La izquierda de este mundo, y la del de ayer (II)
Hay visos de ruptura en la izquierda, la juventud irrumpe con fuerza enarbolando nuevas formas de lucha para nuevos retos, sin olvidar los ya existentes.
Segunda parte de un contenido de análisis. En la primera parte, que se recomienda leer previamente al texto que se reproduce a continuación para entenderlo de manera total, se dibujó el contexto de la izquierda actual, tratando el origen de su principales taras actuales, y diagnosticando soluciones para superarlas. Lea la primera parte haciendo click aquí.
El 15-M no fue movimiento masivo en vano
Se ha hablado bastante sobre la emergencia de los nuevos modelos de comunicación que explosionaron en el 15-M en el Estado español, y que propició la irrupción de Podemos en el tablero político español.
Debemos tener en cuenta que ese modelo, junto con una capacidad de absorción -al menos momentánea-, del control político, ha sido destrozado por dentro, llevándose en el proceso la rica diversidad de ese antiguo-nuevo movimiento social. Sin embargo, se ha sabido influir en la capacidad de comunicarse entre los miembros de algunos nuevos movimientos sociales.
Es más, Podemos, ya consolidado como actor político, supo poner de nuevo en relieve conflictos estructurales aplastados desde los estratos de poder centralizados en Madrid: el conflicto territorial, las desigualdades sociales, las injusticias no resueltas con la transición… Aprovechándose de sus medios comunicativos para crear nuevos marcos mentales.
La combinación entre oportunidad y organización hicieron posible la emergencia de un éxito político de la nueva izquierda. El control partidista del sector que controla Pablo Iglesias ha dinamitado sus capacidades.
Y otra vez, los jóvenes, como con su afinidad con el corbynismo en Reino Unido, fueron la clave.
El New Deal y la izquierda
Es la primera vez en la historia del Partido Demócrata norteamericano que algunos de sus sectores de izquierda se hacen llamar “socialistas“, lo que se debería analizar con detenimiento, y son capaces de visualizarse socialmente de manera positiva.
Alexandria Ocasio-Cortez, Bernie Sanders, Elisabeth Warren, Cori Bush e Ilhan Omar por nombrar los dirigentes más destacados, son figuras visibles de esos movimientos.
Bernie Sanders compitió contra Joe Biden con unos resultados realmente increíbles para un candidato que no forma parte de la élite Dem. Ocasio-Cortez mantiene una gran popularidad y hay quien ya la sitúa como futura candidata de los demócratas.
Esos nombres son fundamentales para crear un tejido organizado que equilibre las balanzas de un Partido Demócrata viejo. Detrás de todos ellos empieza a existir una red de organizaciones y medios dispuestos a cambiar las cosas.
En esa brecha, y contando con la elevada edad de muchos dirigentes demócratas, también tiene cabida el movimiento Young Democrats Movement. Ya cuenta con decenas de representantes y su perspectiva generacional va a cambiar mentalidades.
Y, por si fuera poco, una de las organizaciones que sigue en esa marcha de progreso de la casa de los blues, New Consensus, ha conseguido situar su proyecto Green New Deal contra el cambio climático y el cambio energético, no en la cúspide que integran congresistas como Ocasio-Cortez, sino en el debate de una gran parte de la opinión pública norteamericana.
Ese tema, la emergencia del cambio climático, está llamado a ser el tema clave de la diferenciación entre lo nuevo y lo viejo dentro de la casa de los demócratas.
Las protestas de nuestros tiempos: entender dónde estamos
Situamos dos tipos de protesta que han provocado cambios políticos a corto término: Chile y Ecuador.
Ambas movilizaciones masivas nos hacen mirar de frente la realidad que nos dice que las transformaciones que está provocando la emergencia climática son sin duda fundamentales, pero la sostenibilidad de los sistemas de vida de los más desfavorecidos es la clave para el progreso.
Ambas protestas denunciaban la falta de ayudas públicas, una de ellas, la de Ecuador, hablaba de la subvención a los carburantes. Chile hablaba de las ayudas públicas al transporte.
Parecen a primera vista protestas contradictorias con la evolución del mundo, pero es que el mundo es cada una de las realidades, y hay que saber tomar nota y pensar que afrontar el cambio climático debe ir paralelo a la emergencia de nuevas políticas de bienestar y empleo.
Otra cosa es el movimiento de los Chalecos Amarillos en Francia. Su razón de fondo era la misma que las protestas en Chile o Ecuador; las ayudas públicas al gasóleo. Es un movimiento que supo romper con los encajes tradicionales entre izquierda y derecha en Francia, y eso quizás ayude a cambiar el modo de movilizarse a una izquierda gala que se ha encallado en el tiempo, y eso la ha hecho más conservadora que la propia derecha.
Concorde con la idea de ampliar el prisma de la lucha contra el cambio climático, la pandemia por el COVID-19 está abriendo la mente de mucha gente que ve cómo el sistema de alimentación y de generación energética multinacional es débil, y poco fiable.
Movimientos de cooperación para la producción de energías verdes a pequeña escala, el movimiento Slow Food, la irrupción de las monedas locales como la modélica moneda de intercambio de Bristol (UK) ayudarán a tejer una nueva idea del consumo, y con ello, se puede reforzar un proceso nuevo de ver el nuevo mundo que nos reta a construir la emergencia climática.
Y, por último, es para llevarse las manos a la cabeza cuando oímos algunos medios o tertulianos quejarse de la desaparición de los intelectuales de la izquierda.
¡Qué poca importancia le da esta gente a nuevos teóricos con suficiente prédica internacional como son Marina Garcés, Boaventura de Sousa, Thomas Picketty, Ernesto Laclau, Chantal Mouffe, Daniel Innerarity, Slavoj Zizek y un largo etc!
Pensemos, analicemos antes de pontificar nuestras conclusiones.