Con esta lapidaria frase, el Dr. Ángel Duarte –con cariño- el “cholo Duarte”, ponía fin a los deseos de una viuda que a decir de su marido compraba sus calzones en “Tía” (tienda popular de Guayaquil), y no en los exclusivos almacenes del lujoso centro comercial “Ball Harbour” de la ciudad de Miami, quien pretendió ser nominada a la candidatura presidencial del Ecuador en 1988.
Para nadie que conozca la historia política del Ecuador, se escapa la triste realidad de que desde el siglo XIX muchos banqueros gobernaron el país, -siempre tras bastidores- hasta que en 1925 ya entrados en el siglo XX la Revolución Juliana vino a poner orden por primera vez a los abusos de la banca nacional, con la creación del Banco Central del Ecuador.
Sin embargo aquellos no se han resignado a la pérdida -al menos formal- de sus prebendas y privilegios de controlar los gobiernos y gobernantes, porque si en aquella época era más que evidente que el poder lo ejercía la bancocracia, ellos no solo emitían la moneda nacional, sino que eran prestamistas del estado.
En la época actual el mismo ADN circula en los “dueños” del mercado bancario y financiero nacional, los herederos del español Manuel de Luzarraga, Arosemena, Urbina Jado, los Acosta, Isaías, Ortega, Aspiazu y Peñafiel son actualmente Egas y Lasso, quienes han sido los verdaderos dueños del país.
Lasso un poco más burdo, se evidenció siendo funcionario público en los peores gobiernos que ha tenido el Ecuador, como fueron los de Mahuad -en el que fuera gobernador del Guayas-, y luego superministro de economía cargo que aprovechó información privilegiada para levantar su fortuna comprando certificados de depósito al 40% de su valor nominal.
Después los vendió al estado al 100% durante el llamado “Feriado Bancario” decretado por Mahuad y después en el gobierno del derrocado Coronel Lucio Gutiérrez fue embajador itinerante.
En el 2013 y en el 2017 fue el candidato presidencial perdedor frente a Correa y a Lenín Moreno respectivamente, pero con ese último finalmente cogobernó a partir de la traición de moreno al pueblo ecuatoriano, al proyecto político que lo llevó al poder, y a su mentor Rafael Correa de quien fuera vicepresidente.
Hoy en el 2021 Lasso busca perder las elecciones otra vez. La tercera. Esta vez ante un candidato de la Revolución Ciudadana pero hoy la diferencia es abismal, se enfrenta a un candidato 30 años más joven que él, y con una preparación académica muy por encima de su pequeño título de bachiller.
El gritar que se terminará la dolarización y que se viene la “venezolanización” del Ecuador, así como el terror fantasmagórico al regreso de Rafael Correa, no le alcanzan para desvirtuar que fue parte del feriado bancario que dejó en la ruina a miles de ecuatorianos, que muchos se quitaron la vida y millones emigraron a EEUU y a Europa, además la pesada cruz del cogobierno con el traidor Moreno que lleva a cuestas, y que su endeble salud no lo ayudará a soportar.
Una vez que pierda el día 11 de abril, y después de llorar unos días gritando que le han hecho “fraude”, no le quedará más que ver la transmisión de mando y la posesión del Presidente Andrés Aráuz por la televisión, y luego de eso volver tras bastidores a tratar de incomodar al gobierno y a sus antiguas luchas con Egas, el otro banquero, con quien peleará por unas cuantas monedas para disputar el primer lugar con el fin de ver ver quién de los dos es el que más expolia a los ecuatorianos.
La presidencia de la República es hoy para Guillermo Lasso lo mismo que fue en 1988 para doña Olfa Záccida de Bucaram, nada más que “sueños de perro”.