Chile y Allende, de la izquierda al neoliberalismo en América del Sur
Salvador Allende fue el cerrojo contra el neoliberalismo en Suramérica que EEUU y la derecha chilena tuvieron que romper para imponer la privatización.
Allende, referente de conciencia social y política
Salvador Allende es un ícono de la política latinoamericana desde hace 50 años. Se le recuerda como el primer presidente socialista elegido en democracia, pluralismo y libertad. Sus políticas de gobierno apuntaban a terminar con las profundas desigualdades de la sociedad chilena.
Las transformaciones que entre 1971-1973 ejecutó la Unidad Popular (UP), coalición de partidos de izquierda que llevó a Allende al poder, se basaron en políticas anticapitalistas especialmente en la modificación de la propiedad del capital y los recursos naturales.
Dentro de las acciones importantes está la nacionalización del cobre (que había sido propiedad de las empresas mineras estadounidenses Anaconda y Kennecott), misma que tenía como fin que los beneficios de la explotación minera se quedarán en el país; y la Reforma Agraria, que buscaba terminar con el latifundio.
Salvador Allende pretendió hacer un cambio económico más pausado durante su gobierno; pero el boicot empresarial interno y el boicot a la economía chilena desde fuera, le obligaron a ser más agresivo. El camino de la estatización de la economía dio más fuerza al mito comunista.
El golpe de Estado y la derecha tienen una estrecha relación
En América Latina los golpes de Estado son recurrentes. El 11 de septiembre de 1973, el gobierno de Allende terminó debido a un golpe de Estado ejecutado por las Fuerzas Armadas y promovido por los Estados Unidos mediante la Central Intelligence Agency (CIA), la derecha chilena y los medios de comunicación de ese país.
En los días previos al golpe, los militantes más radicales del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y algunos sectores sindicales llegaron a un punto de no retorno. Los militares, abiertamente influenciados por el gobierno estadounidense de Richard Nixon, buscaban el momento de derrocar al presidente.
Los grupos de extrema izquierda, bajo el concepto ficticio de que las Fuerzas Armadas de Chile eran vencibles, se lanzaron a las calles de manera violenta para defender a Allende.
Cuando los militares tomaron el poder y desataron una sangrienta represión, no hubo oponente por tanto los sectores de la izquierda se vieron obligados a desmovilizarse.
Luego del golpe, las consabidas acusaciones de corrupción trataron de legitimar la intervención militar. Con los años la historia se vuelve más clara: el boicot a la economía chilena y la presión de la sociedad chilena se juntaron en una tormenta que Allende afrontó con valentía, más valentía que pragmatismo, entregando su vida por la democracia.
Estados Unidos y el neoliberalismo
El neoliberalismo tiene sus raíces en el liberalismo clásico del siglo XVIII y surge como ideología y teoría económica en el siglo XX, tras la postguerra y como alternativa a los regímenes políticos y económicos de la Europa del Este. Se consolidó como una nueva ortodoxia económica reguladora de la política pública en el mundo del capitalismo avanzado, y llegó a su clímax en Estados Unidos (1979) y Gran Bretaña (1980).
Cobró mayor fuerza a escala mundial con la influencia política de la Escuela de Chicago y luego su evolución política, económica y social en América Latina a partir de la segunda mitad del siglo XX.
Este modelo económico “fue una reacción teórica y política vehemente contra el Estado intervencionista y de bienestar”. Estado al que se lo calificó de ineficiente, burocrático y centralista, por lo que el nuevo programa económico planteó como medidas fundamentales la descentralización y privatización, básicamente reducir el sector estatal y ampliar la esfera del mercado.
Entonces, más allá de aparecer como una opción capitalista de superación coyuntural, se convirtió en un proyecto socio-político y un programa de política económica desplegado alrededor del nuevo orden económico mundial.
El neoliberalismo fue el invitado de honor de la Guerra Fría, su discurso sobre libre mercado, desregulación y menor carga impositiva, fue promocionado como la antítesis del comunismo.
En el caso chileno, el neoliberalismo se impuso como la fórmula del éxito macroeconómico. No hay que olvidar que luego del retorno a la democracia, los regímenes de Patrio Alwyn, Eduardo Frei y Michel Bachelet, no cambiaron el modelo económico diseñado por la dictadura de Pinochet desde la perspectiva constitucional, sino desde el imaginario de la estabilidad y prosperidad económica.
Fueron necesarias varias décadas y el agudizamiento de la desigualdad en Chile para que el país pusiera en el debate el modelo económico. El alto costo de la vida en Chile, y particularmente de la educación y el acceso restringido a los fondos de una seguridad social privatizada prendieron las calles.
En este momento Chile está abocado a un proceso constituyente. El cambio de constitución, ni implica solamente una modernización de las reglas de juego económicas.
Es evidente que Chile, 50 años después del derrocamiento de Salvador Allende, necesita reencontrarse con el progresismo desde una visión no trágica. El pragmatismo que le faltó a Allende es el que necesita hoy la izquierda chilena para diseñar el país del siglo XXI.