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Un nuevo oligopolio: más paro y menos economía productiva

La más que posible fusión de Bankia con CaixaBank o de CaixaBank con Bankia, es una mala noticia para las pequeñas y medianas empresas, y para los ciudadanos en general. Parece un titular poco esperanzador pero la realidad será así de cruda.

Antes de empezar con las “retahílas” de este proceso de fusión de dos grandes del sistema bancario estatal, cabe señalar la actitud del “gobierno más progresista de la historia” respecto a esto y mucho más.

Por un lado, tenemos a un PSOE que ya no aplica el manual de resistencia del “jefe”, sino que aplica el manual de contra insurgencia hacia todo lo que huela ya no sólo a izquierdas, sino a una actitud mínimamente responsable hacia las clases populares de este país. ¡Qué curiosa la vida cuando sitúa a los que están en el lado correcto de la historia en lo más alto de la traición hacia su propia historia!

Por otro lado, tenemos al 30% del resto del gobierno que no se entera. Que ha entendido mal desde antes de que empezara todo (parafraseando las palabras siempre ponderadas del jugador del Barça, Piqué).

Podemos disponía de una capacidad de movilización como no se veía en el Estado español desde hace muchos años. Poseía una capacidad de innovación de la intelectualidad política progresista bien trabada. Disponía de buenos comunicadores.

Ahora es cómplice, seguramente sin saberlo ni quererlo, de la fuga al estilo Curro Jiménez del referente de la sagrada e intocable Transición, el rey Juan Carlos I. Y espectador empotrado contra la pared con palomitas rancias y Coca-cola descafeinada, de un proceso de fusión de dos monstruos de la banca española (aunque poco le queda a CaixaBank de catalana).

Alea jacta est para el futuro de Podemos, que por más que se lo “curren” con el Ingreso Mínimo Vital, si además de no ser para nada efectivo (no ha llegado a más de un 10% a las familias solicitantes), la falta de lealtad que lleva en las venas Sánchez y los suyos, los encasilla en un marco pobre y para nada útil a la formación del también único “jefe” Pablo Iglesias.

¡Ah! Y adiós a la idea “podemita” de hacer de Bankia un banco público con una vocación claramente social, eso sí, todavía queda luchar por la obra social para financiar catas de vino, exposiciones de arte moderno, conciertos de ópera o festivales veraniegos etc.

Dicho esto, sí, esta fusión presagia que:

  • Los 140.000 millones provenientes de Europa, como cabía, esperar escondían pactos bajo la mesa y esta fusión es uno de ellos. ¡Preparaos los pensionistas porque van a por vosotros!
  • Ya nos podemos despedir si es que no lo habíamos hecho ya, de disponer de un sistema bancario transparente y cercano. Podemos esperar comiendo palomitas la siguiente fusión BBVA-Banc de Sabadell.
  • Sin duda, la fusión es un ataque en la línea de flotación de la economía productiva, que además, abre la puerta a seguir llenando las colas de parados de este país.

Me quedo en el punto número tres porque es la clave por ahora, que queremos es una foto estratégica de lo que puede pasar, pero ¡cuidado! Yo no soy ni el Mago Pop, ni epidemiólogo, ni Miguel Bosé, que ha descubierto el mundo tal y como va con el maldito “bicho”.

Para empezar el “tam-tam” de guerra, salen esta semana los dos “jefes” sindicales (UGT y CCOO), y piden que no les hagan mucha pupa a los suyos: los trabajadores que van a echar en un “plis-plas” en cuanto se produzca la fusión.

¡Eso sí! El “tam-tam” pasará por el típico proceso de absoluta negación de lo evidente por parte de las cúpulas sindicales, que llevaran puestas desde el primer día plumas en la cabeza para que quede claro que una nueva “guerra púnica” se aproxima.

Entonces vendrá alguna “mani” para hacer notar que están muy enfadados. Una posterior llamada al diálogo social (que palabreos tan bonitos tanto como la palabra “camama” o “pantomima”) y, finalmente, la aceptación por parte siempre de los “jefes” representantes de la clase trabajadora de que lo que han negociado “es lo que hay y lo que hemos luchado compañeros por llegar hasta aquí“.

Entonces, queda la parte más delicada la cual no vamos a ver de inmediato: el abandono definitivo de un modelo basado en la productividad para beneficio del sector servicios y construcción.

No se nos puede escapar que transformar el sistema bancario en pocos años (con la infinidad de fusiones que ya se han producido en España) beneficia al entendimiento entre los “ordenaditos” del sistema: los banqueros, los políticos de turno que quieren ser buenos niños, los jueces y algún empresario etc. Una economía basada en el sector servicios será siempre dependiente de la especulación y de los cambios a nivel global como ya hemos podido comprobar con esta pandemia de la COVID-19.

En cambio, una economía dirigida hacia la estructuración de un sistema de pequeñas y medianas empresas productivas (¡qué gran terreno tenemos con la economía verde!) provocaría un modelo de trabajo, de bancos y de equilibrio territorial más parecido a lo que se ve en Europa. Y además, el hecho de crear “mastodontes” bancarios jerarquiza el acceso al crédito que es la clave para una economía que quiera avanzar.

¿Y entonces qué? Pues nada, vamos a verlas pasar (las fusiones) y no nos queda otra que hacer lo mínimo que se puede hacer en procesos de oligopolio como este de CaixaBank y Bankia, que están más que pactados desde hace meses entre políticos (o gestores de la política) y banqueros (o políticos que gestan los milagros bancarios): crear una masa crítica para que algún día volvamos a “asaltar los cielos”.

Mientras tanto, en Cataluña este proceso nos ha pillado con una distopía de fusión entre PDECAT, JxCat, La Crida, La seca, La meca y La vall d’Andorra. Y una mesa de diálogo que entre todos la mataron y ella sola se murió. ¿CaixaBank? ¿Es la empresa dónde trabaja doña Cristina de Borbón y Grecia? ¡Entonces, abajo la monarquía!

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