Desde el ascensor panorámico del Reina Sofía sirva esta vista como introducción al recorrido por la exposición dedicada al genial pintor Miguel Ángel Campano (Madrid, 1948 – Cercedilla, 2018), y que como tantas otras en nuestro país se ha visto cercenada en el tiempo como consecuencia de la terrible pandemia que nos asola.
Sirva este preámbulo para rendir también homenaje al gran escultor Alberto, cuya obra que ustedes pueden ver en primer término “el pueblo español tiene un camino que conduce hacia una estrella” (naturalmente de cinco puntas, añado yo).
Dicha obra hoy da la bienvenida al museo como en su día la dio al pabellón de la República (que contenía el Guernica), en la Exposición Universal de Paris celebrada en la época de nuestra guerra civil.
Procuraré no ser demasiado prolijo en mis explicaciones, porque, como yo digo siempre, lo importante no es lo que yo pueda apuntarles, sino que ustedes disfruten lo más posible de la obra de este interesantísimo pintor que, a nuestro juicio, muy injustamente no goza del reconocido prestigio internacional al que, sin duda, la grandeza de la misma le hace acreedor.
En sus inicios le vemos influenciado por el grupo de Cuenca (sobre todo Gustavo Torner, pienso yo), profundizando en la abstracción y creando además monocromos que ensambla para darles algo más de carácter, fuerza y cierta personalidad.
Nunca he entendido que, si yo pintase, por ejemplo, una réplica del Guernica (no se preocupen, algo que jamás sucederá), el resultado pasaría a titularse “Pablo, El Guernica según Picasso”. Algo que por otra parte jamás comprenderé y que también espero alguien me ayude algún día a entender, ya que yo pienso que debería ser justo lo contrario.
A lo que íbamos, nuestro pintor pasa al inicio de los ochenta por una época en la que le interesa sobre todo la pintura de Delacroix y sobre todo Poussin (aquí coincide con Picasso).
Su obra posterior a este estudio, por su parte (no ya una simple curiosidad o influencia), en lugar de un según, creyó el artista que más adecuado sería emplear après (después en la hermosa lengua francesa), en el sentido sobre todo de “a partir de”.
A partir del cuadro de Nicolas Poussin L’Automne, también llamado “La Grappe de Canaan” o “La Grappe de raisin rapportée de la Terre promise”, que narra el robo por parte de los exploradores judíos mandados por Moisés al valle de Escol, en Canaán.
Perteneciente a la serie “Les Quatre Saisons” encargada al final de la vida del pintor por Richelieu, Campano busca en cada una de sus obras de esta serie un desarrollo de la forma, del color, en definitiva, de la más pura abstracción de cada uno de los elementos que componen el original.
Voilà un par de ejemplos de los magníficos resultados de esta obra sobre los elementos puramente figurativos, el fondo, los coloridos:
Un bodegón del 88, que como veis, tiene mucho de Juan Gris:
También en los ochenta, vemos grandes formatos en series como Vocales, (y yo veo aquí a Chillida), por otra parte, con innegables resonancias literarias.
En los noventa, Campano se vuelca en el blanco y negro.
Composiciones geométricas, muchas de ellas también me parecen bastante deudoras de Chillida y sobre todo, creo yo, de Fontana.
Miguel Ángel Campano vuelve al color en este siglo. Se apoya bastante en el tejido indio lungui. El brillante colorido, que recuerda y no tiene nada que envidiar al gran Esteban Vicente nos transporta hasta los límites más actuales del expresionismo abstracto.
Y para finalizar (lo mejor para el final), en 2001 recibió Campano el encargo de pintar en dialogo con la obra de José Guerrero (otro grande del que no vemos una retrospectiva desde el 94, y al que Campano admiraba y con quien había trabajado ya en sus comienzos).
El estudio y su particular homenaje a la mítica obra de 1966 “Brecha de Víznar”, sobre el maldito barranco de Víznar, donde fue vil y salvajemente asesinado García Lorca por aquellas bestiales hordas fascistas que nada entendían de cultura, libertad, poesía, amor al prójimo, entrega al pueblo y respeto a otras opciones sexuales.
Los intensos colores son esta vez expresionismo puro, dolor, sentimiento, frustración y rabia contenida.
Que lo disfruten.
Brecha de Víznar