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Japón: la influencia del machismo en el anime (II)

Segunda y última parte de una reflexión sobre la influencia del machismo en el anime. Para entender la totalidad del texto que se presenta a continuación, se recomienda la lectura previa de la primera parte haciendo click aquí.

Se pueden caracterizar los diversos mensajes endocéntricos en tres cuestiones:

  • La hipersexualisación de la mujer, mediante la que se exaltan exageradamente los atributos sexualizados de la mujer, jugando con cierta sugerencia, deseo y sonidos. Un ejemplo muy característico son los senos, que a pesar de no ser un órgano sexual, porque no cumple ninguna función en la reproducción, se sexualiza y además se presentan de manera exagerada.
  • La exaltación de atributos dibuja en el imaginario del consumidor, lo que debería ser el cuerpo ideal de una mujer, resaltando sus características físicas más que las personales, o sea, el cuerpo de la mujer en el Fan Service es utilizado como medio de consumo, implícito la cosificación y a su vez exalta el cuerpo como mercancía.
  • Expone los estereotipos, que conllevan a su vez los roles de género, mujeres sumisas. Por ejemplo en Elizabeth, protagonista de nanatzu no taizas, y el constante acoso del protagonista -Meliodad-.

Dichas escenas sugerentes de pechos, piernas, nalgas, o el permanente acoso de Meliodas a Elizabeth, con un toque de jocosidad, solo normalizan una situación de acoso, -y no se justifica por el hecho de que siempre se hayan amado-, pues las prácticas de invasión al cuerpo de una mujer no son graciosas ni deberían ser vistas con tanta ligereza.

Tales valores se tienen que desmontar con un profundo análisis de las conductas que pueden tomar los fans, pues más que acoso parece broma, y normalmente no se hace una diferenciación, por lo que no se le da el castigo apropiado en el anime.

Otra crítica sería al momento de pelear. Normalmente el hombre aparece con ropa apropiada, cómoda para poder ejecutar la acción sin complejidad, de manera contraria el vestuario femenino que va más a lo ajustado, faldas cortas y escotes exagerados, ¡qué buen momento para crear escenas Fan Service! Va dirigido a complacer deseos y placeres, no aporta nada a la trama. El anime posee en su totalidad una visión androcentrista, dirigido a un público heterosexual.

La solución tampoco pasa por hacer un anime solo de mujeres, pues ya existe un género solo para ellas, Shojo, en el que se resalta, el estereotipo de la mujer romántica. Normaliza las relaciones tóxicas, que en su seno son en realidad solo violencia. Un ejemplo sería la serie “Todadora“.

Otro ejemplo, aunque no del mismo género anteriormente mencionado, es Doraemon, que narra una vivencia sencilla, en un entorno cotidiano pero el personaje de Shizuka, la única niña, solo se resalta su belleza y el romance con el protagonista.

Aún mas grave, es el fetiche que se representa con los menores de edad, a pesar de que está prohibida la distribución y consumo de la pornografía infantil, se vende ese tipo de escenas en los animes. En 1999 propusieron legisladores nipones prohibir el anime, manga o videojuegos que contuvieran abusos sexuales a menores, tal petición no prosperó.

El anime, es inerte a la cultura japonesa, arrastrando en ella la misoginia internalizada en la estructura social. Tal misoginia expresa denigración, discriminación y violencia contra la mujer. En base a bromas, pornografía, violencia u odio hacia su cuerpo.

La misoginia, en su misma violencia física o simbólica, ridiculiza a la mujer, no sintiéndola capaz de poder ejercer un rol de poder, degenerándola en una figura de ama casa, interesada en temas de romance y a su vez la cosificando su cuerpo. Esto último se marca más en los estereotipos, vemos cómo es el cuerpo de la mujer el que se utiliza como mercancía, nunca el del hombre.

La mujer es más que estereotipos, más que mercancía, por ende desarrollar personajes femeninos fuera de los estereotipos se hace necesario.

Estas prácticas de violencia simbólica sustentan los abusos en Japón y refuerzan los valores machistas en otra sociedades. No es gracioso levantar ni tocar a una mujer sin su consentimiento. Este consumo, reproduce una visión de sumisión de la mujer hacía el hombre en cuanto a los romances, lo impide que sean independientes de los hombres. No ver el anime desde una visión crítica sería un error. Se hizo para disfrutar pero, ¿a qué costo? Al de denigrar a la mujer en sus papeles y sustentar los roles establecidos por el patriarcado.

La misma cultura traspasa en sus animes la jerarquización de los sexos, los roles y una cultura machista. Por ende, su consumo, que ha llegado a las grandes masas, es de una preocupación social al exponer prácticas misóginas. A través de diversos medios, se pretende legitimar en la sociedad una visión sumisa y complaciente de la mujer, la crítica no es solo al anime, sino a los valores y prácticas que llevan implícitos.