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COVID-19 contra el machismo, ¿quién mata más?

El COVID-19 ha ocasionado una pandemia la cual nos ha obligado a estar en confinamiento. Alrededor de 90 países han declarado emergencia sanitaria, emitiendo como disposición imperativa la cuarentena. En el Ecuador, el 16 de marzo de este año se declaró “Estado de Excepción” y aislamiento obligatorio, sumando el toque de queda con medidas de restricción de movilidad severas.

Si bien este es una de las formas recomendadas para desacelerar el contagio de este virus, al mismo tiempo pone en una situación de vulneración a la mujer que convive con su agresor. En este contexto ¿Qué pasa con el machismo?

El machismo en realidad es el verdadero virus que nos acompaña desde hace cientos de años y contra el cual hay una lucha continua. Si bien el confinamiento es una medida de seguridad sanitaria, ¿qué pasa con las mujeres que conviven con su agresor? Para ellas el hogar no es un lugar seguro.

En el Ecuador, desde el 2014 a lo que va del 2020, se han registrado 390 feminicidios de los cuales el 94% fue cometido por el conviviente o persona cercana a la víctima. Según la Fiscalía General del Estado, cada 71 horas se registra un feminicidio, de los que el 61% eran mujeres entre 19 y 39 años.

Desde el 12 de marzo de 2020, según reportes de la Policía Nacional, se registran alrededor de 257 llamadas diarias para denunciar violencia intrafamiliar. La situación de confinamiento acarrea sentimientos de frustración en las personas, a lo que se suma las medidas económicas tomadas por el presidente Lenin Moreno, las cuales precarizan el trabajo, llevando esto a una vida más inestable e insegura para la ciudadanía.

Es necesario considerar que la mayoría de casos de violencia de género viene de familias de clases medias y altas. Uno de los temas de gran relevancia que surgen a partir de la pandemia y el aumento de violencia de género, es cómo la mujer puede denunciar a su agresor, considerando que hay una convivencia diaria con este, imposibilitando sus opciones para realizar una llamada urgente al 911.

Una de las características del patriarca es el control que ejerce sobre la mujer. Es por esta razón, que es sumamente necesario mecanismos efectivos y discretos para que las mujeres puedan realizar la denuncia por violencia de género considerando esta situación de confinamiento.

Joel Vallejo comenta el siguente testimonio: “el esposo no le dejaba trabajar. Él llegaba estresado del trabajo y agredía a mi tía y a mis primos. Vivió alrededor de 7 años en esa situación de violencia, tenía miedo de denunciar, tenía miedo de que le haga algo, que la justicia no haga nada, que la busque después y la mate o incluso que tome represalias contra mis primos”.

Ingualmente Joel comenta sobre el referido caso lo siguiente: “mi mamá y yo fuimos su apoyo para que logre denunciar a ese hombre. Mi tía vivió muchos años en un mundo lleno de miedo y violencia. Tiempo después de su denuncia, asistió al psicólogo, donde recibió un tratamiento durante un año y medio para controlar los nervios. De todo corazón, no se lo deseo a nadie”.

Una mujer en situación de violencia, siente miedo de denunciar a su agresor, considerando la inoperancia del sistema judicial en cuanto a su protección después de que se haya presentado una denuncia por violencia de género, dejando en impunidad una serie de feminicidios.

El gobierno actual, considerando las cifras de la Policía Nacional y la Fiscalía General del Estado, no ha prestado la atención que amerita este tema, quedando desprotegidas así miles de mujeres ecuatorianas.

Es necesario que los entes estatales inviertan recursos económicos, tecnológicos y otros para despatriarcalizar la sociedad, esto mediante políticas públicas preventivas, fortalecimiento en el sistema judicial y capacitaciones a los funcionarios públicos. Procurando que estos accionares no revictimice a la mujer como se ha venido dando.

Lamentablemente, por parte del Estado, no hay una respuesta positiva en la implementación de nuevos mecanismos para la denuncia de violencia de género en la situación de confinamiento en que nos encontramos.

Sin embargo, vale la pena destacar que existen varios movimientos feministas como Surkuna, Casa Matilde, Mujeres de Asfalto, entre otras que brindan apoyo a la mujer para que esta se sienta protegida.

Una opción a la que podemos acudir, es la implementación de un código de fácil acceso a la víctima, para que pueda denunciar a su agresor de manera discreta. Necesitamos ser más diligentes para encontrar estos mecanismos que facilite el apoyo a las mujeres víctimas del patriarcado.

Ecuador, que lo injusto no nos sea indiferente por favor.

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