La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado de que el coronavirus COVID-19 está teniendo una expansión imparable en América. Tras haber causado estragos en Europa procedente de Asia, la enfermedad se encuentra recorriendo los países americanos sin que parezca que haya un control efectivo de la pandemia.
En Estados Unidos se han superado las 100.000 muertes y los dos millones de infectados se alcanzarán en pocos días. Brasil tiene 35.000 fallecidos y más de 600.000 casos positivos. Colombia se acerca a los 35.000 infectados y ha superado los 1.000 fallecidos, mientras que Ecuador -oficialmente- cuenta con más de 40.000 infectados y casi 4.000 decesos.
Frente a esta situación catastrófica en estas naciones, Venezuela, que cuenta con fronteras con Colombia y Brasil, tiene unos números más bajos. Son 2.000 diagnosticados y 20 fallecidos. Existen diferentes motivos que explican la resistencia de la nación caribeña al virus.
Pese a las sanciones impuestas por Estados Unidos, que afectan tanto a la adquisición de medicamentos como material médico -por lo que instancias internacionales como la ONU y la OMS han pedido a EEUU y a la Unión Europea que suspendan las medidas coercitivas durante la duración de la pandemia-, el COVID-19 no ha sido capaz de avanzar.
La obligatoriedad de llevar mascarillas (tapabocas) desde antes del primer caso confirmado, la garantía de que la medida se pudiera cumplir gracias a las comunas que han servido como el mayor tejido productivo del país, y el confinamiento con ayudas económicas para que la población pudiera cumplirlo, han posibilitado que en país se hable más de las consecuencias de las sanciones en la gasolina, que del COVID-19.
Por otro lado, el sistema de salud pública que comenzó a articularse durante los primeros años del gobierno de Hugo Chávez, ha sido sostenido por Nicolás Maduro, quién, pese a los límites impuestos por las políticas estadounidenses, ha logrado garantizar la atención necesaria para evitar la expansión del virus, apoyándose en los médicos cubanos, la flexibilización de los diferentes niveles de Barrio Adentro (misión médica) y el apoyo de las comunas, fundamental a la hora de informar y organizar a la población para que asumiera las medidas tomadas por el gobierno en base a las recomendaciones de la OMS.