Los nuevos escenarios de Yolanda Díaz en el mapa Político
Dos hechos inesperados y notablemente mediáticos contextos se cruzaron en su camino: el desalojo de Pablo Casado de la presidencia del PP y el estallido de la guerra en Ucrania.
La recomposición de Unidas Podemos (UP) ha traído de la mano de Yolanda Díaz, una nueva dinámica política, la cual, se presenta como firma distinguible de la actual ministra del Trabajo y vicepresidenta Segunda del Gobierno español.
Díaz, cuenta con un largo pasado de militancia y la vitola de “radical” por parte de sectores de la derecha. Sin embargo, tras tomar posesión de su investidura ministerial ha impulsado cinco grandes medidas, todas ellas concertadas estratégicamente con los sindicatos y con la patronal.
Todo ello, sin abandonar su histórica posición respecto a la necesidad de transformar los esquemas económicos neoliberales que imperan en España. Es una gesta encaminada a favor de una óptima distribución de la riqueza, tomando en cuenta el factor humano más que el empresarial.
Su posición rupturista le ha hecho ganar el respeto y la confianza de sus compañeros de militancia, al punto de proyectarse en la actualidad como posible candidata a la presidencia del gobierno español, siendo al mismo tiempo la funcionaria mejor valorada de todo el gobierno central.
Asimismo, en su ejercicio político e institucional, Yolanda Díaz ha demostrado un racional manejo de las relaciones con distintos sectores de la sociedad, sobre todo respecto al ámbito económico. Su posicionamiento político-ideológico no le ha impedido emprender la búsqueda, en reiteradas ocasiones, de la concertación sectorial.
Con el éxito de la recientemente aprobada reforma laboral llega el momento estelar de Yolanda Díaz como líder de UP. Dos hechos inesperados y notablemente mediáticos contextos se cruzaron en su camino: el desalojo de Pablo Casado de la presidencia del PP y el estallido de la guerra en Ucrania.
Castilla y León ha dejado un reajuste de la derecha que por medio de la entrada en escena de Feijóo, el cual, asumiría la direccionalidad del PP desde una posición políticamente cómoda, es decir, por aclamación conservadora y sin tener que batirse con otros candidatos. El oriundo de Galicia cuenta con el apoyo total de las estructuras territoriales del partido, que ven en él la mejor y prácticamente única opción.
De igual forma, los cercanos a él dentro del partido confían en su carácter alejado del populismo, una cualidad que ha formado parte de la receta ganadora que ha llevado al Gobierno a los últimos presidentes populares y que lo convierte en una suerte de referente moral del PP.
La crisis que vive el PP desde hace una semana animó a la vicepresidenta a concretar al fin los tiempos e impulsar en las próximas semanas el arranque de su plan, según confirman desde su entorno.
La confrontación interna por la que pasa el PP promueve la desafección de la sociedad con la política. Totalmente lo contrario de lo que busca Díaz, quién quiere lanzar una propuesta “disruptiva” con la cual plantea regresar la confianza en las instituciones y los representantes públicos a través de un plan que se fundamente en que la ciudadanía tenga más peso que la política.
Por otra parte, Yolanda Díaz tendrá que maniobrar en función del tratamiento que está recibiendo la guerra en Ucrania en la opinión pública española. El escenario político español se condiciona ante la dinámica internacional, todo ello ante las más recientes movilizaciones militares en la frontera entre Ucrania y Rusia.
Bajo este escenario el espectro político español ha fijado posición en su interpretación de las acciones de Estado más oportunas. En este sentido, el despliegue de soldados españoles ante la referida crisis en Europa del Este, ha avivado el debate dentro del Gobierno de coalición conformado por el PSOE y UP.
La guerra no ha sido bien recibida por la izquierda rupturista, dentro de la cual se encuentra su socio en el gobierno Unidas Podemos. Personeros de la formación morada han rechazado duramente tales declaraciones y han recordado una vieja consigna antibelicista, “No a la Guerra”.
Por otra parte, Izquierda Unida ha solicitado al comienzo del conflicto que, por medio de un comunicado oficial, el Gobierno encamine una respuesta diplomática a las tensiones entre EEUU, la OTAN y Rusia. Todo ello con el fin de alejar cualquier posibilidad de una escalada militar más intensa en Ucrania.
En este escenario, Díaz se ha visto en la necesidad por apostar a la institucionalidad del Estado para mediar en las diferencias de criterio frente al conflicto ucraniano. En este contexto, Yolanda Díaz lanza su proyecto político y lo primero que hace es cerrar filas discursivamente con el Gobierno en su decisión de alinearse con el resto de la UE y vender armas a Ucrania.
En tiempos recientes Yolanda Díaz ha determinado el rumbo político del denominado “frente amplio”, el cual pretende caracterizar el próximo ciclo electoral en España. La misma vicepresidenta segunda y líder de UP dejan claro que procurará salir del nicho electoral situado a izquierda de los socialistas y trazar un proyecto más transversal.
La propia Díaz ha hablado en varias ocasiones de las formaciones y, de forma más precisa, ha apuntado que el ensimismamiento con la denominada organicidad puede ser contradictorio con la puesta en marcha de su plataforma.
A día de hoy se sabe que el objetivo de la ministra de Trabajo es el de poner en marcha en 2022 un proceso de escucha de la sociedad civil que le permita articular un proyecto de país, alejado de momento de siglas y de estructuras partidistas.
En este sentido, Díaz ha procurado distanciarse de las batallas y las dificultades relacionadas con lo “orgánico” de las formaciones políticas. La vicepresidenta ha defendido que “hay que deconstruir a Maquiavelo, que definía un poder muy jerarquizado. Los partidos son una cosa muy pequeña en nuestro país, y hoy son un obstáculo. Las construcciones sociales son de la gente y deben ser de otra manera“.
Para algunos, este distanciamiento de las formaciones políticas no supone una impugnación del sistema ni que Díaz aspire a revolucionar las estructuras partidistas, sino que responde más bien al objetivo de la vicepresidenta de poder crear el escenario adecuado para un debate de contenidos políticos que no gire en torno a cuestiones como las listas electorales o el nombre concreto que debe llevar una candidatura.