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El ataque a Nancy Pelosi: el boomerang de la agresión

Del ataque a la casa de Nancy Pelosi hay dos lecturas: el supremacismo blanco se sigue saliendo de control, y los EEUU podrían estar probando un poco de su propia medicina.

El domicilio de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU, fue atacado por un presunto militante del supremacismo blanco. En el hecho, su esposo resultó agredido. A partir de ahí, se han ido tejiendo algunas hipótesis acerca de los motivos.

Una de las primeras conclusiones es que el supremacismo blanco y sus adeptos se salen de control. Siempre apostando por irrumpir violentamente, los acontecimientos en la casa de Pelosi recordaron a aquel episodio del asalto al Capitolio en 2021.

Pero está aquella otra lectura: el boomerang de la agresión. Pues, si fomentas violencia no puedes esperar quedar exento. Al menos, no siempre.

De la figura de Nancy Pelosi y del historial de su esposo, se saben dos hechos reprochables que involucran actos de corrupción y, recientemente, una condena por conducir en estado de ebriedad.

Faltando poco para las elecciones

El agresor que ingresó a la casa de los Pelosi fue identificado como David DePape, un canadiense de 42 años que aparentemente es un férreo defensor de Donald Trump.

David DePope habría preguntado por la propia Nancy Pelosi justo antes de golpear al esposo de la diputada.

El ataque, que dejó al esposo de Pelosi bastante malherido, tuvo lugar nueve días antes de las elecciones parlamentarias que se realizarán este 8 de noviembre.

Demonización de los demócratas

Algunos hablan de demonización de los demócratas. Sin embargo, podría hablarse mejor de cómo el supremacismo blanco y las tendencias más extremas de la derecha han tenido cierto auge, en respuesta a la incertidumbre que reina en la llamada “primera potencia mundial”.

Tanto el antecedente del ataque al Capitolio, como el de este al hogar de una de las máximas líderes demócratas, tiene que ver con la repulsión a todo lo diferente. Esta es una característica fundamental del fascismo de derechas.

“Las acciones tienen consecuencias”, fueron las palabras de David DePape según las actas policiales.

El boomerang

En EEUU, la violencia política y racial, y en definitiva la discriminación, es algo bastante tolerado, normalizado y, en algunos casos, fundamentado legalmente. Sobre todo cuando se trata de los migrantes.

El uso de la fuerza no es solo del Estado, que bien que la ejerce dentro y fuera de sus fronteras, también es una prerrogativa personal en el país donde comprar armas es tan fácil como comprar una botella de agua mineral.

Los métodos del supremacismo blanco son una cruda manifestación de la cultura de la violencia que caracteriza a los EEUU, y que patrocina prácticas atroces del mismo más allá de su territorio.