La oligarquía parasitaria en Venezuela: conspiración, vanidad y ecocidio
La oligarquía parasitaria venezolana siempre ha deseado apoderarse de estas tierras privilegiadas y de todos sus recursos, incluyendo las minas en Canaima.
En Venezuela hay una dinámica histórica que se viene cumpliendo por medio de la sociedad burguesa y su afán de enriquecerse, cuales parásitos oportunistas, de los recursos del país. Ya gestionan sus sucursales en Caracas, ahora aplican el capitalismo para adentrarse en la ruta del Arco Minero y la Amazonia.
En la historia del país sudamericano, existe una inmensa cantidad de hechos que manifiestan la sumisión de las clases pudientes a los designios del neoliberalismo internacionales, en función de preservar sus propios intereses, traicionando así auténticos propósitos de la nación venezolana y de sus ciudadanos.
En el actual mundo globalizado se han hecho más visibles los intentos de la oligarquía por controlar el poder político en Venezuela, y sobre todo, en vista de su historia donde las clases dominantes se convirtieron desde la década de los cuarenta del siglo pasado, en auténticos parásitos de la renta petrolera, manifestando su imposibilidad para desplegar proyectos de negocio no dependientes de dicho sector.
A sabiendas de la riqueza existente dentro del denominado “Arco Minero de Guayana”, han concertado con sus socios internacionales, que de llegar algún día al poder de la República otorgarán grandes concesiones para que estos y sus transnacionales sean los verdaderos poseedores de tales riquezas minerales. Todo ello, en detrimento de los ciudadanos venezolanos que día a día deben afrontar los efectos del bloqueo económico de los EEUU.
De esta forma, el elitismo desenfrenado está a la orden del día dentro de la oligarquía, vistosas camionetas blindadas, mejores restaurantes y aviones dispuestos a remontar vuelos a otros países. En esta opulencia de los millonarios criollos hay un sector que se cree muy superior al resto de la población.
Recientemente, el debate sobre la presencia en espacios políticos de representante de estas clases se ha avivado gracias al más reciente acto bochornoso en el que fueron protagonistas. Se trata la Lujosa celebración de una fiesta de cumpleaños en la cima del Tepuy Kusari, dentro del parque nacional Canaima, en la Amazonia venezolana, la cual, ha terminado en escándalo por el grave impacto ambiental que ha provocado en un espacio natural que es patrimonio mundial.
Diferentes Grupos ambientalistas y gran parte de la sociedad han protestado por los perjuicios que ha ocasionado esta fiesta multitudinaria que incluía la instalación de carpas para pasar la noche y la llegada de los invitados en helicóptero, poniendo en peligro un frágil y rico ecosistema. Canaima es uno de los destinos turísticos más valorados en Venezuela y desde 1994, es patrimonio mundial declarado por la Unesco.
El responsable del ecocidio fue el empresario Rafael Oliveros Russián, un empresario local vinculado al turismo con importantes intereses en esa zona además de en la Isla de Margarita. De esta manera, entre vestimenta de traje formal, champaña y fondue con sopa goulash, se llevó a cabo la frívola actividad.
Los asistentes a la fiesta del Tepuy Kusari eran casi todas personalidades del mundo de la moda, empresarios o influencers. Entre ellos estaba Osmel Sousa, el famoso organizador de concursos de belleza en Venezuela, celebridad mediática y durante décadas jefe de la exitosa organización de Miss Venezuela.
Evidentemente, las críticas no se hicieron esperar, tampoco la respuesta de las autoridades. En este respecto, el Fiscal general, Tarek William Saab, se ha visto obligado a anunciar una investigación por los posibles daños ambientales causados por el ágape.
“El Ministerio Público comisionó a la Fiscalía 87 Nacional en Defensa Ambiental para investigar los daños causados al Parque Nacional Canaima (tepuy Kusary) como consecuencia de una fiesta organizada en dicho lugar por una empresa y un grupo de personas“, escribió el fiscal Saab en su cuenta de Twitter.
Durante los últimos años, la Amazonia venezolana está siendo vulnerada por la incesante actividad minera promovida por la actividad ilícita de extracción locale e internacional lo que ha causado considerables daños en cabeceras de ríos y estragos ambientales. Las zonas selváticas del parque nacional Canaima, amenazadas por el hambre extractiva, constituyen un exótico destino de descanso símbolo del turismo “premium” del país.
Periodistas, políticos, activistas ambientales, caricaturistas, escritores y académico han reprochado y despreciado con intensidad la fiesta elitista, sobre todo por ser un evento que tiene lugar en un contexto turbulento y de crisis en Venezuela provocada por la guerra económica.
Desde hace décadas las ciudades simbólicamente han dejado de ser los espacios naturales de la burguesía, ahora su modelo de segregación sigue una lógica de separación y de abandono de su espacio lógico y jurídico. De esta manera “élite de poder” quieren aislarse en una posición superior al común, por ello, sus fiestas ahora son en tepuyes.
La oligarquía parasitaria siempre quiso apoderarse de estas tierras y de sus recursos, incluyendo las minas en Canaima. Primero fueron los británicos quienes llevaron la guerra a La India, al Sahara Siberiano y ahora en Sudamérica desean quitarle tierras a Los Mapuches. Este es el preludio de una subversión social, cuyos resultados serán fundamentales para la nueva civilización que se avizora.