Las renuncia de funcionarios, están a la orden del día en Ecuador. Unos porque ven hundirse el barco y tienen aspiraciones políticas, otros porque están tan embarrados que quieren marcharse pronto. Otros se han ido con grandes escándalos y les han quitado la tajada del reparto.
La familia Bucaram, de escandaloso recuerdo para los ecuatorianos y en especial para los guayaquileños, siempre envueltos en casos de corrupción, peculado y cuanta mañosería pueda generarles dinero, hoy en día nuevamente envueltos en los escándalos de la empresas eléctricas, y los hospitales del IESS. El viejo Abdalá guarda prisión domiciliaria con grillete electrónico.
Abdalá el joven (no por esto menos sinvergüenza) emulando a su padre, hoy está asilado en Panamá huyendo de sus culpas y sus millonarios negocios truchos. Su testaferro Daniel Salcedo pretendió huir al Perú en una avioneta (propiedad de Alfredo Adum) con tan mala suerte que la avioneta cayó, su piloto falleció, y los demás ocupantes heridos, expatriados y detenidos. El principal Salcedo se ha declarado amnésico, pero sólo desde el 2016 para acá, del resto sí tiene memoria.
Otto Sonenholzner renunció a la vicepresidencia (ilegítima por cierto), pues aunque él diga lo contrario, fue de pésima gestión, dedicándose únicamente a promocionar su imagen con miras a la campaña electoral que se avecina. Será recordado como el que manejó la pandemia del COVID-19 con la peor gestión y el peor resultado a nivel no sólo de Latinoamérica, sino del mundo entero.
Uno de sus amigos, Alvaro Ponce Almazán, fue nombrado gobernador del Guayas encargado y gerente general del hospital del Guasmo Sur, hoy está detenido por la misma trama de corrupción que envuelve a Salcedo, el testaferro de Abdalá el joven.
Renunció el Canciller Valencia, renunciaron también el ministro de ambiente, el director del Centro de Inteligencia y el Secretario de Comunicación, también el Ministro de Trabajo, el de Desarrollo Urbano y Vivienda, el Gobernador del Guayas, y otros tantos más de nivel gerencial y mandos medios.
Mientras tanto, la campaña orquestada durante estos tres años para proscribir políticamente a Rafael Correa y la Revolución Ciudadana, pensada y aupada por el ala corrupta de la banca, la prensa y la empresa privad, ha dado tremendos resultados, persiguiendo a Correa y a las cabezas visibles de la Revolución Ciudadana empezando por Jorge Glas, a quien le han instaurado más de un juicio utilizando las herramientas del lawfare y difundiendo calumnias por los medios cómplices de prensa, radio y tv.
Todo ello en contra de los deseos del traidor y los enemigos de la Revolución Ciudadana, pues no hay nadie más opcionado para retomar el control político del Estado Ecuatoriano que Rafael Correa Delgado, y no existe viabilidad a otro programa de Gobierno que no sea el de la Revolución Ciudadana.
El Pueblo entero clama y aclama a Rafael Correa para recuperar la Patria, todos “unidos por la esperanza” en UNES, la coalición formada para aglutinar a los progresistas del Ecuador con el apoyo de los votos del pueblo que está esperanzado en la vuelta de su líder y del Gobierno de la querida y extrañada Revolución Ciudadana.
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