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Tópicos machistas rotos: “Llorar es para nenas”

Entre tantos cambios sociales y activismo, el feminismo ha derribado tópicos machistas heredados de generaciones anteriores. Tal vez los conoces y no te habías dado cuenta.

La cuarta ola del feminismo ha llevado a la reivindicación por la igualdad a la primera plana.

A base de lucha, denuncia y movilizaciones como la huelga feminista del 8 de marzo y otras fechas relacionadas, el final de un sistema que se basa, en gran medida, en la opresión y dominación a las mujeres está hoy más cerca.

No obstante, aún no ha llegado el día de la equidad real, y el machismo, como una presa moribunda que se revuelve, tira de ciertos tópicos para defenderse.

A diario se escuchan numerosos tópicos machistas que en pleno año 2021 no vienen al caso, puesto que se han ido derribando conforme avanza la sociedad y se alcanza la igualdad.

Pero no solo eso, sino que se comienzan a visualizar los resultados de la educación con perspectiva y enfoque de género, haciendo que los cambios sean más impactantes.

También está el hecho de que se están rompiendo estereotipos y paradigmas relacionados con el género, como es el caso de la frase “los hombres no lloran“.

¿Qué indica esto? Pues, que “está mal” que un varón sea relacionado con la sensibilidad, o que exteriorice sus sentimientos y ya eso le hace ganar una etiqueta innecesaria.

Entonces, ahí recaen los típicos prototipos de “macho pecho peludo” que es estoico, firme, no se inmuta ante nada y aplasta a todos con su testosterona, como si llorar fuese algo inconcebible.

Este tipo de presión que se ejerce en el hombre desde su infancia, sea por parte de la sociedad, la familia entera o amistades, es muy difícil de lidiar a largo plazo.

Puesto que lo llevará a reprimir sus emociones de una forma inadecuada, produciendo en él un comportamiento frío e insensible.

Es importante que todos puedan verbalizar lo que sienten, porque somos seres sociales y no hay manera de retener todo como si se configurara una computadora.

Las personas, a veces de manera inconsciente, tienden a etiquetar al sexo masculino como fuerte, invencible, inconmovible y lo encasillan allí.

Esto trae consigo a que muestren ciertas conductas agresivas y resulta perjudicial para la salud tanto física como emocional.

Por ende, está vinculado con el hecho de que “llorar es para nenas“, lo cual implica que exteriorizar emociones solamente es para las mujeres o le hace débil.

Suena bastante absurdo, pero esa frase ha trascendido de generación a generación y por eso, aún en la actualidad, se está propenso a oírla de algunos sujetos.

Así que lidiar con estos señalamientos sigue siendo un problema para las feministas (y en realidad de toda la sociedad).

En algunas ocasiones, los encuentras en discursos de odio; otras, ocultos tras lugares comunes y prejuiciosos mensajes que pasan desapercibidos.

Sin embargo, siempre cargados de una ideología que menosprecia el papel de las mujeres, su rol histórico, su lugar en las letras o en el arte.

Además, de su relevancia como entusiastas activistas y líderes políticas, y sus cualidades más intrínsecas respecto a su intuición natural.

“Yo no soy machista, ¡si ayudo en casa!”

Seguramente hay hombres que crean que son activistas en pro de la igualdad por “ayudar” a su pareja en las tareas del hogar.

Pero eso deja bastante claro el nivel de naturalización de los privilegios que tienen la mayoría de los hombres sin darse cuenta.

No todos los hombres somos iguales“.

Aunque muchos se quejan de que se les incluye en un mismo grupo con adjetivos peyorativos, ninguna feminista ha dicho “todos los hombres son iguales“.

Más bien hacen el énfasis de que muchos hombres se aprovechan de sus privilegios y eso le cuesta los derechos a otros. No es tan difícil de explicar.

Las feministas están obsesionadas con el machismo. Para ellas, todo es machismo“.

Pues, al parecer no saben que la mayoría de las mujeres conviven cada día con decenas de manifestaciones de desigualdad. Y de violencia cotidianas que tenemos tan normalizadas que a veces ni son distinguibles.

También son víctimas de manipulaciones y otro tipo de abusos tanto físicos como mentales que pueden variar.