La epopeya de Andrés Arauz
Andrés Arauz ha perdido las elecciones en una posición muy desigual con respecto a Guillermo Lasso, teniendo además que sustituir el carismático liderazgo de Rafael Correa.
Andrés Arauz ha perdido las elecciones, pero ha sentado las bases para ganar en el futuro. Atendiendo al contexto de Ecuador, y a los hechos históricos más o menos recientes, se sabe que en la nación suramericana se ha dado un golpe de estado -en su versión más moderna, el Lawfare-, y que cuando los poderosos dejan caer su careta democrática para hacer lo necesario en favor de perpetuar sus privilegios, no son pocos los años que pasan hasta el regreso de la normalidad democrática.
Primero porque el precio social pagado con la pérdida de su imagen democrática debe ser recuperado en forma de privatizaciones, y segundo porque deben esperar a que la mayoría social olvide lo sucedido o tengan un recuerdo endulzado de lo que pasó -se culpa de lo sucedido a una sola persona mediática-, para que en siguientes procesos electorales no pierdan lo que tanto les ha costado mantener.
Durante el inicio de su mandato, Lenín Moreno vulneró la constitución para impedir que Rafael Correa pudiera volver a presentarse a las elecciones, después dio un golpe a su vicepresidente Jorge Glas por no acompañarlo en su viraje conservador, y para finalizar purgó la institución encargada de controlarlo, el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS), con lo que pudo iniciar una serie de procesos judiciales sin base legal ni pruebas contra Rafael Correa, para también impedir su estancia en Ecuador.
Todo ello ha provocado presos políticos como el mencionado Jorge Glas, exiliados como Gabriela Rivadeneira, censura, persecución y represión. La censura se profundizó hacia un desgaste mediático contra Rafael Correa y al final contra Andrés Arauz, en el momento en el que se supo que sería candidato a vicepresidente -tras las decisiones del CNE que dejaron fuera de la carrera a Correa, Arauz pasó a ser el presidenciable-.
Por lo tanto Andrés Arauz llegó siendo un desconocido que tenía que luchar a contrarreloj contra la versión manipulada que daban de él los medios de comunicación del país, que han generado un odio desaforado acusándolo incluso de acciones futuras -como la desdolarización- de las que él está en contra.
Además debía ocupar el liderazgo del movimiento tras un carismático y asentado Rafael Correa, sin tener libertad total de movimientos para desarrollar su propia personalidad política y propuesta programática, ya que la dirección de la izquierda se encontraba en Bélgica.
Sin tiempo, sin recursos, con una campaña mediática feroz en contra, con censura y obstáculos electorales, Andrés Arauz ha superado el intento bipartidista del régimen (trabajó para que el puesto de representante de la izquierda lo ocupase el neoliberal Yaku Pérez), posicionándose como el líder del campo progresista ecuatoriano, y como la oposición a Guillermo Lasso.
Esta posibilidad es la que Lenín Moreno y los poderes fácticos que han patrocinado su viraje neoliberal querían evitar, la construcción de un político que pudiera continuar con el legado del expresidente Rafael Correa.
La izquierda ecuatoriana tiene un nuevo liderazgo, que se encuentra en Ecuador, que ha mostrado su vocación de poder. Andrés Arauz ha enseñado cuál es su suelo electoral, ha revelado su capacidad para alcanzar la unidad del campo progresista, mientras que la derecha ha enseñado cuál es su techo.
El significado político del escenario materializado tras las elecciones del 11 de abril es que la izquierda puede crecer, mientras que los conservadores solo descender.