En el año 2018, tras su victoria en las presidenciales por medio del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), Andrés Manuel López Obrador (AMLO) anuncia la muerte del modelo económico neoliberal. El nuevo mandatario emprende desde ese entonces un conjunto de iniciativas de gobierno que procuran un distanciamiento respecto a los gobiernos anteriores.
Ya lo avizoraba en la Tercera Reunión de la Conferencia Regional sobre Desarrollo Social de América Latina y el Caribe, donde el referido mandatario afirmó que en el modelo neoliberal “se ahondó y se profundizó la desigualdad económica y social. Ya no queremos esa política, ya estamos en el periodo post neoliberal, post neoporfiristas, hemos dicho basta a la política neoliberal y estamos llevando a la práctica una política nueva”, puntualizó el presidente de México.
Para lograr este cometido, busca promover una guerra irrestricta contra el neoliberalismo impuesto por las hegemonías PRI – PAN. En este sentido, la praxis de gobierno de AMLO reivindica un modelo de Estado Social claro y que representa tanto simbólica como pragmáticamente un viraje importante en la direccionalidad económica de México.
AMLO inicia su gobierno impulsando el “Plan de Nación 2018-2024”, de la coalición Juntos Haremos Historia. Dicho plan contempla un conjunto de objetivos en el orden político, económico y social. Respecto al ámbito económico, uno de los restos iniciales es encontrar las fórmulas que permita la expansión y la reorientación del gasto público, sin que esto signifique un incremento en el nivel de deuda y manteniendo el superávit primario.
Entre los objetivos iniciales de este plan, destacan: Aumentar el salario mínimo; Apoyos económicos para adultos mayores y jóvenes; Congelar los precios de las gasolinas en términos reales; Disminuir el IVA en frontera; No aumentar impuestos; Mantener la autonomía del Banco de México; finalmente mantener el TLCAN.
Dichas acciones buscan ejecutarse en un contexto de heterogeneidad ideológica que presenta atavismos centralistas junto con el peso del liderazgo personal de Andrés Manuel López Obrador. El proyecto económico de AMLO al amparo de Morena, significa un giro a estas políticas neoliberales aplicadas desde 1982 en el país.
Se tratan de una serie de políticas económicas que pueden ser caracterizadas de “neodesarrollistas”, las cuales se dan en un entorno económico de dominio financiero y productivo neoliberal, donde en el 2018 la deuda del país representaba aproximadamente el 50% del PIB y los pagos por intereses anuales son cercanos a los 35 mil millones de dólares.
En este contexto, las rutas para incrementar la inversión pública tienen que proceder del Estado. Para lograrlo, el gobierno de AMLO ha establecido un programa de austeridad, a pesar del modesto impacto práctico, representa una medida fundamental en su sentido simbólico.
Así mismo, las acciones encaminadas a promover una mayor presencia del Estado en las dinámicas económicas también implican un aumento en la recaudación fiscal, pero sin incrementar sustancialmente los impuestos. Esto apunta a una política de optimización del sistema de recaudación mexicano.
En el plan de reimpulso de la economía mexicana que propone AMLO tiene altas consideraciones respecto a la industria. En el periodo neoliberal, la industria estuvo bajo la sombra de la “mano invisible del mercado”, estando dichas empresas alineadas con el capital extranjero y los intereses de las trasnacionales.
En virtud de este antecedente, entre los objetivos principales de dicha política industrial es la creación de nuevos productos para la exportación. Asimismo, meta de la referida política industrial será el de obtener más plazas en las cadenas de la producción para los mercados internacionales.
La política económica de AMLO tiene a la vista un total de 11 sectores estratégicos que realizaban 53% de las importaciones como, los cuales auspiciadas con el objeto desarrollar los contenidos elaborados por las empresas mexicanas en las cadenas de valor. De esta manera, se propone elevar la producción, el empleo y el crecimiento del país.
El triunfo de AMLO, junto con el apoyo de Morena y la alianza Juntos Haremos Historia durante las elecciones de 2018, ha dado por terminado un periodo de más de tres décadas de neoliberalismo en el país caracterizado por la desnacionalización de la economía, el aumento de la pobreza y las desigualdades sociales, el trabajo precario e informal y por una violencia nunca antes vista desde el periodo de la Revolución mexicana.
En pleno 2020, la perspectiva económica sigue vigente con especial énfasis a rais de los efectos que ha traído la pandemia del Covid-19. El 16 de mayo el presidente AMLO publicó ante los medios de comunicación el plan denominado “La nueva política económica en los tiempos del coronavirus”, el cual tiene la intención de ser una guía que oriente el accionar del Gobierno Federal a partir del contexto pandémico.
Dicho plan está distribuido en cinco apartados basados en los preceptos de democracia, justicia, honestidad, austeridad y bienestar, dentro de los cuales, destaca la siguiente hoja de ruta: Primero, devolver el poder al pueblo; Segundo, justicia Bajo el amparo del artículo 25; tercero, el combate a la corrupción; Cuarto, austeridad a la pobreza franciscana; Por último, el bienestar como un nuevo factor en la ecuación del crecimiento.
México se encuentra experimentando una nueva hegemonía política y económica, la cual se erige como una nueva unidad técnica y moral que congrega los intereses y procura transformar el futuro de un país que hasta hace poco fue circunscrito a las dinámicas neoliberales.
Es un conglomerado de fuerzas que se ensamblan en procura del progreso económico, donde Estado recobre su rol de generador del crecimiento de la agricultura y la industria, perfilándose estos sectores como los grandes ejes del progreso.
No obstante, cabe resaltar las amenazas latentes a la estabilidad económica y social. En la actualidad, el neoliberalismo ha establecido ordenaciones de carácter legales y prácticos de dilatada influencia financiera en la industria y el comercio.
En función de la presencia de los vestigios del antiguo sistema político-económico, es fundamental sentar las bases para el desmantelamiento de las arcaicas estructuras que ponen resistencia al cambio. Esta situación condicionará el régimen productivo en México, pero ante, se vislumbrarán en el panorama las contradicciones económicas aún presentes que, dinamizarán la realidad del país en todos sus aspectos.