Un Chile desigual es el bastión de los ultrarricos de América Latina
En el 2021, Chile llegó a ser país de América Latina que acumuló el mayor nivel de patrimonio entre los ultrarricos en relación con el tamaño de su economía.
La desigualdad social en Chile es un producto de una distorsionada distribución de los ingresos del país. Esta situación justifica la necesidad de crear políticas de redistribución focalizadas a los sectores oprimidos
Dicha desigualdad, así como la polarización, se han vinculado con sentimientos de malestar en la población producto de las situaciones de conflictos e injusticias sociales que se generan y potencian conforme avanza la corrupción.
La reducción de las desigualdades forma parte de uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) acordados por los países del mundo en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó en 2015.
En este sentido, es menester impulsar políticas sociales dirigidas a la disminución de las brechas sociales zanjadas por un capitalismo arraigado en las estructuras económicas y políticas del país.
Así también, la desigualdad se percibe negativamente en diferentes ámbitos como el financiero, material, de capacidades, de oportunidades, de acceso al bienestar, de relaciones sociales y de respeto a los derechos de las personas.
En consecuencia, este conjunto de desigualdades conlleva a un desaprovechamiento de las capacidades de las personas, deslegitima la política y afecta la democracia y la convivencia, favoreciendo la generación de conflictos.
Cabe destacar que no son pocos los estudios que se han realizado para demostrar la gran desigualdad y la polarización social presentes en Chile. En este respecto, se han efectuado análisis y comparaciones en cuanto al país y, en algunos casos, la región.
Por otra parte, se estiman algunos estudios referentes a la desigualdad comunal, donde se han utilizado datos de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) y de los censos.
En dichos levantamientos estadísticos se evidencia de qué manera la desigualdad a nivel comunal dificulta la reducción de la pobreza e influye en el surgimiento de problemas sociales que afectan el desarrollo de Chile.
Otras indagaciones demuestran la existencia de zonas de mejor y de peor distribución del ingreso, donde las dinámicas de distribución de las riquezas no han sido regulares, al menos desde la década de 1990 en adelante.
Asimismo, se observa cómo la desigualdad se encuentra asociada a la variable educación. Es decir, la escolaridad promedio y la participación laboral femenina tienen un efecto reductor de la desigualdad de ingresos.
En el 2021, Chile llegó a ser país de América Latina que acumuló el mayor nivel de patrimonio entre los ultrarricos en relación con el tamaño de su economía. Esto deja el patrimonio total de los chilenos más ricos en un 16,1% del PIB del país. Todo ello, según calculó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Estos cálculos solo consideran a los llamados “mil millonarios”, es decir, aquellas personas que tienen un patrimonio de al menos 1.000 millones de dólares. En Latinoamérica existen 104 ultrarricos, de los cuales nueve son chilenos.
La acumulación de capital de estos ultrarricos es un reflejo de la desigualdad que existe en la sociedad chilena. Según el informe World Inequality Report de 2022, el 1% más rico de Chile concentra el 49,6% de la riqueza total del país, mientras que en Brasil controla el 48,9%, en México el 46,9% y en EEUU el 34,9%.
Bajo el contexto latinoamericano es frecuente relacionar el fenómeno de las desigualdades y brechas sociales con los procesos de colonización del llamado “Nuevo mundo”. Durante este proceso, las tierras fueron distribuidas arbitrariamente por los españoles con derecho a ser heredados por los mismos.
Cabe destacar que durante la colonia aparece la hacienda en el contexto social, dividiendo las relaciones dentro de la población en patrones, empleados, inquilinos y peones. Derivada de esta desigualdad, en principio agraria, se fueron configurando otros tipos de desigualdades en función del sector que ocupasen. Es decir, había desequilibrios de distribución en los sectores de explotación de recursos naturales como la minería.
Dentro del impulso del capitalismo y el neoliberalismo en Chile no podía faltar la obscura experiencia del régimen del dictador Augusto Pinochet. En dicho gobierno las brechas sociales se intensificaron a niveles nunca antes vistos entre la década de los setenta y los ochenta.
Pinochet impulsó la creación de un modelo económico con poca regulación que permitió el surgimiento de grandes fortunas familiares. De esta manera, la brecha aumentó con la dictadura por medio de diferentes iniciativas de privatización de empresas públicas, las cuales pasaron a ser propiedad de un número pequeño de grupos económicos.
Asimismo, durante el gobierno de Pinochet fue promovida activamente la supresión y represión de los sindicatos, y la conversión del estado benefactor en uno de carácter residual y poco inclusivo.
Aún tras la muerte de Pinochet, dentro del actual grupo de oligarcas chilenos, podemos encontrar a Julio Ponce Lerou, el ex yerno de Pinochet que se convirtió en el mayor accionista de la empresa SQM, productora de fertilizantes, yodo y litio a nivel mundial.
Tras la consolidación de la “democracia” en Chile en los años noventa, los índices de pobreza, así como las brechas sociales, comenzaron a disminuir, todo ello a pesar de que la riqueza aún permanecía concentrada en unos pocos. Esto último ha sido uno de los principales reclamos de la sociedad chilena, incluso en el año 2019, durante las protestas sociales contra el gobierno de Sebastián Piñera.
De esta manera, fue como la lucha contra las desigualdades sociales y los nocivos efectos del capitalismo salvaje pasaron a formar parte del debate dentro de la campaña electoral que llevaron a Gabriel Boric en 2021 a la presidencia de Chile.