Como se suele decir, “no hay mas ciego que el que no quiere ver”. Respecto a la política en este país y a su tratamiento en los medios de masas puede ser un resumen bastante acertado.
Ahora bien, ¿cuál es el motivo para que alguien no quiera ver? ¿Con qué intención cierra los ojos ante ciertas cuestiones? ¿Para qué omite los datos? Quizá todas estas preguntas son las que debemos hacernos. La respuesta es bien sencilla, es más, es la misma para todas, invisibilizar a ciertos movimientos políticos, sociales y vecinales.
Uno de los casos más sangrantes que pudimos ver estos días fue el ataque con artefactos incendiarios a una sede de Podemos en la ciudad de Cartagena. Esa noticia que se hizo eco en medios internacionales, que llevó a que personalidades del Parlamento Europeo mostrasen apoyo, y condenasen el acto terrorista porque sí, aquí vamos a llamar a las cosas por su nombre, apenas tuvo repercusión en depende qué medios de este país. En las grandes cabeceras algo que debió abrir portadas se obvia, se invisibiliza.
No me las quiero dar de profeta o de sesudo analista, nada más lejos de mi intención, pero meses atrás hablé en este caso sobre el clima de odio que está sembrando la extrema derecha en este país.
En aquel momento hablaba sobre que alguno se hace el valiente y ataca un monumento a los luchadores de la libertad en la guerra civil. Hace poco también escribí sobre la estrategia de terror que el neofascismo impone actualmente, encarnado en grupos abiertamente neonazis, que desde hace unos años campan a sus anchas por nuestras ciudades con más o menos éxito, pero que dejan sus reductos para salir a la luz con total impunidad y mostrar sus vomitivas proclamas.
Lo peor no es que estos salgan a la calle, lo peor es el blanqueamiento en los medios, algunos llamaron a cuatro nazis increpando al candidato de Unidas Podemos a la Comunidad de Madrid “jarabe democrático”. Una vez más invisibilizando el problema de fondo.
Cualquiera que haya seguido las noticias sobre actos racistas, homófobos, tránsfobos, y para la desgracia de todos contra la democracia, puede ver una correlación de fechas. Que un partido como Vox se quite la máscara y diga cuando quiera cualquier barbaridad en los medios sin que le cueste ningún reproche, da alas e impulso a los que van detrás de ellos.
Si ellos en sus redes públicas dicen que van a deportar a un ciudadano español por el color de su piel y no pasa nada, qué más dará que alguien lleve ese racismo a la calle pensará alguno. Si se ataca a una opción política por tierra, mar y aire desde cualquier medio de comunicación o desde tribunas públicas y nadie les para los pies, llevará a que el más exaltado de entre los exaltados quiera imponer su ley, la del miedo y la del terror.
Ese terror que quieren infundir es el que siempre nos quisieron meter en el cuerpo pero ahora van con la cara descubierta porque cuentan con altavoces en todos los medios que repiten lo que ellos pensaban y añoraban poder decir de forma pública como un deseo lascivo que les hacía añorar tiempos pasados.
Ese fascismo durmiente despertó del estercolero del que jamás debió salir, y esperemos que sea una mancha en la evolución de España y del mundo, una mala época que narrar en los libros de historia como el fallido intento del fascismo.
Pero España es un caso aparte, el fascismo está interiorizado, y los que luchamos contra él somos los antisistema, los que peleamos por los derechos humanos somos buenistas, los que pedimos una democracia plena somos los que traeremos la desgracia a este país.
Pero el verdadero problema no es ni será jamás ese, el auténtico problema será siempre llamar “jarabe democrático” a que unos nazis intenten intimidar a un representante democrático, el problema es que no se le dé importancia a que una sede de un partido sea atacada por terroristas, el problema será querer deportar a un ciudadano español por el color de su piel, el problema será seguir invisibilizando el fascismo por que como se suele decir, “no hay mas ciego que el que no quiere ver”.