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Cádiz, a luchas obreras, tanques, porras… y togas

La huelga del metal de Cádiz hunde sus raíces en una zona donde se soporta uno de los mayores índices de paro de Europa. Básicamente la provincia vive de dos sectores, la industria de las dos Bahías (Cádiz y Algeciras) y el turismo/ hostelería. Ya saben cuándo un andaluz o andaluza nace, en el paritorio suelen decir si será camarero o camarera, reponedor o cajera, o “kelly” otro clásico. Así las madres ya saben si niño o niña.

En otros lares de Europa bien que supieron mantener sus industrias, ancladas en constante I+D+I. Andalucía es una playa, sol y una terraza, que no nos falte y el dinero para los de siempre.

La huelga del metal se “empató”, pero el partido se está perdiendo. “AirBus” y tantas cierran o deslocalizan, y ha sido una pena, pero ha sido una mecha. En los días de la huelga se creó y se tomó más conciencia de clase (trabajadora) que en “no se cuantas mil” tertulias o intervenciones en parlamentos. Emocionaba ver a distintos sectores abandonar el inculcado individualismo al que han educado a la clase trabajadora: “me han cortado el puente contenedores ardiendo, así no” a lo que otros currelas respondían “sin industria no habrá necesidad de coger el puente y el contenedor no come ni da de comer, so lobo estepario…”

En las brutales cargas de represión, el gobierno, con la acción del PSOE y ante el poco margen de acción UP, mandó “tanque”; planes de reindustrialización o I+D+I no, una tanqueta y bolas de gomas, en frente bancadas liberales y conservadoras salibando ante cada porrazo a “currelas”.

Y de pronto, DIGINIDAD:

UNA SEÑORA, postrada ante los antidisturbios. Recordaba ella al muchacho (supongo) de buen batido proteico y “espartano” entreno de mancuernas (afirmo, que no es riesgo) que deberían estar con ellos y ellas no contra, que todos somos una misma clase: la que vende su fuerza de trabajo a cambio de salario para vivir. Le hablaba ella de Claveles y Portugal (pensaría el otro en un personaje de “Gandía Shore” y Cristiano Ronaldo).
Como la escena no tiene desperdicio y emociona a cualquiera que se deba a un curro para poder vivir os la enlazo.

Pues bien, Raquel que se llama ella, no ha sido llamada por el monarca del país, tampoco por el presidente, menos (risas) por la CEOE. ¿Atender a quienes les levantamos los reinos, empresas y país: los y las trabajadoras? No, no, no… ha sido llamada por el juzgado. Raquel (a la que presupongo madre) tendrá que conciliar trabajo, si lo tiene, estigma en currículum laboral encima, familia y todas las cargas.

Para ponerse delante de una justicia, de clase, pero desde luego de una clase social querido/a “currela” que no es la tuya y que lleva mandando desde que al feudalismo lo sustituyeran capitalismo y liberalismo: los tenedores del capital.
Cádiz es una tierra que también sabe decir las penas cantando, y años antes retrataba la escena un poeta de Carnaval con esta “letrilla”:

¡Vivan tus ovarios Raquel, tu lucha es la nuestra!

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