Elecciones en Madrid: balas, infamia y dignidad
Las amenazas recibidas ha variado el eje discursivo. Del "comunismo o libertad" de Ayuso, al "Democracia o fascismo" de Pablo Iglesias.
La campaña en Madrid saltó por los aires en el momento en que se dieron a conocer las amenazas de muerte contra el candidato de Unidas Podemos a la presidencia de la Comunidad. Las mismas se extendieron a su pareja y sus padres. También las recibieron el ministro del Interior Fernando Grande Marlaska, y la directora de la Guardia Civil María Gámez.
Desde ese momento ya nada de lo anterior cuenta. El paradigma en el que se movía la campaña cambia completamente; pasamos del “comunismo o libertad” de la campaña de Ayuso, al “democracia o fascismo” en el que se mueve en estos momentos.
Pero aunque el refranero diga que “más vale tarde que nunca”, quizá en este caso nos equivocamos y el peligro del que hablábamos unos pocos “alarmistas” se demuestra hoy más cierto que nunca. Para algunos medios que pronuncian por primera vez la palabra “fascismo”, esto les puede suponer una sorpresa, pero que no se nos olvide que ellos mismos dieron de comer al monstruo que hoy no saben contener.
Días después conocemos la llegada a la ministra de Industria de un sobre con una navaja supuestamente ensangrentada, junto a una hoja con frases de las que no trascendió su contenido.
El responsable de este envío fue identificado con celeridad, ya que en el sobre estaba el remite real, él aparece en alguna de las principales cabeceras como esquizofrénico -en algunas como “tarado”-, siendo objeto mediático de un doble juego; por un lado obviamos la filiación política del sujeto y por el otro estigmatizamos la enfermedad mental, ¡que no pare el carrusel de la infamia!
Pero lo que intentan tapar con ese discurso es que este sujeto, en varios de los 800 mensajes que dejó en el buzón de los compañeros de Maldita.es, se declara seguidor de VOX y repite como un mantra la retahíla de bulos y desinformaciones vertidas por el partido neofascista en medios y redes sociales, según informa La Marea.
Por un lado, los medios generalistas intentan desviar el discurso ideológico llevándolo al terreno de la enfermedad mental, anhelando banalizar el caso, pero recordemos que también se habló de los problemas mentales del asesino de Jo Cox que la mató al grito de “Gran Bretaña Primero”, y el caso de Anders Breivik, responsable de la masacre de Utoya mediante el que se cobró la vida de setenta y siete militantes socialdemócratas que se encontraban en un campamento en la isla.
Las amenazas no han dejado de sucederse, y en esta ocasión se interceptaron antes amenazas contra el expresidente Zapatero. Recordemos que para muchos ultras todo comenzó con él por la ley de memoria histórica -aunque tibia y con muy poco calado inició un camino para la memoria democrática en este país- que fue acusada por la derecha de abrir heridas.
Carcas nos llamaban otros por “estar con la guerra del abuelo“. Dignidad lo llamo yo, ya que un país digno no puede tener olvidadas a las víctimas del fascismo que lucharon por la libertad frente a la tiranía.
Para terminar el círculo, se interceptaron también amenazas para Ayuso, que la izquierda madrileña condenó sin fisuras, sin ni un pero. No como hizo la derecha que, o bien las banalizaban, o bien llamaban hipócrita a quien recibe cuatro balas y una nota diciendo que “su tiempo se agota“.
Pero esto no es un camino recorrido de la noche a la mañana, tenemos que recordar el vuelco que dio la política española en diciembre de 2018 con la irrupción de los 12 diputados de VOX en el parlamento andaluz.
Aquel día muchos vimos con horror cómo la ultraderecha entraba con mucha fuerza en un parlamento democrático. Hasta ese día España era de los pocos países de Europa que no tenía un partido de extrema derecha en las instituciones, a quienes en aquella época entonamos un “alerta antifascista” se nos tachó de alarmistas, de exagerados.
En muchos casos los mismos que nos decían que todas las ideas son igual de lícitas, son los mismos que, por acción u omisión, han acabado viéndose como blanqueadores del fascismo y de sus comportamientos -si no en muchos casos como filofascistas-.
Desde que la ultraderecha entró en la escena política, el clima de crispación aumentaba cada día, cada momento se iba un paso más allá: una nueva mentira, un nuevo bulo, un nuevo insulto repetido en muchas ocasiones en altavoces mediáticos con millones de espectadores y lectores.
No es normal que ahora los mismos que tergiversan la verdad y la retuercen, se rasguen las vestiduras cuando se les dice que son conniventes con las ideas del fascismo que despliega VOX en cada una de sus intervenciones.
No es normal que quieran quitar importancia, banalizar, las amenazas de muerte desde medios en los que aparecía una imagen de Pablo Iglesias con una pistola en la boca, acompañado por “El tiro por la coleta” como titular.
Pero el que medios repitan estas consignas no se queda ahí, ese discurso permea en la sociedad junto con las noticias falsas como una gota insistente que erosiona la roca, acaban erosionando la mentalidad colectiva hasta tal punto que ni el dato ni el documento importan.
Cada nueva acción banalizada es alimento para los exaltados que quieren librar a este país del gobierno “socialcomunista ilegítimo y criminal” según las palabras de la ultraderecha y sus seguidores, que llegan a poner en tela de juicio la propia democracia.
Esto permite que los que se hacen llamar “patriotas” y “defensores de su país” quieran luchar contra un régimen opresor, ya que estaría justificado en su realidad. Pero tanto la opresión como la dictadura solo están en sus cabezas alienadas por los dirigentes fascistas desde las tribunas que muchos medios les dan, disfrazándolos de demócratas, banalizando sus exabruptos y sus conspiraciones.
El tiempo nos dirá si esta escalada infame se queda aquí, o algún exaltado entre los exaltados da un paso más y en este país se vuelve a teñir el suelo con la sangre de un demócrata. Esperemos que eso no ocurra.
Si ocurre sabremos donde comenzó esta escalada que día a día sube el tono, todos sabremos quienes son los que les dieron voz y les llamaron demócratas, jugando al peligroso juego de que todas las ideologías son igual de respetables y tienen derecho a ser escuchadas.
Si eso ocurre, y espero que no, todos recordaremos y sabremos que vuestras ondas y vuestras páginas estarán manchadas de sangre.