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Haití tras el asesinato de Jovenel Moïse

Tras la muerte de Jovenel Moïse se cuece la conmoción de que Haití se aboca al vacío de poder.

La muerte de Jovenel Moïse, una muerte que causo bastante consternación en la comunidad internacional, tal cual ha dicho la comunidad haitiana de Litte Haití en Miami desde Estados Unidos (EEUU) “Si a un presidente lo matan, ¿qué nos espera a nosotros?“. Así empezamos a analizar, ¿Qué le depara a la comunidad haitiana nacional e internacional en su futuro sin su líder?

Teniendo en cuenta que al principio a Jovenel Moïse le fue complicado mandar en Haití debido a la ola de protestas y acusaciones de corrupción, su asesinato marca un hito de violencia en contra de su mandato.

Actualmente hay una crisis interna política con respecto a quien asume el mandato, de acuerdo a su constitución de 1987, establece que el Consejo de Ministros, encabezado por el primer ministro, ejerce el poder ejecutivo hasta la elección de un nuevo gobernante.

Debido a esto, Haití convocó elecciones presidenciales para el 26 de septiembre, mismos comicios en los que Jovenel Moïse no pudo haber sido candidato, los partidos opositores, en específico los de izquierda, trataban a Moïse como un “dictador” por el controvertible modo que ha gobernado por decreto desde la clausura del Parlamento, algo por lo que también ha sido criticado por la comunidad internacional.

No es secreto que Moïse fue enemigo de la burguesía haitiana que controlan negocios clave en el país, como también se ha ganado la enemistad de las bandas criminales más poderosas que hay en los barrios de Haití, todo esto debido al proyecto país que tenía encaminado Moïse para el país.

Si tomamos en cuenta este punto, la muerte de Moïse podría significar para las élites haitianas un avance estratégico en sus planes de apoderarse de Haití, como si se tratara de una película de narcos de la vieja escuela, esto refleja la poca colaboración moral que tienen estas élites, y el claro atropellamiento al pueblo haitiano perdiendo a un líder tan importante.

Esto podría generar una crisis grave interna que causaría una fuga masiva de haitianos ante la inseguridad masiva resultado de la anarquía total que generó la muerte de Moïse, una inestabilidad política peor que generan los desastres naturales o golpes de Estado.

La muerte de Moïse, desencadenaría una situación similar al Golpe de Estado de 1991, provocando un aumento de refugiados haitianos a los puertos de Florida (EEUU).

Haití ya estaba en crisis por el tema de quién debería gobernar el país. Durante meses, manifestantes enojados habían acusado al presidente Moïse de quedarse más tiempo en el poder lo que marcaba un giro hacia la autocracia.

Actualmente, con su muerte, la cuestión del liderazgo se ha vuelto más turbia, especialmente porque las instituciones democráticas del pueblo se han baldado severamente, dejando pocos árbitros legítimos en el país para supervisar una transferencia incondicional del poder.

Haití es hoy una democracia parlamentaria que prácticamente no tiene asamblea. Actualmente solo hay 10 senadores en funciones de un total de 30, porque los términos de los otros 20 han expirado.

La Cámara Baja está completamente vacía porque los periodos de los representantes terminaron el año pasado, lo que hizo que Moïse gobernara por decreto durante aproximadamente un año.

Mientras tanto, en la calle, se cuece la conmoción de que algo está a punto de empezar y que Haití se aboca al vacío de poder.

El editorial del periódico Le Nouvelliste, el más antiguo del país, describía así el estado anímico de la nación más pobre de América: “Con la gravísima noticia, un manto de conmoción lo envolvió todo: personas, animales y cosas. Ni un sonido. Ni un llanto. Ni una lágrima. El clima no fue de expresiones fuertes ni dolor visible. Es el de un país que aguanta la respiración”.

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