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¿Educamos desde el amor o desde el miedo?

Es hora de soltar metodologías en que el alumnado es sujeto pasivo en su aprendizaje.

Hoy me desperté con temor después de un sueño en el que se han entrelazado el amor y el miedo. El sueño no estaba lejos de la realidad y me ha hecho recordar una experiencia de mi niñez en clase.

El recurso de la moneda

El recuerdo de un profesor que, para marcarnos el momento de responder al instante aquello que nos preguntaba, lo hacía con el sonido de una moneda golpeada en la mesa de cada alumna. Tengo ese sonido bien grabado y no es especialmente agradable la emoción que me produce.

Sabemos las alas que nos proporciona el amor y cómo nos las corta el miedo. Venimos de generaciones en la que la supervivencia ha sido el modus operandi. Por desgracia, para muchísimas personas su día a día sigue siendo así, y para los demás sigue estando en nuestra parte subconsciente. Por lo general, tendemos a recordar con mayor facilidad aquello que nos hace daño.

Quizás a algunos compañeros les iba fenomenal esa táctica bajo presión y el profesor pensó que sería una buena manera de memorizar, pero por lo que a mí me concierne, no recuerdo haber aprendido absolutamente nada. Bueno sí, me ayudó a bloquearme. La tensión en esos segundos previos me comía por dentro, planteando frenéticamente cuál sería mi pregunta.

Cuando me tocaba responder, me bloqueaba, por lo que a los pocos segundos el profesor pasaba al siguiente, sin observar ni atender la necesidad que surgía en ese momento. Se apoderaba de mi entonces una sensación de inutilidad e incapacidad. Se dibujaba en mi mente un contenido de muy baja vibración, lenguaje pesimista, pensamientos que se van registrando en la mente de mi “yo niña”. Ahora, muchos años después, me vienen en momentos en los que estoy sometida a presión. Aparece el temido bloqueo. Paralelismos que la mente refleja de cómo has ido infravalorándote.

Aprendizaje ejercido desde el miedo

Esta es una de tantas en que mi aprendizaje fue ejercido desde el miedo. Cada uno tendrá una situación parecida que, quizá para otros resulte exagerado y dificulte la comprensión del dolor del otro sin haberlo vivido. Solo hace falta escuchar diferentes experiencias como niños y alumnas para darnos cuenta que algunos hechos marcaron nuestra identidad. Hagamos visibles estas situaciones para ser conscientes, cada día más, de todo aquello que vivimos como niñas en nuestros espacios educativos y lo que significará el reflejo en nosotros de adultos. Muchos de los cuales, sin un trabajo de introspección y/o acompañamiento terapéutico, no serán conscientes que sus maneras de actuar en un momento de enojo, rabia, ansiedad, sin control…quien estará hablando será su niño interno herido.

En esto, al igual que en el artículo anterior, no busco culpabilizar a los maestros del gran malestar social de no saber gestionar las emociones. Simplemente pongamos el valor de la influencia que tenemos diariamente hacia los niños y niñas. Pongamos en consciencia que el capitalismo impone en el sistema educativo la competitividad del mercado, es decir, busca que los niños den resultados rápidos y superficiales para su pronta especialización laboral, cumpliendo así con las necesidades de las grandes empresas. Tal y como se ve en el origen de los exámenes PISA y del Proceso de Bolonia.

Falta de medios y de comprensión

Para ello nos encontramos con clases masificadas en las que se utilizan herramientas desde el miedo, la escasez y la limitación. Porque en este mundo, o comes o te comen, ¿verdad? Además, ¿de qué otra manera vas a imponer tu mala entendida autoridad, en un grupo tan grande? Desde la amenaza, el chantaje y el castigo. Es lo más resolutivo y rápido si quieres entregar todos los informes que te exigen para terminar a tiempo. ¡Claro!

Muchos de estos maestros, como he comentado, siguen actuando desde su niño interior herido. Desconocen otras maneras porque lo mismo hicieron con ellos y, por el mismo miedo, se quedan en su zona de confort del autoritarismo y emplean metodologías basadas en este.

Es necesario integrar esta responsabilidad y entrega como maestras, buscando el encuentro de dos generaciones que tienen tanto por aportar. Así seremos capaces de generar unas dinámicas diferentes de respeto, comprensión y cooperación como bien pasa en otras realidades educativas, donde el aprendizaje desde el amor es posible.

El cambio positivo

Lo que he ido comprobando durante estos años que para este cambio es necesario:

Una auto-educación constante del maestro; cambio de prioridades en el ámbito educativo, el niño como elemento primordial; grupos más reducidos; un claustro de maestras unido desde el respeto, en el que se comparten situaciones y necesidades de todos los niños y niñas, su objetivo fundamental es el bienestar de los alumnos; fomentar la comunidad educativa que se resume en maestros, familias y niños; escuelas más pequeñas que beneficien la interacción con las familias, consensuando el mayor bien para la niña desde esta forma de ir a la par con lo que se hace en la escuela y en casa a la vez; flexibilidad y respeto en los distintos ritmos individuales; recalcando la importancia de la voluntad de empezar, del proceso y del resultado, y no solo la calificación final sin importar nada más que eso.

Todo esto se desdoblaría para llegar a un mayor entendimiento. Poco a poco, en los siguientes artículos, iremos profundizando en los diferentes aspectos comentados.

Nuevas corrientes de educación

Por suerte, hay donde buscar inspiración, y una opción es visitar escuelas que en estos tiempos se les llaman Pedagogías Alternativas. En ellas, el acompañamiento consciente y respetuoso desde el amor es su mayor legado. Algunas han celebrado en estos últimos tiempos sus 100 años, otras empiezan a emerger desde diferentes tendencias y movimientos sociales. Las más nombradas en España, con mayor creación en las comunidades de Cataluña, Islas Baleares, Comunidad Valenciana, Murcia, Madrid y País Vasco son: Montessori, Waldorf, Piaget, Reggio Emilia, Escuelas Bosque, Educació Viva, Comunidades de aprendizaje, escuelas democráticas, escuelas activas, Amara Berri…

Cada vez hay más iniciativas en ciudades que quieren acercar estas pedagogías. En el caso de grandes escuelas públicas, concertadas o privadas, también se hace reflejo en las metodologías experimentales y de proyectos, los recursos materiales y en la amplitud de propuestas de diferentes espacios para el aprendizaje del alumnado.

Otro tema a debatir sería si llegan a plasmar y a transmitir la verdadera esencia de estas corrientes pedagógicas, ya que hay que ser, pensar, sentir y hacer, para poder transmitir. Lo que sí puedo asegurar es que en muchas de estas escuelas no hay una fidelidad en seguir una única pedagogía, más bien hay mezcla de ellas. Al final han buscado inspiración y eso es un gran paso hacia una amplitud de visión en conocer otras maneras de hacer.

Es de agradecer aquellas pedagogas, filósofos y maestras que se plantearon bases diferentes en la manera de llegar a una nueva generación, y que esto esté llevando a un cambio de paradigma en cómo queremos nuestro sistema educativo. Por mi parte me gustaría un sistema que mire a los ojos a sus alumnos. Que nos ofrezca encontrar nuestras herramientas individuales de manera orgánica e integral, para alcanzar una mayor plenitud en todas las fases de nuestra vida, y así vivir en colectividad.