imperialismo norteamericano.
Es evidente el debilitamiento del régimen de la narcodictadura presidida por Juan Orlando Hernández, producto tanto de la corrupción imposible de esconder, como de sus vínculos con el narcotráfico, en los que ha sido señalado sistemáticamente desde la captura y condena de su hermano Tony Hernández.
Cada movilización, cada represión abona a ese debilitamiento. Sin embargo, los sectores que se mantuvieron en la calles hasta el inicio de la hibernación obligatoria, no han generado un discurso más allá de la salida de JOH.
De esta manera, estos sectores en lucha permanente, que representan a la izquierda histórica hondureña (con un arsenal ideológico que va desde representaciones otrora maoístas, trotskistas y marxistas-leninistas) aglutinados junto a movimientos ambientales y de los pueblos originarios, primero en la Coordinadora Nacional de Resistencia, (hasta el Golpe de Estado), sector Refundacional de la Resistencia, durante el período del dictador Roberto Micheletti (Junio-Diciembre, 2009), y ahora en la Convergencia Contra el Continuismo, no han desarrollado una estrategia de participación dentro de las estructuras de poder, bien sea en el gobierno de transición o en un posible gobierno, con LIBRE al frente.
Hasta ahora, sin un posicionamiento claro de la izquierda en la Convergencia Contra el Continuismo, aunque se plantea la necesidad de expulsar a JOH del gobierno, se deja flotar en el ambiente la idea que al final será la vía electoral el camino para impedir el continuismo del narco-dictador.
Tampoco los intentos desde los partidos políticos de oposición han alcanzado consensos más allá de la salida del dictador, y los esfuerzos por la planificación de un Paro Nacional fracasaron. Hasta ahora, LIBRE le apuesta al movimiento espontáneo de las masas en contra del dictador y que ello sirva a sus intereses electorales.
Incluso en la actual coyuntura de crisis económica, ni la Convergencia Contra el Continuismo, ni el Partido Libertad y Refundación, han planteado una hoja de ruta clara para la salida del dictador, más allá del proceso electoral y la posible extradición de JOH para ser juzgado por narcotraficante en EEUU.
Una mención aparte debe hacerse con respecto al grupo político de los anarquistas, que sin salir a la palestra pública con comunicados, sí son visibles en las movilizaciones, por la radicalidad de sus respuestas ante los órganos de represión del Estado. Este grupo es sindicado como infiltrado, por algunos sectores del Partido Libre y de la Convergencia Contra el Continuismo.
Finalmente, se puede afirmar que resulta evidente, a la luz de los hechos, que LIBRE no está en condiciones de defender un muy posible triunfo electoral, sus comandos insurreccionales son una falacia, y sus coordinaciones municipales y departamentales no son funcionales.
De igual forma, es obvio que la Convergencia Contra el Continuismo y las estructuras que se mantienen en las calles no tienen capacidad de plantearse la disputa por el poder, mientras que la propuesta de los Liberales, Nasralla, PINU y No Oficialismo de LIBRE de un gobierno de transición depende de la voluntad de los norteamericanos.
Por ahora, queda entonces en manos del Departamento de Estado norteamericano definir si hay elecciones en la Honduras post COVID-19, si se reelige ilegalmente JOH o si es extraditado, por narcotráfico y lavado de activos, a los EEUU.
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