México prohíbe las terapias de conversión sexual
México camina hacia la prohibición y penalización de este tipo de tortura. Este es un claro ejemplo que deberían tomar otros países.
México está cerca de unirse a los países que prohíben y sancionan las denominadas “terapias de conversión sexual”. Fue a raíz de que la Cámara de Senadores aprobara una modificación al Código Penal Federal y la Ley General de Salud.
Tras su aprobación en el Senado, el proyecto de decreto deberá pasar por la Cámara de Diputados para que entre en vigencia y la medida deba acatarse en todo el Estado. Sin duda, este logro será celebrado por la comunidad LGBTTTIQ+.
Es importante señalar que esta prohibición se encuentra establecida en pocos países, como es el caso de Ecuador y Malta, donde se consideran delito.
Mientras que en otros, como España y los Estados Unidos, se han introducido prohibiciones en el plano local. Sin embargo, todavía no hay legislación que lo penalice a nivel nacional.
Por otro lado, los parlamentos de Canadá y Francia las prohibieron en 2021, tras medidas similares en Alemania y Albania con el objetivo de defender los derechos LGBTI.
Asimismo, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, alertó que las terapias de conversión se aplican actualmente en al menos 68 países. Son América Latina, el Caribe, Asia y África los territorios y continentes donde se producen con “bastante frecuencia” o “mucha frecuencia”.
El horror de las terapias de conversión
La iniciativa propone suspender por entre uno y tres años a los profesionales que las apliquen, y penará con entre dos a seis años de cárcel a quien realice, imparta, aplique, obligue o financie cualquier tipo de tratamiento, terapia, servicio o práctica que obstaculice, restrinja, impida, menoscabe, anule o suprima la orientación sexual, identidad o expresión de género de una persona.
Según el comunicado del Senado, si las terapias se aplican a menores de edad, adultos mayores o personas que tengan algún tipo de discapacidad, la pena se duplica.
Estas terapias tienen el objetivo de transformar a una persona no heterosexual en una heterosexual. O bien a una persona trans o de género diverso en una persona cisgénero (una persona cuya identidad de género corresponde a su sexo registrado), según un informe difundido por la ONU.
Al ser muy recurrente y popular su práctica, se están tomando medidas para que se prohíba en todos los países. Además, tiene efectos negativos en la salud de los pacientes.
Entre los años 1939 y 1969, la terapia de conversión gozó de especial “fama” entre la comunidad psiquiátrica. Fue respaldada incluso por la Asociación Psiquiátrica Estadounidense (APA, por sus siglas en inglés), que desde 1952 hasta 1973, consideró a la homosexualidad como un trastorno mental.
Revirtiendo la tendencia
No sería hasta 1990 cuando la Organización Mundial de la Salud determinara que la homosexualidad no es una enfermedad. Por consiguiente, se llevó a la reducción de esta práctica. Asimismo, desde 2018 dejó de considerar la transexualidad como un trastorno mental.
Si bien las terapias de conversión han aminorado, en su lugar se mantienen otros procedimientos terribles para obtener el mismo resultado: que las personas homosexuales o transexuales se “ciñan a lo establecido”.
Entre los procesos más frecuentes están la privación de la libertad, torturas o aplicación de medicamentos. Incluso se realizan sesiones en las que el paciente escucha el rechazo de sus familiares.
En los casos más registrados, están vinculadas a organizaciones religiosas y doctrinarias. En ellas los pacientes son hostigados con mensajes que relacionan la homosexualidad con el pecado, la degeneración o el vicio.
Por tanto, la Asociación Internacional de Gays, Lesbianas, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA por sus siglas en inglés), explica que las terapias de conversión implican «esfuerzos con un objetivo a priori de lograr una expresión de género que se alinee con las normas de género binarias y estereotipadas, una identidad cisgénero y/o lograr deseos, atracciones, comportamientos o una identidad heterosexual».
Y señalan lo nocivo que pueden ser, al involucrar exorcismos, violaciones correctivas y tratamientos psicológicos a la fuerza. Principalmente porque equivalen a “torturas u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes”, además de causar profundos traumas físicos y psicológicos en las personas que las sufren.
Algunos tipos de terapia más reportados
- Terapias a base de religión y medicamentos: Son “realizadas frecuentemente por instituciones religiosas. Incluyen prácticas como rezar oraciones y la ingesta de medicamentos. Algunos reportes afirman que las terapias incluyen el consumo de medicinas como Ludomil y Dogmatil, químicos utilizados para tratar desórdenes psicológicos o neurológicos”.
- En segundo lugar, las llamadas terapias de aversión. Esta “consistía en inyectar al paciente altas cantidades de adrenalina para que le provocara un miedo extremo. Después se proyectan imágenes con contenido homoerótico para provocarle un rechazo”.
- Y por último, una de las más abominables. Se trata de la castración química, la cual “se realiza con el uso de inyecciones y la ingesta de medicamentos que provocan una disminución en la producción de hormonas, lo que reduce la libido en el ser humano”.