Segunda y última parte de un contenido de reflexión sobre el TIAR como mecanismo geopolítico de dominación regional. Durante la primera entrega se sentaron las bases argumentales que deben ser leídas para leer el texto que se reproduce a continuación. Para ello haga click aquí.
El TIAR era una pieza más desde el punto de vista del sistema estratégico militar estadounidense. Guerra (1982) señala que “dejando a un lado tecnicismos y sutilezas jurídicas y diplomáticas, el TIAR desempeña cuatro funciones estrictamente interdependientes para los Estados Unidos” (p. 47).
Este mismo autor sostiene que entre esas funciones tenemos en primer lugar, la de servir como “una de las piezas regional de un sistema estratégico y militar mundial de seguridad y defensa” (1982: 47). Comparado con otras piezas del sistema es menos importante que la OTAN.
El TIAR fue creado como un instrumento más para el cumplimiento de las pretensiones hegemónicas de los Estados unidos en Las Américas. En segundo lugar, sirve de marco jurídico y diplomático para coordinar la acción estratégica y militar de los Estados Unidos con los países de América Latina en lo que se refiere a la seguridad y defensa del hemisferio occidental. El fin de esta pieza jurídica es legitimar acciones en la región.
En tercer lugar, crear un “mecanismo diplomático y político Interamericano para prevenir conflictos armados entre países latinoamericanos y arreglarlos por la vía pacífica mediante la aplicación del procedimiento de consultas” (1982: 47). Por último, también constituye un importante foro de conversaciones para asuntos no militares en la región.
El TIAR para Estados Unidos es una pieza regional de su sistema estratégico y militar de seguridad y defensa mundial. La función del TIAR desde el punto de vista norteamericano, es una consecuencia de su confrontación con la Unión Soviética a partir de la terminación de la Segunda Guerra Mundial.
Asimismo, es también un matiz de la relación Este-Oeste y un subproducto de la guerra fría. Para Estados Unidos, la salvaguardar la soberanía de la región no constituye un acto de generosidad, más que eso, encontramos un interés estratégico de proteger su flanco considerado más vulnerable, un patio trasero siempre bajo la influencia cada vez mayor del comunismo.
La Guerra de las Malvinas marcó el final del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, el más poderoso de sus integrantes, es decir, los Estados Unidos, decidió deshonrarlo de facto para aliarse con la contraparte en el conflicto. También significó un fracaso para la ONU y para la diplomacia de diferentes naciones.
A pesar de que la postura de Estados Unidos al principio del conflicto fue un tanto ambigua, terminó dando su apoyo tanto diplomático como militar a Gran Bretaña, priorizando así sus compromisos con la OTAN, organización en la que tanto Gran Bretaña como los Estados Unidos eran miembros plenos.
El apoyo para Argentina por parte de países como Chile y Colombia también fue negado, el argumento de esta negativa fue que la misma Argentina llevo a cabo las primeras hostilidades, siendo catalogado como el país agresor.
Por tal motivo, para la Organización de Estados Americanos (OEA), la acción del TIAR no aplicaba debido a la concepción netamente defensiva de este documento. Asimismo, las Naciones Unidas presentó en Consejo de Seguridad la resolución 502 que exigía el retiro de las fuerzas argentinas como condición a cualquier proceso de negociación.
Esto último significó una confrontación directa ONU vs TIAR mostrando diferencias evidentes dentro de una complicada coyuntura. Todo esto no significó el retiro definitivo de EE.UU. del TIAR, al no haber un comunicado oficial ante la OEA de su renuncia en el marco según el Artículo 25 del TIAR.
La interpretación jurídica determinó que sólo se trató de un incumplimiento menor de las obligaciones del tratado. El TIAR, posterior al conflicto de las Malvinas, se vio seriamente deslegitimada. Muchos de los Estados miembros solicitarían su retiro del tratado, tal es el caso de México en el 2002 y el bloque del Alba el 5 de junio de 2012, siendo este el ocaso del funesto tratado.
Referencias bibliográficas:
Guevara, W. (1982). El TIAR a la luz del conflicto de las Malvinas. NUEVA SOCIEDAD NRO. 62 SEPTIEMBRE-OCTUBRE 1982, PP. 43-56
Razoux, Pierre (2002). La Guerra de las Malvinas; versión digital. Disponible en: http://www.istor.cide.edu/archivos/num_8/dossier1.pdf
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