Un gladiador es entrenado desde los ocho años en la refriega. En el peor de los casos, es decir sin armas ni armadura, es un asesino letal, rápido y silencioso. En su mejor faceta guerrera es una máquina de destruir hombres. Imagina lo que pueden hacer cuarenta mil de ellos, en medio de una vorágine de castillos en pugna permanente. Ya he dicho que son silenciosos, pero soy el Rey de mi castillo. Y mis gladiadores han crecido en silencio, fundiéndose con el entorno y aspirando la invisibilidad.
Son sombras que atacan de súbito, y asesinan. Ten esto en cuenta.
Nuestra colmena está en Siruafs. En una región de grandes recursos. Un punto caliente, donde confluyen todos los asesinos de los diversos clanes, todos los aventureros buscando recursos y a pocos kilómetros del Clan del Rey JOR, y los fatídicos LBI.
El clan JOR vive para la guerra, muere y resucita por la guerra. Vienen de Oriente, y son como la arena de noche. Omnipresentes en su sed por asesinar soldados enemigos. Su Rey domina el reino, y los cantos de los juglares que yerran por las tierras lejanas hablan de batallas épicas, millones de muertos, maravillas y ciudades celestiales. Sus lords son maquiavélicos, planificadores y diligentes. Una guerra como la que tenemos con el clan JOR no puede ganarse sin un hecho extraordinario, sin un acontecimiento insólito.
Los otros, el guild LBI tienen un origen que desconozco. Sólo me nubla el odio al recordar su nombre. Mi cabalgata desesperada hacia el aserradero sólo sirvió para llevarme más de cuarenta mil rostros, con cruentas torturas a cuestas y con la mandíbula quebrada a mi cama. En un ataque despiadado, el ejército del LBI masacró a los gladiadores que recolectaban madera para el reino.
No queda espacio en mi corazón para el remordimiento. Sólo queda tratar de olvidar las mallas destrozadas por las puntas de las lanzas. La sangre sobre la tierra, las vísceras en el suelo y el olor a muerte. ¿Que clase de habilidad militar hay que tener para vigilar a un Lord rival hasta identificar cuando no esté en línea, o se halle sin escudo? LBI nos atacó y sus ataques decían “váyanse de aquí“. Con cada masacre, y debido a nuestra inexperiencia no sabíamos cómo iba a perjudicarnos al pasar el tiempo. Un odio visceral, gratuito.
Ayer, llegó una carta de Lord Dajzer. En su rúbrica se nota la tinta, extracto de la sangre del Guiverno de Jade. Entre sus buenos deseos y anécdotas, dice que JOR y LBI se han unido.
¿Que podemos decir, querido lector, querida lectora? Que te puedo decir. Nada, la muerte. Para nuestro gremio esa unión significa no solamente la desaparición de nuestra colmena, llena de nuevos jugadores, sino que también implica el intercambio de información, la contra inteligencia. Y además la sincronía de los peores asesinos del reino y bueno, básicamente el rey. Escribo esto a la luz de una vela, arriesgando todo. No puede haber luz en la noche del pánico. La noticia corrió por todo el reino. Todos vinieron al castillo, buscando protección.
La primera noche de la guerra total. Tres millones de soldados acuartelados y distribuidos en puntos estratégicos. Mujeres y niños en la capilla. El terror se puede ver, flotando en el sudor. Los niños con la espada en la mano me miran a los ojos, buscando aprobación pero también paralizados ante la muerte. No somos nada ante el Rey, con un ejército de tres billones de soldados. Si invoca a otro Lord, son dos billones más. Para un ataque contra nuestro reino sólo necesitan a un aprendiz. Así de mala está la cosa.
Una mujer grita desesperada. Los niños al oírla, dejaron de frenar su llanto y sumaron varios grados de intensidad. Vamos a morir esta noche, les digo. Hagámoslo con valor. El silencio vuelve, con los azules de la luz lunar sobre los cascos. Cuando uno va a morir, recuerda cosas que jamás evocaría en una situación normal. Recordé mi última visita a la Academia, y las investigaciones sobre alquimia del Mago W. Lo feliz que estaba. Eso termina hoy. Cuervos negros suben como una flecha. El cielo se queda sin luna. Se va el aire del pecho. A lo lejos, una sombra sobre un caballo negro se acerca velozmente a la puerta del Castillo. Ordeno no disparar, con el alma en vilo. Todos los ojos miran al Caballero Negro, con sangre en sus pies.
La escalera sin luz, es un laberinto. Seguro que voy a morir atravesado por una espada, sujeto la mía. Salgo de las puertas del castillo y no pude caminar más. Me paralizé, como en un momento de hechicería. Ante mí estaba el Rey JOR.
Continuará.