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Plan Cóndor del siglo XXI (II): la definitiva caída de Haití

Segunda parte de un contenido descriptivo sobre el Golpe de Estado en Haití del año 2004. Durante la primera entrega se sentaron las bases argumentales que deben ser leídas para entender el texto que se reproduce a continuación. Para ello haga click aquí.

Hablar de Haití es hablar de un pueblo caribeño que ha sido sometido a una constante agresión e intervencionismo colonial e imperialista, y no es exagerado decir que históricamente es un país que tiene una profunda crisis social, política y económica seguida de golpes de Estado, intervenciones y agresiones.

El presidente Jean-Bertrand Aristide asume la presidencia de Haití en 2001, tras ganar las elecciones por el 91,69% de los votos. Él ya había sido presidente anteriormente continuando un giro hacia a la izquierda, estableciendo relaciones diplomáticas con los gobiernos de Cuba y Venezuela, aumentando una antipatía de la Embajada de los Estados Unidos en Haití con ello.

Desde su llegada al poder, Aristide buscó sanear la administración pública y las empresas estatales, en mal estado por la corrupción. Este año arrancó con las ceremonias del 200º Aniversario de la “primera república negra de América” el 1 de enero 2004 en Puerto-Príncipe.

La espiral de crisis se intensificó hasta alcanzar los conocidos hechos de febrero. El 2 de enero, el Grupo de los 184 presenta una alternativa de transición para preparar e incitar la salida de Aristide. El 7 de enero, una manifestación degenera en revuelta. Washington acusa al gobierno de Haití de no ser democrático.

El 13 de enero, el mandato de los diputados y de dos tercios de los senadores expira, pero la oposición se niega a nombrar sus delegados a la Comisión Electoral y Aristide no puede organizar las elecciones.

La Comunidad del Caribe (CARICOM) se ofreció como mediadora y el 31 de enero de 2004, presenta un Plan de Acción Previo, seguido en febrero de un plan de aplicación elaborado por el Grupo de los Seis, en el que participaron las Bahamas por el CARICOM, Canadá, Estados Unidos, Francia, la OEA y la Unión Europea, a Aristide se le acusa de no querer organizar las elecciones y de instaurar una dictadura.

Esto genera un estallido de rebelión armada que se propaga a diversas ciudades con éxito, que no logran ser replegadas por las fuerzas armadas haitianas, hasta que finalmente el 29 de febrero el presidente electo de Haití, Jean-Bertrand Aristide, fue secuestrado por un comando de Fuerzas Especiales estadounidenses con el apoyo de Francia.

Ante la opinión pública, se dijo que Aristide había renunciado voluntariamente. Bajo la amenaza de los fusiles y en presencia de James B. Foley, embajador de EEUU y de Thierry Burkard, embajador de Francia, Aristide habría firmado una declaración de dimisión preparada con anticipación por los golpistas «a fin de evitar un baño de sangre».

En realidad, se sabe actualmente que Aristide rechazó firmar tal documento y redactó más bien unas pocas líneas sobre un papel a manera de despedida. Es después cuando las Fuerzas Especiales lo conducen al interior de un avión blanco, sin matrícula, con destino a Bangui, capital de la República Centroafricana, donde lo esperan agentes franceses de seguridad. Completándose el Golpe de estado.

Estados Unidos y sus aliados geopolíticos intensifican las acciones injerencistas, financian a bandas armadas vinculadas al crimen organizado y el narcotráfico, y generan una situación de crisis y violencia con la que justifican la «ayuda humanitaria» y la intervención armada extranjera.

Para dichos fines contaron con la activa colaboración de ONGs como el Observatorio de Derechos Humanos (una organización no gubernamental relacionada con el Departamento de Estado de los Estados Unidos que acusó a la policía haitiana, y a los partidarios políticos del presidente Arístide, de haber realizado ataques contra los mítines de la oposición), y Amnistía Internacional, que acusaron al presidente constitucional de  vulneraciones a los derechos humanos que a día de hoy no han sido demostradas.

Apoyan la intervención estadounidense de manera activa los gobiernos de Canadá, Francia, y Chile, y esta se consuma en febrero de 2004. Mientras tanto, la Organización de Estados Americanos (OEA) tuvo oídos sordos y boca cerrada en lo correspondiente al golpe de Estado en Haití. Nada dijo Europa, que como Washington, también apoyó el golpe. Si bien la Comunidad del Caribe (Caricom) y la Unión Africana (UA) denunciaron el golpe contra el legítimo mandatario haitiano.

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