América Latina ha vuelto a decir adiós al neoliberalismo
Con el triunfo de Lula se sella el fin del auge del neoliberalismo, se acaba el Grupo de Lima y resurge la UNASUR. Más de 128 millones de latinoamericanos han votado a la izquierda.
Lula ha ganado en Brasil, tal y como se esperaba en América Latina. Un triunfo que conmueve porque, de entrada, frena al fascismo más despiadado. Sí, el del auge del neoliberalismo que, gracias al lawfare, la guerra mediática y otras trampillas, había conseguido instalarse armándose rápidamente de todas las instancias y buscando la desaparición de la izquierda.
El Grupo de Lima se había quedado sin Lima, pero tenía dos aliados pesados: Bolsonaro, líder de la economía más grande de América Latina, y Ecuador, que siendo mucho más pequeño, sirve de teatro de operaciones mediático con algunos soldados dentro de su Parlamento.
En teoría, la UNASUR tomará nuevas fuerzas. Lula va a por la creación de una moneda única y por la consolidación de una economía que sea capaz de competir con la Unión Europea.
El resumen del nuevo mapa
Una imagen simbólica y bastante contundente. El mapa ha quedado en rojo, indicando que el viraje de América Latina ha sido hacia la izquierda.
Más de 128 millones de latinoamericanos han votado a la izquierda desde 2018 hasta el 2022, quebrando el ciclo que le dio auge al neoliberalismo. Esto indica que la voluntad de la mayoría es evidente.
América Latina sigue siendo profundamente desigual. Sin embargo, las medidas económicas de shock a las que les tenía acostumbrados organismos como el FMI, han tenido que variar para evitar explosiones sociales violentas, y por el hecho de que la sociedad ha elegido a la izquierda en los procesos electorales.
El freno al fascismo
Lo de Brasil es un golpe contundente a la ultraderecha y a sus expresiones más fascistas. Sin embargo, fenómenos como el de Bolsonaro tienen un pronóstico reservado, tanto en Brasil como en el resto de América Latina.
¿Por qué reservado? Pues porque el big data sabe hacer su trabajo. En países con contradicciones tan profundas como Venezuela, Nicaragua y Chile, pueden surgir movimientos alentados por la desesperanza y que lleguen a esos sitios del cerebro donde se provocan las reacciones levantadas por el Bolsonarismo.
Hay que decirlo, Lula ganó, sí, pero Bolsonaro ha captado más de 58 millones de voluntades. Esto es un hecho que debe ser estudiado por la izquierda para generar estrategias políticas realmente eficaces.
Radiografía
Hay una correlación de fuerzas favorable al reimpulso de la UNASUR y que le ofrece mayor piso a la CELAC. Sin embargo, todo dependerá de la disposición de los mandatarios que albergan distintos matices del antineoliberalismo.
Algunos como Gabriel Boric y Pedro Castillo, se alinean a EEUU colocándoles una camisa de fuerza en su lucha por vencer las desigualdades, mientras Gustavo Petro debe lidiar con la superestructura creada por el narcoestado y la sumisión a EEUU, al igual que Andrés Manuel López Obrador.
Por su parte, Venezuela trata de levantarse económicamente para frenar la migración y la desesperanza. Para ello ha debido llevar a otro nivel las negociaciones con EEUU y retroceder décadas en la creación de un estado socialista.
Honduras está luchando contra la injerencia estadounidense, al mismo tiempo que trata de saldar la inmensa deuda social dejada por el narcogobierno de Juan Orlando Hernández.
Lo que viene
Lula llevará parte del liderazgo del continente junto a AMLO y Gustavo Petro, quienes han mostrado la intención de nuclear las voluntades alrededor de la moneda única, una tarea pendiente de la década dorada de la integración.
En su momento, Lula fue señalado por ser intransigente en la presentación de sus propuestas. Habría que esperar que la intensidad de su entusiasmo no opaque al resto de los líderes latinoamericanos y no ocurra un nuevo naufragio.