Porque esto realmente es el antifútbol.
Y no, no lo es que un equipo que se considera inferior meta a los once en su área para defender su portería.
El fútbol, afortunadamente, es un juego (que no un deporte) y es lícito recurrir a todas las estrategias reglamentarias posibles para intentar ganar un partido.
De lo que ya no estoy tan seguro es de si también es lícito (o al menos moralmente no reprobable) aburrir hasta el hastío a millones de espectadores que están contemplando el partido en el mundo entero, con el empleo de un sistema que yo llamaría el “gilifútbol”. Creo que no merece otro nombre esa forma de jugar, tan extendida por desgracia, y patrocinada desde hace un montón de años por el ínclito Guardiola y sus adláteres, y copiada hasta la saciedad por entrenadores del mundo entero.
Forma de jugar que solo a medias te puede funcionar si tienes en tu plantilla al mejor jugador del mundo (Messi), que lo resuelve casi siempre saliéndose, precisamente y gracias a su genialidad, del guion. Y digo casi siempre porque este sistema a priori infalible, también se estrella indefectiblemente cuando en frente tienen a un equipo europeo que se maneja con solvencia. Es entonces cuando sus jugadores se juramentan en el túnel de vestuarios diciéndose: “vamos a acabar de una vez con esta tontería”. Y van y estos aguerridos gladiadores les golean en las famosas noches europeas.
El fútbol de la selección en la actualidad
Me estaba refiriendo, como bien habéis adivinado, al Barcelona, que es la inspiración directa y el paradigma de ese “pseudofútbol” de los más de mil pases (contados ayer, ¿eh?) por partido y que “obliga” a intervenir dos o tres veces al portero rival en…¡120 minutos!
Un sistema que ha propiciado algo tan aberrante como la posibilidad de pensar que muchos de los grandes porteros de la historia, hoy no podrían jugar por su insuficiencia técnica a la hora de manejar el balón con los pies.
Pero, ¿a dónde vamos a parar? ¿Es de verdad indispensable que un portero tenga que completar una y otra vez el rombo o el triángulo para poder salir de la presión del equipo contrario? Pues sí, señores, es indispensable porque en el “gilifútbol”, el miedo a perder (y esta es la auténtica madre del cordero) es ya oficialmente mayor que el ansia de vencer, que debería ser la prioridad en este juego. ¿Es que no tienen todos los equipos federados al menos un extremo con algo de punta de velocidad? Pues mande usted, señor lateral, un pelotazo al espacio abierto y que corra, a ver si lo hace más que el defensa que le vigila y llega antes que el otro portero. Arriesgue usted. Pero no, para qué, a lo que se ve, lo realmente importante es mantener la posesión y que no la coja el equipo rival.
Y así nos va.
En conclusión
Esperemos que este malhadado Mundial nos depare un final feliz (nunca mejor dicho), en el sentido en que nos haga salir de la rutina mecánica previa. Que sea con una explosión de alegría ante un fútbol brillante por arriesgado, y con la determinación leída en los rostros de los participantes por vencer, no por dar mil inútiles pases.
Y que por fin cree una nueva escuela y una nutrida legión de imitadores, arramblando para siempre con este fútbol actual tan apocado, timorato, medroso y cobarde.
Mención aparte merece la patética figura de nuestro estrambótico y ególatra seleccionador. Se trata de uno de tantos admiradores de este estúpido fútbol del que tan bien vive, que ha logrado (y este sí que ha conseguido en esto una medalla) convertirse en una caricatura de sí mismo a fuerza de intentar disimular sus odios y fobias (por otra parte muy mal ocultados), y también su frustración por no poder alcanzar el mejor nivel catalán como en las Terres de l’Ebre, Ponent y comarcas centrales, junto a Alt Pirineu, Aran y Girona, consciente de que además, algún purista siempre le buscará en su árbol genealógico no ocho, sino al menos un par de apellidos catalanes, de los que lógicamente nunca podrá presumir.
Pues te has estrellado con tu posesión, macu.
Salud y trabajo.