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El presidente de México, López Obrador, rompe con el neoliberalismo

La dinámica neoliberal en Latinoamérica se ha caracterizado por reformas conducentes a medidas económicas con fuerte impacto político y social. En México, Miguel de la Madrid, presidente durante el periodo 1982-1988, estableció las primeras iniciativas neoliberales del Estado.

Durante su gestión promovió la apertura comercial y financiera acompañadas de medidas descentralizadoras, de desregulación y privatización del sector público. De este modo, todo aquel remanente de la revolución mexicana hasta la referida fecha fue desmontado desde la perspectiva económica.

Todo ello conllevó a un cambio de paradigma político y económico, donde los intereses nacionales heredados de las gestas independentistas y el progresismo de principio del siglo XXI han sido reemplazados por la defensa de los intereses de las trasnacionales.

Desde entonces, transcurrieron varias décadas de política neoliberal. Las medidas implementadas por Miguel de la Madrid fueron profundizadas por Carlos Salinas de Gortari, continuando con Ernesto Zedillo Ponce de León. Asimismo, continuaron desde la alternancia partidista, en los gobiernos del PAN de Vicente Fox y Felipe Calderón y en el regreso del PRI a la Presidencia con Enrique Peña Nieto.

Esta realidad política y económica rompió con el nacionalismo revolucionario que había distinguido al partido hegemónico durante décadas, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y lo reemplazó por una doctrina neoliberal y su práctica.

El balance del neoliberalismo durante la época previa a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no resulta alentador. La sucesión electoral que se observó durante el año 2000, (transfiriendo el poder del PRI hacia el PAN), promovió expectativas ante la posibilidad de un viraje políticamente aceptable y limpio hacia una democracia genuina.

Se pensaba que este cambio político-electoral traería el fin del predominio del PRI a través de un proceso pacífico. Sin embargo, lo que se pudo constatar años posteriores, fue la destrucción de esa transición al momento que AMLO podía ganar la presidencia en 2006. Dicho año representó una ruptura en la continuidad democrática de México.

La transición democrática planteada, siempre estuvo determinada a mantener el “establishment” neoliberal impuesto. El PRI y PAN, en medio de sus discrepancias, constantemente mantuvieron una alianza bajo unos términos muy precisos: la política económica sería la que ellos habían consensuado desde 1982.

La careta de la sucesión que esconde al autoritarismo neoliberal, estaba en peligro de ser devastada si resultaba vencedor un proyecto político y social posneoliberal. El proyecto dirigido por Andrés Manuel López Obrador, solamente pudo ser detenido en proceso electoral del año 2006 por medio de un fraude donde se afirma que fueron falseados los resultados, y en las de 2012, a través del fraude promovido por el clientelismo denunciado por aquellos que adversaban a la hegemonía política del PRI y el PAN.

Ya en el 2018, tras su victoria definitiva en las presidenciales con el partido MORENA, López Obrador anuncia la muerte del modelo económico neoliberal. Y en este mismo sentido, le declara la guerra a dicho paradigma, comprometiéndose a realizar todo lo que esté a su alcance para evitar que vuelva.

En este sentido MORENA, partido de AMLO, actualmente funge como una fuerza política que procura materializar la democracia, asimismo, tiene como intención ahondar en la praxis de la democracia participativa y el desmantelamiento de los anteriores regímenes económicos conservadores. Sin embargo, Morena coexiste con una heterogeneidad ideológica que presenta atavismos centralistas junto con el peso del liderazgo personal de Andrés Manuel López Obrador.

AMLO tiene un proyecto económico claro y que representa un distanciamiento contundente respecto a gobiernos anteriores. Su plan para hacer crecer la economía mexicana es aumentar la capacidad de consumo de los más pobres.

Durante el año 2020, el 16 de mayo el presidente López Obrador publicó ante los medios de comunicación el plan denominado “La nueva política económica en los tiempos del coronavirus”, el cual tiene la intención de ser una guía que oriente el accionar del Gobierno Federal a partir del contexto pandémico.

Dicho plan está distribuido en cinco apartados basados en los preceptos de democracia, justicia, honestidad, austeridad y bienestar. En estas se pueden apreciar una mixtura de planes de infraestructura y transferencias monetarias.

En este contexto y ante los oficios del ejecutivo para recuperar la economía, el presidente afirmó que “desechar las recetas de siempre, propuestas por organismos financieros internacionales, supuestamente orientadas a revertir las crisis recurrentes pero, que en los hechos, provocan nuevos ciclos de concentración de la riqueza, nuevas espirales de corrupción, crecimiento de la desigualdad, ensanchamiento de los abismos sociales entre lo urbano y lo rural y, a la postre, un agravamiento de los fenómenos de desigualdad, desintegración social, migración, marginación y miseria”.

El referido mandatario ha mantenido su política: en las circunstancias de la crisis económica mundial, no habrá ni rescates de bancos, ni de grandes empresas, tampoco se condonarán impuestos. En este sentido, ALMO sostiene que “en México estamos construyendo, desde antes de la pandemia actual, y ahora con mayor intensidad, un nuevo modelo de país, con base en cinco principios fundamentales e indisolublemente relacionados entre sí: democracia, justicia, honestidad, austeridad y bienestar. La nueva política económica se ha formulado a partir de esos principios”.

Entre los puntos que se destacan en el documento, figuran: Primero, devolver el poder al pueblo; Segundo, justicia Bajo el amparo del artículo 25; tercero, el combate a la corrupción; Cuarto, austeridad a la pobreza franciscana; Por último, el bienestar como un nuevo factor en la ecuación del crecimiento.

El mismo López Obrador ha considerado que la prueba fehaciente del fracaso de la política neoliberal, fue lo ocurrido durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari. Respecto a este, ALMO afirma que “fue cuando más se acumuló riqueza en pocas manos y la economía creció a una tasa promedio anual de 4 por ciento, como en ningún gobierno de 1983 a la fecha; en julio de 1988 éramos el lugar 26 entre los países del mundo con más multimillonarios; en 1994 México escaló el cuarto sitio, sólo por debajo de Estados Unidos, Japón y Alemania. Sin embargo, y esa es la gran paradoja, ese fue el sexenio en el que más se incrementó la desigualdad en la historia moderna de México”.

El Estado de bienestar en “la nueva política económica en los tiempos del coronavirus” promovida por ALMO, sostiene que “nada justifica seguir con la misma política económica y continuar manteniendo el término de crecimiento a secas como parámetro básico de medición del desarrollo nacional”. Con todo ello, se procura dejar de analizar la economía sólo en función de la medición del Producto Interno Bruto (PIB).

En palabras de ALMO, se trata de un documento donde se reformuló el modelo que reemplazará al neoliberalismo. El mismo considera que el COVID-19 aceleró la caída del modelo neoliberal, por lo que los efectos de la crisis derivada de esta contingencia serán peores.