Morenamada [Prosa poética]
Morena, cuando me pregunto de qué estás hecha me surgen varias respuestas. Tu estas hecha de sol, de playa, de palmeras altas que engrandecen el verano. De arena caliente que quema la piel, de blanca espuma de olas que forjaron tu sonrisa, de gaviotas que te acompañan en el ocaso de la tarde.
Oscura, como si el sol hubiera tejido tu piel con cada rayo. Como si cada poro fuera tallado como un tatuaje de besos. Hecha de canela, de trabajo y de petróleo. Tallada con agua salada y rocas sombrías. Hecha del noble barro con que se construyen cimientos indestructibles.
Amo las rayitas crepusculares que se dibujan en tus ojos cuando sonríes, como si se cerraran de repente cual lento pestañeo del fin de la tarde. En tu boca se dibuja una sonrisa de nube delgada. Mejillas que se hinchan para ser besadas por la brisa vespertina.
En tu cabello se delinea la Cascada del Ángel. ¡Ah! pero también amo el nido aquel que se forma y que a veces te incomoda. No importa la moda ni el estilo. En nuestro amor los nidos o las cascadas son por demás triviales. Aquí lo que más importa son las caricias que mi mano, cual artista enamorado, despliega en tu cabello.
Guerrera, también amo el combate que te has forjado por vivir. Pusiste en el hombro el miedo y caminaste por senderos donde la incertidumbre no deja saber el porvenir. Admiro tu historia y tu memoria que se niega a dejar las fotografías de una vida llena de alegrías.
Hecha de todo, hecha de vida, hecha de lucha diaria por sobrevivir. Pero ya no solo te amo a ti mujer traída de la coincidencia. Ahora también amo a aquel niño de ricitos de colores, que surgió de las entrañas de la morena mujer que pintó mi vida de arco iris.