La alianza de Ayuso con Feijóo calma por ahora las aguas en el PP
Isabel Díaz Ayuso solicito el pasado lunes a Alberto Feijóo que “viniera ya” a Madrid para solucionar la crisis del PP abierta por Pablo Casado.
La alianza entre lberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso asienta el escenario de profundo desgaste político dentro del PP, el cual puede comprometer su propia existencia por medio de una inminente implosión.
Ante los medios de comunicación ha quedado claro la gravedad del conflicto dentro de la derecha española, todo ello aunado a la corrupción imperante en esas organizaciones. Es de notar el poco apego democrático en las acciones de Casado y Ayuso donde ambos han roto sus respectivas reglas de juego no escritas.
Por su parte, Isabel Díaz Ayuso solicito el pasado lunes a Alberto Feijóo que “viniera ya” a Madrid para solucionar la crisis del PP abierta por Pablo Casado. Según algunas fuentes dentro del PP, la comunicación entre Ayuso y Feijóo representa la primera de muchas en donde se afianza una guerra declarada contra Casado.
Ahora no solo se han convertido en aliados en lo político, también en todos aquellos casos de corrupción por los cuales han sido involucrados e investigados por las autoridades judiciales de España, siguiendo lo que para muchos se ha convertido en rutina dentro de la derecha.
La presidenta madrileña se ha propuesto a invitar al mandatario gallego a dar de forma urgente el paso adelante para desbancar a Casado de la presidencia del PP y contener la fuga de votos que a su juicio está desestabilizando al partido derechista.
Al respecto, el mismo Feijóo ha lanzado a inicios de semana un mensaje claro señalando directamente a su jefe de partido, al cual, ha advertido que toda vez que la crisis no se ha cerrado, debe “zanjarla” asumiendo una “última responsabilidad” y tomando una “última decisión”.
Esto deja a entender el otorgamiento a Casado de una suerte de ultimátum político cuyas exigencias consisten básicamente en su irrevocable dimisión y la convocatoria a un congreso extraordinario cuanto antes.
Todo ello ha sido pronunciado en el marco de la más reciente jornada en la que cuadros y militantes, entre ellos el líder de Nuevas Generaciones en Galicia y diputado, Adrián Pardo, han movido un manifiesto en redes sociales exigiendo una dirección provisional.
La participación de Feijoó en esta coyuntura lo catapulta dentro del partido como un factor con serias pretensiones de poder, a pesar de sus antecedentes donde dejó pasar hace cuatro años el tren a Madrid y declinó participar en la carrera de sucesión de Mariano Rajoy.
Por otra parte, el comité de dirección de este lunes se ha alargado durante varias horas debido a que Casado ya ni siquiera mantiene su poder en ese núcleo duro de apenas 13 personas, nombradas a dedo por él.
En este contexto buena parte de sus miembros han advertido que dimitirán si no se cumplen dos condiciones: reunir a la junta nacional para el próximo lunes. Y que en esa fecha se convoque un congreso del partido. Ambas cosas sí se han pactado, y por eso nadie de la dirección de Casado le ha dimitido aún. Pero en ese acuerdo de mínimos, aún faltan dos detalles por confirmar.
El primero, qué tipo de congreso será. Los contrarios a Casado quieren uno extraordinario: que se celebraría en 30 días. Mientras que los fieles a Casado defienden uno ordinario: como pronto, dentro de 45 días.
El segundo detalle por determinar es aún más relevante: si Casado se va a presentar en ese futuro congreso del partido. La batalla no parece nada fácil para el líder derechista del PP. Tres lideran esta rebelión y han pactado tumbar a Casado lo antes posible: Juanma Moreno, Isabel Díaz Ayuso y Alberto Núñez Feijóo. Cada uno de ellos, movido por su propio interés.
Feijóo ahora sí quiere dar ese paso al que, hace tres años, por motivos nunca bien explicados, renunció. Por su parte Moreno, se juega su cuello en las próximas andaluzas y necesita que el PP salga del colapso en el que se encuentra hoy. Y Ayuso, porque también se la juega. Su principal riesgo ya está en otra pista, la judicial, donde necesitará esos apoyos que solo Génova puede mover.
Mientras en el PP se lleva a cabo una encarnecida pugna de poder, VOX, otro partido derechista, intenta capitalizar la caída de intención de voto del PP ocurrida tras la campaña en Castilla y León. En este sentido, el partido de Santiago Abascal está ya en un 19,8% de los votos, a dos décimas solamente de superar la barrera psicológica del 20%.
VOX consigue su mejor resultado desde las elecciones generales, impulsado por la campaña de Castilla y León, donde ha llegado a obtener 13 diputados, siendo esta una cantidad decisiva para formar Gobierno. En un solo mes ha sumado un punto a su estimación de voto.
De esta manera, se manifiesta en la palestra pública de Castilla y León un nuevo grupo político, la extrema derecha populista de VOX, que tras diferentes procesos electorales ha llegado a una inusual institucionalización política.
Tras las últimas elecciones, el fascismo anti izquierdista de VOX se ha manifestado como nunca. En este sentido, la extrema derecha ya ha dejado claro que exigirán derogar “normativas de la izquierda”, haciendo referencia a “la Ley de violencia de género autonómica o el decreto de memoria histórica”.
Asimismo, han revelado que en cualquier mesa de negociación de la que formen parte, tendrán que hablar sobre la bajada de impuestos, impulsar la natalidad, políticas de campo e industria, además de hablar de la Agenda España.
El fascismo de VOX, aprovechando el furor electoral, ha señalado que la izquierda “es un enemigo de España“, una “catástrofe“, y ha pedido “hacer todo lo posible” para que sea “expulsado de todas las instituciones y sea castigado“.
Para contrarrestar en avance de la izquierda en España, el partido de Abascal plantea la ejecución de su ideario enmarcado en la agenda la llamada “Agenda España”, como una defensa “a la patria y a reindustrializar el país“.
De igual forma, dentro de su vomitivo discurso, el mismo Abascal ha dirigido epítetos frente a lo que considera la “porquería insultante que ofrece la izquierda” a los jóvenes españoles, ante lo cual, procura posicionar su partido como una alternativa distinta desde lo político y lo social.